parte 2

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Incluso humano, incluso con ese cabello oscuro y mejillas sonrosadas llenas de la sangre de esa mujer que tanto había odiado, Inuyasha podía sufrir ataques personales desde todos los ángulos sin que fuera necesariamente su orgullo lo que lo dejara en último lugar, victorioso.

Extendió su palma sin darse cuenta, apoyándola por un breve momento en su frente.

Sesshomaru sintió demasiado calor antes de que Inuyasha se alejara abruptamente, perturbado por ese contacto repentino.

- Tienes fiebre, acuéstate.-

- No cambies de tema, no tengo dos años. A partir de este momento...-

- Si no quieres que te traten como a un niño, no actúes como tal. Sentarse.-

- ¿Cómo puedes pasar de no tolerar mi presencia a preocuparte por mi temperatura? ¿Puedo saber qué problema tienes?

En un instante se encontró atrapado en la suavidad afelpada del mokomoko de su hermano y sí, por un breve segundo su corazón comenzó a latir salvajemente listo para un ataque. Intentó retorcerse, incluso rezó para que se activara su rosario, pero lo único que siguió fue un agarre delicado pero imperioso que lo obligó, aunque a regañadientes, a tumbarse en los asientos alrededor del fuego.

Sacándose el pelo de la boca, Inuyasha lanzó otra mirada furiosa al Daiyoukai.

- Te están engañando un par de haoris drogados, ¿lo sabías verdad?-

-¿Crees que no te mataré porque usas la ropa de nuestro padre?-

- Ya.-

- Él me crió, conozco su esencia. No tiene el mismo efecto en mí que en tu forma ordinaria.-

Liberando un brazo y luego el otro aunque con bastante incomodidad debido a las vendas que Naoki había apretado alrededor de su cuello, Inuyasha sonrió, obstinado.

- Como quiera, Sr. Coccola. No me culpes en cuanto sea de día.-

- Tú, más que nadie, sabes mi preferencia por otro tipo de demostración de cariño. Los que están sin ropa, Inuyasha.-

Demasiado simple , pensó el Señor de Occidente, ocultando una sonrisa de satisfacción ante la expresión mortalmente indignada del medio demonio. Tan malditamente insistente pero también tan fácilmente distraído.

Mencionar la luna azul fue la mejor manera de desviar la atención de Inuyasha.

Y también el más eficaz para sacar a la luz esa turgencia que enrojecía su rostro.

- Quítame esto de encima.-

- Te prefiero así.-

Las cejas de Inuyasha casi llegaban a la línea del cabello.

- Mantenido bajo control.- aclaró Sesshomaru.

- Ok, estás perdiendo la cabeza.- dijo su hermano, sacudiendo la cabeza para quitarle el haori al General - Tenemos que salir de este lugar, estos kimonos son demasiado poderosos.-

- Aún eres humano. Por la forma en que Takeo reaccionó incluso sin verte en persona, es mejor que pases la noche aquí. Ya casi es hora de amanecer.-

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