vii. Tough Energies

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VII   TOUGH ENERGIES

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VII   TOUGH ENERGIES


𓆉


BELLA SE DESPERTÓ EN SU HABITACIÓN, pero no sabe exactamente cómo llegó ahí. Se sentía el cuerpo pegajoso y la ropa de anoche estaba igual de sucia que su rostro. Bella recordaba ciertas cosas de su primera luna llena—Luella saltando al lago, ella incendiando un bosque y Sirius Black diciéndole que la entendía.

¿Qué tipo de universo paralelo era ese?

Entonces, lo recordó. La forma en que sus labios se acercaron a los de Black y cómo cayó desmayado a su lado.

—¿Quién me trajo aquí? —preguntó ella a Cleo, que se encontraba arreglándose frente al espejo, sin siquiera darse cuenta de que ya había despertado.

—Buenos días, dormilona —saludó Cleo—. ¿A qué te refieres? Viniste hace un par de horas y te metiste a la cama.

Luella.

Se desprendió de la cama, colocándose su gabacha de dormir encima y salió corriendo de la habitación. Cleo levantó las cejas, confundida, pero no dudó ni un segundo en seguirla.

Fuera de la sala común de Slytherin, el profesor Slughorn las detuvo a ambas.

—Mi hermana, la pequeña... —Bella trató de decir.

—Ella está bien, señorita Baxter —la tranquilizó el profesor, pero a Bella no le bastó—. James Potter y Sirius Black la encontraron flotando en el lago hace una hora, pero usted no había despertado.

—¡Debió haberme despertado!

—Bella... —intervino Cleo—, lo intentamos, pero no despertabas con nada. Comenzamos a creer que tuviste una larga noche.

Bella tragó en seco.

El profesor Slughorn asintió.

—Pero ya está aquí, señorita Baxter. Vaya con Pomfrey, su padre y hermana mayor ya está ahí.

Oh, Myrcella iba a matarla.


𓆉


    CUANDO BELLA PUSO UN PIE en la enfermería, Madame Pomfrey estaba dándole una poción a Luella en la boca mientras Myrcella observaba con sus brazos cruzados a la orilla de la cama y su padre acariciaba el cabello platino de su hermanita, con una sonrisa reconfortante en su rostro.

Lo primero que Bella hizo fue correr a abrazar a su padre. Y no puedes culparla, había tenido la peor noche de toda su vida; solo necesitaba un abrazo de su papá y asumiría cualquier responsabilidad.

—Oye, tranquila, niña —su papá esbozó una risa pequeña al sentir los brazos de su hija rodearlo por detrás con mucha fuerza—. Hola, pequeña, escuché que fue una noche dura.

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