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Al salir de la carpa de la tortura, fueron interceptados por el grupo de maniáticos de Buggy.

—De esto estaba hablando —dijo Zoro sacando sus espadas completamente dispuesto a pelear.

Los tres definitivamente hacían gran equipo por más de que lo negaran, se veían como héroes golpeando y derrotando a los payasos, como si hubieran luchado toda su vida juntos.

—¡Ve por Luffy! —dijo Zoro al ver que no les alcanzaría el tiempo si los tres seguían ahí—. Terminaremos esto—la pelinaranja asintió y golpeó a uno antes de salir corriendo a la carpa principal.

Ahora eran los dos contra casi diez piratas armados con mazos, machetes, bates, etc.

Zoro se movió con la precisión y velocidad de un tigre, cortando a los enemigos que se acercaban con una destreza impresionante. Sus dos espadas parecían danzar en sus manos, bloqueando ataques, desarmando oponentes, y cortando a través de la multitud de piratas como si fueran nada. Cada movimiento era calculado, cada corte perfectamente ejecutado mostraba perfectamente sus años de entrenamiento.

Hani, a su lado, luchaba con igual ferocidad. Su espada era una extensión de su cuerpo, y su estilo de lucha era una mezcla de gracia y brutalidad. Mientras Zoro enfrentaba a los enemigos de frente, Hani se movía con agilidad, esquivando ataques y contraatacando con una rapidez que dejaba a sus oponentes sin tiempo para reaccionar. En un solo movimiento, giró sobre sí misma, cortando a tres piratas que intentaban rodearla.

Cuando el último oponente cayó al suelo, el campo de batalla quedó en silencio.

Hani, con la respiración agitada, se giró hacia Zoro, encontrando su mirada. A pesar del cansancio, una sonrisa coqueta se dibujó en sus labios, una que esperaba captar al espadachín desprevenido, tal como había hecho tres años atrás cuando se encontraron por primera vez.

Pero Zoro no cedió.

—Sí, Zoro. A mi también me da mucho gusto volver a verte —dijo en broma.

—Debo ir por mis compañeros.

—¿Ya tienes tripulación?

—No somos trip...

En lugar de terminar, él rodó los ojos y apartó la vista, endureciendo su expresión. Sin decir una palabra, comenzó a caminar hacia la carpa donde sabían que Nami y Luffy estaban.

Hani soltó una pequeña risita, el peliverde aún parecía ser un malhumorado.

Ya adentro...

La enorme caja de cristal llena de agua se rompió gracias a Nami y Luffy pudo salvarse de una muerte segura por ahogamiento.

—¡Ya llegamos payaso de mierda! —gritó Hani. Pero lo único que pudo hacer es fruncir el ceño al verlo en el suelo.

—Mi mapa... —dijo Buggy cuando vio que el menor lo había expulsado por la boca.

—¡Mi sombrero!

Ambos se arrastraron hasta llegar a su objetivo.

Luffy se aferró a su sombrero de paja y Buggy reía victoriosamente por tener en sus manos el mapa.

Zoro, Nami y Hani se acercaban poco a poco, preparados para cualquier movimiento que pueda hacer el payaso.

—¿Quieres un pedazo de mi? A ver qué traes.

Buggy intentó un último ataque al ver que sus maniáticos ya no vendrían, dividió su cuerpo en múltiples partes para confundir a sus oponentes.

—Pero qué asco... —exclamó Hani cuando diferentes pedazos del payaso se encontraban volando al rededor de ellos, dejándolos sin escape.

Sunsets [Roronoa Zoro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora