viii. Half-Blood

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VIII   HALF-BLOOD

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VIII   HALF-BLOOD


𓆉



    SNAPE LE HABLÓ LA SEMANA ENTRANTE. Bella no quería ser quien le rogara por dirigirle la palabra, incluso si le dolía que su amigo la ignorara por estar con los chicos de Slytherin aspirantes a mortífagos. Cleo le había asegurado que ellos no eran malos, solo un poco asociales con los demás, pero fue Bella quien los miró aterrorizar a las niñas de Gryffindor de primer año, así que prefirió quedarse callada al respecto.

Honestamente, el asunto con Snape se complicaba cada día que pasaba, porque él no dejaba de hacer comentarios horribles sobre todo mundo. Es como si se hubiese convertido en otra persona.

Como hace tres días, en Encantamientos, cuando Charity Burbage falló en la pregunta que hizo Flitwick, él dijo:

—Deberían cortarle la lengua a todos lo que no tengan idea de este mundo, como ella.

Y Bella había contestado: —Literalmente eres mestizo, ¿de qué hablas?

Eso había ocasionado otro altercado que terminó con Severus fuera de la ecuación por segunda vez y Cleo respaldándolo, como siempre.

—Fuiste grosera con él, Bella, ¿quieres que te aplauda por eso?

—¿Yo? ¿Escuchamos lo mismo?

—¡Lo llamaste mestizo!

—¡Es lo que es! —exclamó ella—. ¡Él es mestizo, tú eres sangre pura! ¿Por qué les dan tanta importancia? Si nos cortamos el brazo ahora mismo lo que nos saldrá es la misma cantidad de sangre.

—¡No es el punto, y lo sabes!

Entonces, Cleo también se enojó con ella.

Ese percance la hizo sentirse muy patética, a decir verdad, y su única salida fue esconderse en la biblioteca mientras fingía leer ese aburrido libro de Tolstoy del que su padre tanto hablaba. Fingía, porque en realidad no le interesaba nada de lo que leía. Desayunaba más temprano que todos, disimulaba el almuerzo con alguna fruta robaba del desayuno y cenaba mientras jugaba a leer mientras Snape y Cleo se carcajeaban en la otra punta de la mesa.

Así que se encontró sola.

Bueno, no tanto.

—Está muy mal que no dejen a los de primero y segundo ir a Hogsmade, ¿sabes? Me encantaría ver a papá de vez en cuando. ¿Qué hacías cuando todos estaban en el pueblo menos tú?

—No lo recuerdo —respondió Bella, sin levantarle la mirada a Luella, quien se mantenía frente a ella haciéndole compañía en la solitaria biblioteca—. Y si ustedes no pueden ir es porque son muy pequeños.

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