𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍 𝐀𝐂𝐓: you will not know my queen.

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EN AQUÉL LUGAR EL AIRE ERA POCO

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EN AQUÉL LUGAR EL AIRE ERA POCO. El sofocante sudor, la sangre y la oscuridad que el mismo tenía parecía impregnar cada centímetro del espacio. Las paredes eran de piedra, marcadas por los años, aunque sin que otras persona supieran las mismas absorbían los gritos apagados que se habían extinguido hacía tiempo, transformándolos en un eco distante, casi fantasmal; pues resulta ser que estaba recubierta por fuera con insonorización.

Sister caminaba alrededor de su víctima, con una sonrisa de malicia y pura satisfacción. Los dedos de la albina acariciaban la hoja de un cuchillo, disfrutando de la fría sensación del metal contra su piel, mientras sus ojos azules brillaban con un fuego que rozaba lo demente.

Su cabello blanco caía en suaves ondas, contrastando con la palidez de su piel, creando una imagen que era tanto angelical como aterradora. A su alrededor, las herramientas de su oficio estaban esparcidas, cada una con su propósito único y oscuro. Agarró una de las pinzas con firmeza, y con un gesto lento, casi ceremonioso, comenzó a trabajar.

El hombre frente a ella, atado con cadenas que cortaban profundamente en su carne, apenas podía contener los gritos de dolor que luchaban por salir de su garganta. Su cuerpo estaba cubierto de moretones y cortes profundos, algunos tan recientes que la sangre aún goteaba lentamente de ellos, mientras otros ya comenzaban a coagularse, formando costras repugnantes que se mezclaban con el sudor. Los gemidos ahogados que escapaban de sus labios eran apenas audibles, una triste representación de la resistencia que había sido aplastada implacablemente.

—Me encanta ver cómo intentas aguantar... oh, es increíble que ahora estés llorando y nada más ayer querías saber quién era la nueva mujer del jefe con tus trucos de nerd—murmuró Sister, impregnando su voz de una dulzura enfermiza—, pero todos ceden al final. Todos imploran... y tú no serás la excepción.

Su tono era casi maternal, pero la crueldad de sus acciones contradijo esa fachada. Con precisión casi artística, aplicó más presión sobre la herida abierta, girando la pinza dentro del corte hasta que el hombre chilló de dolor. Los ojos de la peliblanca se cerraron un poco mientras dejaba que la sensación de poder la recorriera. La albina se mordió el labio inferior, reprimiendo un gemido de puro placer mientras sentía cómo el calor se acumulaba en su cuerpo. Cada grito y cada gemido de desesperación era como una caricia para sus sentidos, alimentando esa parte oscura y profundamente retorcida de su ser. Su cuerpo comenzaba a reaccionar de la manera que tanto amaba y odiaba, su piel se calentaba, y un cosquilleo bajo su vientre la obligaba a presionar sus muslos juntos, intentando, en vano, calmar la creciente necesidad que la tortura provocaba en ella.

Pero no había manera de detenerlo. Sister estaba completamente entregada al placer que el sufrimiento ajeno le proporcionaba. Sus pezones se endurecieron bajo la delgada tela de su ropa, y una humedad familiar se acumuló entre sus piernas, intensificando cada uno de sus movimientos. La mano que no sostenía la pinza se deslizó sin pensar hacia su muslo, acariciando suavemente la piel sensible, mientras sus ojos no se apartaban ni un segundo de la cara retorcida de su víctima.

❝𝐓𝐑𝐔𝐌𝐏𝐄𝐓❞ shicca edition!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora