Beso tardío

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Lleváis siendo amigos desde hace un par de años. Bueno, él diría "2 años, 4 meses, 9 días", exactamente. Y aunque nunca se han traspasado los límites y ninguno ha querido ir más allá de alguna manera sabéis que algo más hay. Sin querer admitirlo, porque implicaría cambios de dinámica y eso es demasiado complicado.

Era una mañana tranquila en tu pequeño piso, pero tú estabas de todo menos tranquila. El desorden de libros, cojines y alguna que otra taza de café vacía esparcida por el salón, era testimonio de tu búsqueda frenética. Habías estado buscando tu libro favorito durante días, y la frustración estaba comenzando a apoderarse de ti. Spencer, como el buen amigo que era, se había ofrecido a ayudarte, porque esto realmente era un drama para ti.

La razón por la que ese libro era tan importante para ti era más que sólo su contenido. Era una hermosa edición que habías comprado hace años; con una encuadernación que te hacía sentir segura, los relieves de su portada, su textura. Al abrirlo te invadía un olor reconfortante, y cada palabra en sus páginas te abrazaban cuando más lo necesitabas. Era tu refugio, tu pequeño escape cuando el mundo se volvía demasiado ruidoso o confuso.

Spencer estaba agachado, inspeccionando el montón de cajas que habías apilado en una esquina, mientras tú revisabas una estantería por cuarta vez, esperando que de alguna manera el libro se materializara por arte de magia. No podías evitar sentir un nudo en el estómago, temiendo que realmente se hubiera perdido para siempre.

Entonces, de repente, Spencer rompió el silencio.

"Lo tengo, estaba tras esta caja, debe haberse caído. Deberías ser más ordenada..."

Giraste sobre tus talones, viendo cómo Spencer se levantaba con el libro en sus manos, tan intacto como la última vez que lo habías visto. La mezcla de alivio y alegría fue tan abrumadora que las palabras salieron de tu boca antes de que pudieras detenerte.

"¡¡Dios mío!! ¡¡Gracias!! ¡¡Podría besarte ahora mismo!!"

El silencio que siguió fue palpable. Spencer se quedó quieto, sus ojos muy abiertos mientras te miraba, como si estuviera tratando de descifrar si realmente habías dicho lo que él pensaba que habías dicho.

"¿E-en serio...?" Preguntó. El tono de su voz estaba lleno de una mezcla de sorpresa e incredulidad, te hizo darte cuenta de lo que habías insinuado.

Tu reacción fue inmediata, riéndote un poco para suavizar la tensión que notaste en él, quitándole importancia.

"Bueno, es sólo una forma de hablar, Spencer."

Él asintió lentamente, pero había algo en sus ojos, algo que no habías visto antes, y por un momento, parecías ver a través de su fachada calmada y racional.

"Ah, ya, vale... Sí, claro." Respondió, pero su voz tenía un matiz diferente, uno que casi parecía... decepcionado.

Llevaban siendo amigos desde hace un par de años. Bueno, él diría "2 años, 4 meses, 9 días", exactamente. Y en todo ese tiempo, habías construido una amistad que te resultaba invaluable. Compartían casi todo: largas conversaciones sobre los temas más diversos, noches de películas y discusiones sobre literatura que se extendían hasta la madrugada. Pero había una línea, una línea que ninguno de los dos había cruzado, y por alguna razón, la idea de cruzarla siempre había parecido aterradora.

Mientras te sentabas en el sofá, sosteniendo el libro que finalmente habías recuperado, te diste cuenta de que la habitación estaba envuelta en un silencio incómodo. Spencer se había sentado a tu lado, pero estaba mirando fijamente al suelo, claramente perdido en sus pensamientos.

Tu corazón comenzó a latir con fuerza, y te maldijiste en silencio por haber hecho un comentario tan impulsivo. Sin embargo, había algo en su reacción que no podías ignorar. Esa chispa de vulnerabilidad en sus ojos, ese tono en su voz... ¿Podría ser que Spencer había estado esperandolo, quizás incluso deseandolo? Eso te hizo consciente de cuanto lo deseabas tu.

La tensión entre ustedes era palpable ahora, y sabías que, por mucho que intentaras ignorarlo, algo había cambiado en el aire. Había algo más entre vosotros, algo que ninguno de los dos había querido admitir, pero que ahora te parecía imposible de seguir ignorando y no sabías como volver a atrás.

Decidiste tomar una respiración profunda y romper el silencio, sintiendo que si no lo hacías, la incomodidad seguiría creciendo. Y sin darte cuenta las palabras surgieron, no lo pensaste.

"Spence..." Dijiste, tu voz temerosa, casi inaudible. "Creo que... Podría besarte ahora mismo..."

Se giró para mirarte con sus intensos ojos marrones. El silencio se prolongó, pero esta vez no era incómodo. Podías sentir cómo el tiempo se ralentizaba, cada segundo cargado de una tensión tan palpable que parecía casi tangible. Mantuvo la mirada, esa mirada que siempre había sido un refugio para ti, llenos de inteligencia y calidez.

"¿E-en serio...?" Susurró, como si temiera que fuera una broma o un error. Como si quisiera asegurar que esta vez lo decías en serio.

Tu cabeza se movió lentamente de arriba abajo confirmando, podías sentir que el calor subía por tu cuello hasta tus mejillas. Tu corazón latía tan fuerte que estabas segura de que él también podía escucharlo. Pero no podías retroceder ahora, no querías.

Spencer no dijo nada más. No hacía falta. Lentamente, como si temiera romper el hechizo que los envolvía, se inclinó hacia ti en un movimiento cuidadoso, pero sus ojos nunca se apartaron de los tuyos, buscando algún rastro de duda. No lo había.

Cuando sus labios finalmente rozaron los tuyos, fue como si todo lo demás desapareciera. El mundo exterior dejó de existir; no había ni tiempo ni espacio, solo ese momento, solo tú y Spencer. El beso fue suave, casi como una pregunta, buscando una respuesta que ambos ya conocían. Era un beso que llevaba años en construcción, lleno de todas las palabras no dichas y los sentimientos no admitidos. Y en ese instante, supiste que todo había cambiado, pero a mejor.

Te encontraste acercándote más, tus manos encontrando su camino hasta su cuello, mientras él dejaba caer el libro, ya olvidado, para enredar sus dedos en tu cabello. El beso se profundizó, se volvió más seguro, más urgente, como si ambos estuvieran tratando de compensar el tiempo perdido.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban entrecortadamente, pero sus frentes permanecieron juntas. Una pequeña sonrisa se formó en tus labios, y notaste que Spencer también sonreía, aunque con un toque de timidez que lo hacía aún más encantador.

"Creo que... debería haberte besado hace mucho tiempo." Murmuraste, sin atreverte a romper completamente la cercanía entre ustedes.

Spencer soltó una risa suave, su voz cálida contra tu piel. "No estoy seguro de por qué hemos esperado tanto..."

Lo miraste, y en sus ojos encontraste la misma mezcla de alivio, alegría.

"Entonces... ¿esto significa que te puedo besar cada vez que encuentre un libro perdido?" Preguntó con un tono pícaro.

Le diste un pequeño golpe en el brazo, riendo. "No hace falta que pierda un libro para que quieras besarme, Spencer."

Sus ojos brillaron con una ternura que te hizo derretirte. "¿Puedo besarte ahora, entonces?"

Asentiste, sin dudarlo un segundo, y cuando sus labios encontraron los tuyos nuevamente, supiste que no importaba cuántas veces se besaran, siempre sería especial, intenso, como ese primer beso. De repente no sentías la necesidad de refugiarte en tu libro. Sentías que estabas donde querías estar. La incertidumbre y las dudas se desvanecieron, fuiste consciente que, por primera vez en mucho tiempo, estabas exactamente donde querías estar, donde todas las piezas encajaban a la perfección, en los brazos de Spencer Reid.

One Shots || Spencer ReidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora