- ¡Por enésima vez, cuando entres deberás inclinarte frente al Maestro Sesshoumaru - gritaba Jaken a la mañana siguiente, empeorando la leve sensación de incomodidad que había disfrutado Inuyasha al despertar en ese extraño futón, en una extraña habitación sumergida por irreconocibles! Huele en el castillo a un tipo que siempre había sido un completo desconocido para él.
Y el kappa nunca se detuvo.
Lo hizo vestir y hasta peinarlo por un sirviente que había huido a la velocidad de la luz cuando se atrevió a comentar el estado de su cabello, como si a Inuyasha le importara un carajo, ¡era solo cabello!, y ya que habían dejado a la familia. Ala el medio demonio había sido golpeado por una infinita serie de costumbres y reglas que debían seguir al pie de la letra, sin mencionar las miradas.
Ser sutil no era realmente un rasgo distintivo de aquellos demonios: casi se habían puesto en desfile para robar siquiera una sola mirada hacia su persona, espiando sus movimientos a su paso. Susurrando, conspirando.
- Y habla sólo cuando te hagan preguntas, no te excedas y no te jactes pero sobre todo, por todos los dioses celestiales, ¡no seas vulgar! ¿Me entiendes?
- No.-
- ¡Estúpido medio demonio! - ladró Jaken, agitando su bastón - ¡Estás a punto de ir a conferenciar con el consejo de Inu no Taisho, avergonzarás al Maestro Sesshomaru si te comportas como lo haces con los lobos! ¡Oh humanos! ¡O como siempre lo haces en la vida!-
Inuyasha prefirió relegar esa irritante voz a un simple fondo, prefiriendo usar ese tiempo de su habitación a otra para estudiar su nueva jaula. Los guardias no fueron tan difíciles de organizar pero en todas partes se podía sentir al youkai de la tortuga y esa marta que ya había visto en el campo de batalla con los chacales y que respondía a Sesshomaru.
Como youkai parecían ser oponentes formidables.
Cada rincón estaba bajo control, cada pasillo lleno de miradas indiscretas y si no era el cachorro corriendo como loco para ser perseguido por algún sirviente eran los hermanos mayores que pasaban escoltados por un youkai búho que lo había mirado un poco de arriba abajo. demasiado largo para su gusto.
Al llegar frente a dos grandes shoji, el medio demonio sintió el aura maligna de Sesshomaru y al menos nueve demonios altos de edad avanzada. La mayoría eran cánidos y tortugas.
- ¡Recuerda!- siseó Jaken en voz baja - Inclínate ante el Maestro Sesshomaru y...-
Inuyasha entró sin esperar a que los dos sirvientes inclinados en el suelo abrieran el shoji, todos eran tan lentos en esas partes que bien podría sacarse su muela dolorida de inmediato. Aunque sintió la desagradable sensación de tener tantos ojos puestos en él, de repente todos se quedaron en silencio cuando él entró, se paró frente a una construcción en forma de herradura compuesta por muchas mesas pequeñas.
En el centro, sobre una base elevada, Sesshomaru asintió rápidamente.
- Inuyasha, has llegado.- señaló un gran cojín en medio de la estructura sobre la que se alzaba el Daiyoukai - Bien. Tomar el asiento. El consejo de nuestro padre tiene preguntas que hacerte.-
Parecía más una emboscada, pero Inuyasha, captando el poder colectivo de esas personas, entendió que tenía una clara ventaja. Claro, muchas de sus expresiones de disgusto parecían como si estuvieran evitando su presencia, pero él estaba acostumbrado al comportamiento clasista de los youkai.
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Ikigai
FantasyMás de doscientos años después de los acontecimientos de la Esfera de los Cuatro Espíritus, se avecina una gran batalla, provocada por un enemigo sin motivaciones ni rostro. Por necesidad, Inuyasha se prepara para regresar al hogar del clan ahora li...