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REBECCA CERRÓ LA PUERTA DE SU HABITACIÓN CON UN LEVE GOLPE. El sonido del cerrojo al encajarse la hizo suspirar para sus adentros. Se dejó caer en la cama, pero ni siquiera aquél suave colchón le ofrecía algún tipo de calma o consuelo como se lo esperaba. Sus pensamientos giraban en torno a la oferta de Shiki: una vida lujosa a cambio de su libertad, una puta paradoja que no podía entender del todo.
Miró a Happy, que dormía plácidamente en la cama, envuelto en sus sueños en donde tal vez era un robot. Su sereno y tranquilo rostro le hacía sobrepensar mucho. Happy era su razón de ser, el faro en la oscuridad que no le había dejado derrumbarse como una jodida estúpida. Necesitaba tomar una desición, pero es que aquello eran tan malditamente abrumador ¿Cómo podría cambiar su vida sin fallarle a él?
La rubia se levantó de la cama dando un suspiro desde el fondo de su garganta y se dirigió hacia la ventana. Observó el cielo nocturno lleno de estrellas brillantes que parecían tan insignificantes como su futuro que para ese momento era incierto. La luz de la luna proyectaba sombras suaves en la habitación entreteniendola.
Sin más se sentó en el alféizar de la ventana, dejando que la brisa fresca de la noche acariciara su rostro. Y dejó que sus pensamientos la llevaran de vuelta a la conversación con Shiki.
Ella había sentido no solo una sino que sintió dos emociones en su pecho en ese instante: asco y seducción. Seducción por la propuesta y asco hacia sí misma por tener tantas ganas de aceptar y llevar una vida fácil. No podía negarlo. Esa jodida propuesta era muy tentadora, pero siempre había algo más que no se mencionaba en un acuerdo. Siempre.
Se dio un tiempo a sí misma para pensar. ¿Qué significaba realmente estar a su lado? ¿Qué tipo de libertad perdería al aceptar su propuesta? Se imaginó la propuesta de forma diferente y sin estar tan asustada tratando de pensar en que no era tan grave.
—¿Y qué esperas a cambio? —había preguntado, tratando de mantener la calma.
Él había sonreído. —Tu lealtad y tu compañía. Quiero que seas mi esposa, que estés conmigo en todos los aspectos de mi vida.
Cuando terminó de divagar aquello un escalofrío recorrió toda su espina dorsal. Sólo era una puta propuesta, podía rechazarla. Pero claro: es un mafioso que podría reventar sus sesos si no hacía lo que le pedía. Sólo a ella le pasaban esas cosas, jodida vida llena de desgracias. Si aceptaba se tendría que hacer cargo de un compromiso que iba más allá de lo personal. ¿Estaba dispuesta a sacrificar su libertad por la promesa de una vida de lujo?
↯
Habían pasado dos días. No hubo ningún encuentro con aquél sujeto y eso la tenía aún más paranoica pues cada que salía temía a encontrarlo. Llegó de la tienda de conveniencia con comida para hacer, a duras penas se estaba manteniendo con lo último que había ganado en el club. Miró a Happy, que la esperaba en la puerta con entusiasmo. Su inocencia y alegría la ponían feliz. Al menos lo tenía a él.
