Tormenta

440 31 1
                                    

El crepitante sonido de las gotas de agua chocando en el cristal no era tan intenso como el olor a tierra mojada que se filtraba por los resquicios de las ventanas. Una lluvia poco común de la estación cubría la luz natural del amanecer con un velo grisáceo aunque claro. Era tremendamente fácil dejarse arrullar por el sonido del agua que pronto comenzaba a llenar las canaletas para desbordarlas en una pequeña cascada. Pero era miércoles, y era un día de trabajo como cualquier otro; Fina se tallaba los ojos con el dorso de las manos y desconcertada fue cobrando conciencia de la lluvia cada vez más estrepitosa que hacía que las ramas de los árboles arañaran la ventana de la habitación. Aún sin incorporarse escuchó el movimiento de sus compañeras en sus respectivas camas haciendo crujir los resortes de los colchones.

— Madre mía la que va a caer— escuchó decir a Carmen ronca y perezosamente.

Fina cerró los ojos unos segundos para llenarse del aire matutino y finalmente se decidió a quitarse de encima las sábanas y levantarse. Otra vez a la realidad. Bostezó incontrolablemente mientras buscaba las pantuflas debajo de la cama.

— Hoy seguro que la tienda estará muy tranquila, con el tiempo que hace no creo que se dejen caer muchas clientas— dijo de pronto Claudia con una voz mucho más espabilada de lo que Carmen y ella estaban.

— Ya, y eso significa que Doña Marta nos pondrá a hacer mil actividades para mantenernos ocupadas— le contestó a su amiga bajándole de la nube, su jefa no era muy partidaria de dejarles tiempos muertos.

Comenzó a recoger sus cosas de baño con más prisa cuanto más despierta estaba, en la colonia si no corrías, podías quedarte esperando en la fila de las regaderas por mucho tiempo.

Dirigiéndose a la salida no lograba sentirse del todo lúcida y un nuevo bostezo quería salir hasta que un cuadrado blanco en el piso junto a la puerta parecía llamarle, frenando su paso. Aunque no era la primera vez que esto ocurría, el corazón le latió violentamente cuando al agacharse a recogerlo vio su nombre escrito pulcramente.

"Querida Fina: ..."

— Anda niña, muévete que si no, la María Fernanda y sus compinches nos ganan los baños— las palabras de Carmen que le llegaban desde atrás, le hicieron dar un respingo. El corazón le dio un vuelco, se giró rápidamente escondiendo la carta tras la espalda como si con ese simple acto pudiera mantenerla a salvo de la curiosidad de sus amigas—. ¿Qué es eso que llevas ahí? — inquirió su amiga tratando de rodearla sin éxito.

— Me han dejado otro anónimo— admitió derrotada previendo que no podría ocultárselo y lamentando no haber tenido oportunidad de leerlo si quiera con un poco de privacidad antes de contárselo a sus amigas.

— Vaya Fina, dos anónimos en menos de quince días— celebró Claudia como si aquello fuera un gran logro—. ¿Es otro poema? — la mirada inquisitiva de Claudia apremiaba y al ver que Carmen hacía lo mismo no encontró otra opción que enseñar la hoja de papel que se había maltratado un poco en su mano nerviosa.

— Querida Fina— comenzó a leer en voz alta—. Mis palabras no podrán jamás alcanzar a describirte el sueño hecho realidad que es verte dirigirme una sonrisa— tragó saliva y con el corazón palpitándole en los oídos de la emoción, continuó:— No me queda más que decirte que te pienso todo el tiempo, a veces con la mayor ilusión y esperanza, pero otras veces con el mayor de los miedos. Y aún así, no importa nada de lo que mis peores pensamientos me digan, el afecto que te tengo es infranqueable y he de admitir que cada día crece más. Si los temores no me terminan por aniquilar, mantengo la fe de un día decirte quién soy y quedar una tarde de paseo por las calles de Toledo; pero hasta entonces, espero puedas conformarte con estas pocas palabras, que si bien no son de un diestro poeta, sí son de alguien que te mantiene en su corazón y pensamiento a toda hora— cuando terminó un breve silencio ocupó la habitación en el que podía palparse la sorpresa y una feroz cavilación que casi podría pasar por recelo.

Marta y Fina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora