Gracias a Luffy, ahora se encontraban siguiendo a un chico muy agradable de nombre Usopp. Según sus palabras, su mejor amiga era millonaria y dueña del barco que dejó a Luffy completamente maravillado.Luego de unos cuantos minutos caminando llegaron a una mansión, pero Usopp los llevó por la parte trasera,
osea el jardín. Sospechoso, pero para el capitán nada es sospechoso. Confiar ciegamente en las personas haría que sus muertes no estén tan lejanas. Hablando de tiempo, claro.—Nunca había visto una casa tan grande —dijo Luffy, admirado por la enorme mansión que al parecer le pertenecía a la amiga de Usopp.
—Impresionante ¿verdad?. Kaya me invitó abiertamente a venir cuando yo quisiera.
—¡Guau! ¿Todo esto solo para una persona?
—Bueno, vive con su mayordomo y un par de empleados.
Luffy se asomó al borde de un pozo para ver el fondo.
—Oye, si eres invitado especial, ¿por qué rodeamos por atrás?
—Oh, nunca uso la entrada principal. La mía está reservada para gente importante y especial.
—Nah, no te creo —dijo Hani y el moreno solo soltó una sonrisa nerviosa.
Detrás de ellos iban Nami y Zoro, quienes no creían ninguna palabra que soltaba Usopp.
—Uy. De hecho, hay una entrada mucho más exclusiva por allá —se dio la media vuelta al ver a dos sirvientes cortando unos arbolitos en maceta.
El de peinado raro lanzó una especie de machete que se clavó entre los pies del chico.
—¿Qué carajo haces aquí? —preguntó notablemente enojado.
—Buchi, amigo. Eh, Kaya me espera —respondió nervioso.
—Otra de tus mentiras —lo jaló por cuello de la camisa —. Sabes que no eres bienvenido aquí.
—Oh, no sabía nada de eso. Hoy vine a darle un regalo especial a Kaya —trataba de explicar.
—¡Usopp! —se escuchó al fondo y el tal Buchi lo soltó y la otra sirvienta acomodó el trapeador.
Los cuatro amigos se miraron extrañados por lo que estaba pasando frente a ellos.
—Es una maravillosa sorpresa —era una rubia con vestido rosa, acompañada de su mayordomo.
—¡Kaya! Feliz cumpleaños.
—¿Viniste a contarme otra historia?
—Algo mejor, traje a mi tripulación —señaló a los cuatro de atrás, quienes seguían confundidos por la escena.
—¿Habla de nosotros? —preguntó Luffy.
—Es un gusto conocerlos —dijo maravillada—. Oh, qué descortés de mi parte. Por favor, quédense a cenar...
—Señorita Kaya, es un poco apresurado. Temo que la cocina no preparó nada para más invitados —dijo el mayordomo notablemente disgustado por la idea.
—Por favor Klahadore, es mi cumpleaños. No debe ser difícil, ¿verdad? —la dulce voz de Kaya logró convencer al malhumorado mayordomo.
—Por supuesto, señorita Kaya. Lo que sea por usted — respondió.
A pesar de lo tierna que se pudiera ver la escena, Hani se sentía incómoda cada que veía al mayordomo. No le daba buenas vibras.
—¡Genial! —exclamó Luffy—. ¡Vamos a comer!
