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I THE SMARTEST
𓆉
𝕮UANDO ESTÁ EN HOGWARTS es cuando más Bella Baxter extraña su hogar.
Sabe que muchas personas ven a Hogwarts como su espacio seguro, dado a la cantidad de tiempo que pasan en el castillo, pero ella no lo hace y aún no termina de entender por qué. Es octubre, cualquier rastro de verano se ha esfumado tan rápido como llegó, meses atrás, y la sala común de Slytherin es bastante fría en comparación de lo que a ella le gusta, pero se ha acostumbrado a esa sensación de frío y humedad.
Bella extraña a su padre con todo su corazón, aunque no lo diga en voz alta y a ninguna de sus hermanas. Él es lo único que tiene desde que a mamá se la llevaron las olas (palabras de su padre, no suyas), y cada día teme haberlo dejado solo con la situación de guerra que se vive en el mundo mágico.
Sus padres se querían mucho, por supuesto, pero si las personas se enteraban de que su madre es (o era, no está segura) una sirena del tipo mágico—ya sabes, la luna llena le dio directo a la cara mientras nadaba en una extraña isla y de repente despertó con una cola de pez—, irían por ella y toda su familia, y Bella no quiere imaginarse todas las atrocidades que les harían solamente por ser diferentes.
A Bella le gusta pensar que mamá se fue para protegerlas, aunque no sea lo que los demás en casa piensen sobre ella.
Severus, que de hecho se encontraba a su lado en medio de la clase de Encantamientos, también pensaba que no era su culpa. Quizás era por eso que se llevaban tan bien, incluso si los demás decían que Severus se refugiaba en ella para que nadie lo molestara.
Bella no piensa que sea así.
—¿Por qué siguen insistiendo en que recibamos clases con Gryffindor? Ni siquiera así harán que me caigan bien.
Severus tenía esta actitud nada agradable con los Gryffindor de su época, excepto el amor de su vida, Lily Evans, quien de vez en cuando se juntaban para hacer los deberes y se saludaban en los pasillos. El resto de ellos, para Severus, eran mugre pura.
—¡Quejicus! ¡Y nosotros que creímos que te encerrarías en tu habitación por el bien de todos!
Especialmente esos chicos que se hacían llamar los merodeadores, conformados por Potter, quien le había apodado "Quejicus" a Severus; Black, que siempre tenía algo qué decir sobre el cabello de Snape y Pettigrew, que solamente era un arrimado a los tres. Lupin era el único decente y no muchas veces—Bella escuchó que fue él el de la idea de los sapos en la sala común de Slytherin, y muchas otras cosas más.
—Son las 8 de la mañana, Potter, ¿podrías irte amablemente a la mierda?
A James se le borró su sonrisa y tomó asiento a unas sillas detrás de ellos, con Peter Pettigrew siguiéndole como perrito. Remus se paró frente a ellos y suspiró hondo, apenado.
