Sal Y Azúcar

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20UNAS CLASES DE COCINAPOCO ROMÁNTICAS

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UNAS CLASES DE COCINA
POCO ROMÁNTICAS


Max y Emiliano habían decidido que era hora de una revancha en la cocina. Después del desastroso intento anterior de Max con su pastel holandés, Emiliano pensó que sería una buena idea compartir sus limitados conocimientos de cocina con él. Aunque, claro, ambos sabían que la verdadera motivación detrás de esas "clases de cocina" no era precisamente aprender a cocinar, sino pasar más tiempo juntos.

El ambiente estaba listo: delantales puestos, ingredientes en la mesa y una receta sencilla de galletas de chocolate elegida para evitar otro desastre. Sin embargo, lo que no sabían es que esa sesión culinaria se convertiría en un espectáculo inesperado.

Mientras Max intentaba medir la cantidad correcta de azúcar y Emiliano se concentraba en derretir el chocolate, un grupo de pilotos, liderado por Charles y Checo, apareció de la nada en la cocina.

-¿Qué están haciendo aquí? -preguntó Emiliano, sorprendido, mientras Charles se acomodaba en una silla cercana, con una expresión traviesa en el rostro.

-¡Escuchamos que hay un duelo de cocina en marcha! Vinimos a asegurarnos de que todo se haga con justicia. -respondió Charles, lanzando una mirada burlona a Max, quien rodó los ojos, ya acostumbrado a las intromisiones de su amigo.

-Sí, sí. Y para ser justos, necesitaremos un jurado imparcial. -añadió Lando, quien ya se había servido un vaso de agua como si estuviera en su propia casa.

Emiliano suspiró, resignado, mientras veía cómo los demás pilotos tomaban asiento alrededor de la mesa, listos para convertirse en jueces de lo que debía haber sido una actividad privada. Max, por su parte, trató de concentrarse en la receta, pero era evidente que la presión de tener un público no lo ayudaba mucho.

-No es un concurso, chicos. Solo estamos cocinando por diversión. -dijo Max, mientras intentaba sin éxito romper un huevo con una sola mano, lo que provocó risas entre los pilotos.

-Sí, claro. Pero queremos asegurarnos de que no terminen envenenados. -bromeó Checo, guiñándole un ojo a su hermano, quien apenas logró contener una risa.

Las cosas fueron de mal en peor cuando Charles comenzó a comentar sobre cada movimiento que hacían, como si estuviera narrando una carrera. Emiliano, que normalmente era bastante tranquilo, empezó a sentir la presión y cometió un error al agregar sal en lugar de azúcar a la mezcla.

-¡Eso no se ve bien! -exclamó Oscar, mientras Yuki fingía anotar algo en un papel imaginario, como si estuviera evaluando a los competidores.

Finalmente, después de una hora de caos en la cocina, lograron sacar las galletas del horno. El resultado fue... interesante. Las galletas tenían una forma extraña y un color un poco apagado, pero lo peor fue el sabor. La mezcla accidental de sal y azúcar había creado un sabor que ni siquiera los jueces más imparciales pudieron ignorar.

-Bueno... -dijo Charles, haciendo una mueca mientras masticaba una galleta-. Definitivamente saben... diferentes.

Checo trató de ser más amable, pero incluso él no pudo terminar su galleta. Lando, en cambio, se echó a reír, lo que provocó una reacción en cadena entre los demás pilotos.

Max y Emiliano se miraron, primero con vergüenza, pero luego comenzaron a reírse también. No era la noche perfecta que habían imaginado, pero ver a Max reírse, incluso después de otro desastre en la cocina, hizo que Emiliano se sintiera más conectado con él.

-Quizás deberíamos dejar la cocina y dedicarnos a las carreras, -dijo Max, sonriendo mientras se quitaba el delantal.

-O a comer fuera, -añadió Emiliano, riendo.

Los demás pilotos siguieron riendo y bromeando, pero cuando el grupo finalmente se dispersó, Max y Emiliano quedaron solos en la cocina, rodeados de galletas desastrosas y utensilios por todas partes.

-Tal vez no sea el mejor chef, pero al menos nos divertimos, -dijo Max, acercándose a Emiliano.

-Eso es lo que importa, -respondió Emiliano, sintiendo que, a pesar del caos, algo especial había surgido entre ellos esa noche.

Y así, entre risas, bromas y galletas quemadas, la relación entre Max y Emiliano continuó desarrollándose, incluso si cada intento de cocinar juntos terminaba en un desastre. Porque, al final, lo importante no era la perfección, sino las ganas de estar juntos, incluso cuando las cosas no salían como esperaban.

Mi Nuevo Vicio ▬▬ Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora