El beso

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El reloj de la oficina marcaba exactamente las 10:37 am, pero para Spencer Reid, cada segundo desde aquel beso se había sentido como una eternidad. Una semana había pasado desde aquel momento en el que finalmente se rompió la tensión que llevaba meses creciendo entre ustedes. Fue un beso apasionado, desesperado, lleno de emociones reprimidas. Había sido un acto inevitable, como si ambos hubieran estado esperando ese preciso instante durante demasiado tiempo.

El recuerdo era vívido en su mente. Sentía aún la presión de tus labios contra los suyos, la manera en que tus dedos se enredaron en su pelo, atrayéndolo hacia ti, como si temieras que ese momento pudiera desvanecerse en cualquier instante. Fue una explosión de sensaciones, un torbellino que lo había dejado sin aliento. En esos segundos, se perdió en ti, en el calor de tu cuerpo, en la intensidad de tu mirada.

Pero luego, todo se había desplomado.

Cuando se cruzaron las miradas después del beso, algo cambió. La chispa que encendió ese momento se apagó abruptamente y te apartaste de él con una expresión que Spencer no había sido capaz de descifrar del todo. En ese instante, supo que algo no estaba bien.

Desde entonces, la incomodidad entre ambos era palpable, un dolor sordo que se manifestaba en cada silencio, en cada mirada evitada

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Desde entonces, la incomodidad entre ambos era palpable, un dolor sordo que se manifestaba en cada silencio, en cada mirada evitada. Spencer no tenía idea de cómo actuar a tu alrededor. No sabía qué decir, cómo comportarse, cuando abría la boca para hablar, las palabras simplemente no salían.

Era como si la caja de Pandora se hubiera abierto y ahora no pudiera cerrarse, no pudiera volver a contener lo que había salido de ella. La tensión que antes había estado presente de manera sutil, ahora se había transformado en un dolor constante. Era un dolor que compartían, lo sabía. Lo veía en tu mirada fugaz cuando pensabas que él no estaba prestando atención. Sabía que también lo sentías, que te estabas conteniendo tanto como él, pero ninguno de los dos parecía capaz de dar el siguiente paso.

Los días en la oficina eran una tortura. Pasaban el uno al lado del otro como fantasmas, como si nada hubiera pasado, aunque ambos sabían que algo muy real y poderoso había cambiado entre ustedes. La dinámica en el equipo se mantenía, pero Spencer notaba las miradas curiosas de sus compañeros. Sabían que algo estaba mal, aunque ninguno se atrevía a preguntar directamente.

Y entonces, estaban esos momentos en los que sus manos casi se tocaban al alcanzar un expediente, cuando sus miradas se cruzaban accidentalmente en una reunión, cuando el timbre de su voz decía tu nombre y resonaba en el aire con un eco que solo él parecía escuchar. Eran momentos breves, insignificantes para cualquiera que los viera desde fuera, pero para Spencer, cada uno de esos instantes era una punzada de dolor, un recordatorio de lo que había pasado y de lo que nunca podría volver a ser.

Se había acostumbrado a analizar, a desglosar sus sentimientos en piezas lógicas, en razones y consecuencias. Pero esta vez, no había forma de analizar lo que sentía. Era un caos emocional que no podía ordenar, y eso lo aterrorizaba. El beso había abierto un abismo entre ustedes, uno que no sabía cómo cruzar.

Finalmente, una noche, mientras estaba solo en su apartamento, Spencer se dio cuenta de que no podía seguir así. Sabía que la tensión entre ustedes no desaparecería simplemente ignorándola. Tenía que enfrentar lo que había pasado, tenía que hablar contigo. Aunque el miedo a perderte, a destruir cualquier posibilidad de lo que alguna vez tuvieron, lo paralizaba, Spencer sabía que no podía seguir huyendo.

Al día siguiente en cuanto te vio se quedó delante de ti, cogió aire... y volvió a pasar, no pudo hablar. Tu estabas delante suya mirándole y entonces hablaste "Ese beso... F-fue real... No se si... quizás no fue lo más correcto..."

Te encontraste dando un paso hacia ella, "No quiero perderte..." vulnerable, casi ignorando lo que había dicho.

"Yo tampoco quiero..." dijo suavemente, dando un paso más hacia él.

Spencer se acerca aún más, hasta que ya no hay espacio entre vosotros. Lentamente, como si temiera romper el hechizo, levanta una mano y la coloca en tu mejilla, acariciándola con el pulgar. "Entonces... ¿podemos intentarlo de nuevo?" pregunta alzando las cejas con su voz cargada de una mezcla de timidez y esperanza.

Respondes colocando una mano sobre la suya, inclinando tu rostro hacia su palma. "Sí" susurras.

 "Sí" susurras

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Y entonces, despacio, sin la urgencia del primer beso, te inclinas hacia él. Sus labios encuentran los tuyos una vez más, y esta vez no hay duda, no hay miedo. Es un beso suave y tierno, lento. Lleno de la promesa de un nuevo comienzo. La tensión que había estado entre ustedes comienza a desvanecerse, reemplazada por algo más profundo, algo que ambos saben que valdrá la pena explorar.

One Shots || Spencer ReidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora