—Mira, Carmen, que no tengo idea de quien pudo haber sido, te lo digo en serio.—Pues bueno, Fina, si no tienes idea ya podrías empezar a investigar. A ver, hay que pensar... ¿últimamente has despertado alguna sonrisa o suspiro en alguien de la colonia? — su propio chiste hizo desbordante la risa que se le escaparía.
Fina puso los ojos en blanco exasperada por la ligereza con la que trataba el tema su amiga.
—No te pongas así, deberías estar contenta de haber provocado en alguien tan bonitos sentimientos como para mandarte ese poema. ¿En serio que no viste a nadie sospechoso merodear por las habitaciones ?
—Que no. Y es que lo he pensado mucho pero por el pasillo solamente he visto a la gente de siempre, y además no creo que ninguna se haya atrevido a pensar en mí de esta manera. "...esto es amor, quien lo probó lo sabe".
Se quedaron mirándose sin saber qué decir. Solamente unos segundos pasaron, entre el genuino desconcierto de Fina y la divertida mirada de Carmen cuando ésta última comenzó a sonreír burlonamente y por consecuencia le siguió la risa a la que su amiga se unió en un dejo de empatía. Ya eran pasadas las 10 y pintaba una mañana tranquila; comenzando con el cuchicheo dejaron correr los minutos sin percatarse que hacía más de una hora que habían abierto la tienda. De pronto una voz grave y autoritaria las cortó de tajo y las dos amigas pegaron un respingo asustadas. Plantada delante de ellas estaba su jefa quien por costumbre tenía cara de estar siempre de mal humor sobre todo cuando las encontraba riéndose o hablando cosas fuera de lo estrictamente laboral.
—¿Qué es tan divertido si se puede saber ?
De pronto el aire en la tienda se hizo denso, y nada causaba más impresión que ver la dureza de Marta de la Reina dirigirse precisa y afilada a sus dos empleadas. Su ceño fruncido y su mandíbula tensa decían que ese no era momento de reírse o seguir parloteando.
—Disculpe, Doña Marta, solo un mal chiste que nos ha contado Gaspar el otro día que est...
—Que sepan la mala impresión que da entrar y veros riéndose y cotilleando como si estuviesen en una verbena— atajó Marta sin dejar terminar de hablar a Carmen—. Fina, recuerdo haberte dejado volver a tu puesto de dependienta con la condición de que tu comportamiento fuese ejemplar— miró a la chica que de pronto se ruborizó y no dio más respuesta que un leve asentimiento y una vista clavada en el piso. Como el silencio parecía prolongarse, intuyó que debía levantar la cabeza y al momento de devolverle la mirada a su jefa vio algo que no pudo descifrar del todo ¿se había ablandado por una fracción de segundo?—. Vuelvo al despacho, me pasaré por aquí antes de la hora de la comida para ver cómo van— les lanzó una última mirada de reprimenda y se fue.
Una vez que Doña Marta se retiró, las dos amigas aún desconcertadas por su efímera aparición, decidieron ponerse a ordenar las estanterías sin decirse nada más. Fina, sin poder prestar atención a otra cosa que no fueran los versos que leyera esa misma mañana, fue ordenando los productos sin apenas saber lo que hacía, sin dejarse de preguntar quien habría podido dejar el papel debajo de su puerta sin señal de remitente y como destinatario su nombre escrito en bella caligrafía. Cuando vio la hoja doblada por la mitad pensó que era alguna carta vieja que se le había caído al remover su correspondencia la noche anterior. Y cuando lo levantó del suelo leyendo "Serafina" pensó que aquella letra le resultaba extraña a la vez que familiar, y que de ninguna manera había recibido alguna carta con esa forma de escritura. Dentro rezaba:
"Desmayarse, atreverse, estar furioso
Áspero, tierno, liberal, esquivo,
Alentado, mortal, difunto, vivo,
Leal, traidor, cobarde y animoso;
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Marta y Fina
RomanceEn esta historia trataré de recrear momentos de Marta y Fina que no mostraron en la serie pero que, siguiendo la naturaleza de su relación, pudieron haber pasado. Tratare de contar todo desde la perspectiva de Marta aunque puede que en algún momento...