Capítulo cinco: Notas de ilusión [Parte II]

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Lentamente, y no sin dificultad, [Tn] levantó los pesados párpados y los fijó en el oscuro techo

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Lentamente, y no sin dificultad, [Tn] levantó los pesados párpados y los fijó en el oscuro techo.

Las suaves notas de una melodía desconocida llegaron a sus oídos. Un niño de ojos azules y cabello como el sol la observaba, sonriendo. Ella le devolvió el gesto y tomó la suave y cálida manita que él le ofrecía.

Miró la pequeña y redonda carita con mofletes tan rojos como una manzana. Era tan perfecto...

—Qué lindas alas —dijo [Tn], notando la larga e inmaculada túnica del infante—. Resplandecen con luz cegadora

—Ven conmigo, [Tn] —le pidió, con una voz que la hizo sentir en paz, arrullada por una calidez que la elevaba sin levantarla del piso de madera.

[Tn] ni siquiera advirtió la sensación de mareo, y se dejó guiar del niño cuya risa parecía la de un ángel inocente pero juguetón, que la llevaba a... ¿a dónde la llevaba? ¿Y quién era el niño? Eso no importaba. La hacía sentir feliz, muy feliz.

De repente se encontró en el oscuro pasillo, sola. ¿Dónde estaba el niño?

—Ángel... —murmuró, buscándolo con su mirada errática—. Se fue volando. Seguramente se fue volando porque es un ángel. Sí —sonrió, mientras avanzaba apoyando en la pared de madera la mejilla y las palmas de las manos.

Daba un paso lento, pero seguro, uno tras otro, dejando que la voz y la angelical risita del niño fuesen su guía.

Su sonrisa febril se ensanchó cuando miró al chiquillo, que quizá no tendría más que cuatro años, corriendo hacia la puerta comunicante con el salón de estar. Él la llamaba por su nombre, y le pedía que lo siguiera.

Y de repente, aquella divina voz fue reemplazada por música que parecía provenir de otra época, de otro mundo.

Apoyada en el marco de la puerta, [Tn] se quedó quieta, observando la escena frente a ella.

¿Qué era ese resplandor? ¿Qué era esa luz llenando el espacio?

Parpadeó con pesadez para aclarar su vista, y sonrió nuevamente porque lo había alcanzado. Ahí estaba el niño, sentado frente al viejo piano en la oscura y modesta sala de estar. Sus dedos se movían sobre las teclas con una gracia casi sobrenatural, como si cada uno de ellos tuviera vida propia y estuviera siguiendo una melodía que solo ella podía escuchar.

La mirada arrobada de [Tn] no se desviaba a diestra ni siniestra. Era precioso, sí, el niño era precioso.

Sin poder atreverse a interrumpir el momento, se quedó en silencio contemplando las resplandecientes alas de plumas inmaculadas que de momento a otro se volvieron dos brazos largos y fuertes, cubiertos por una vieja camisa de color grisáceo.

No sabía cómo, ni qué era, pero en su delirio, decidió que algo había cambiado. ¿No seguía ella a un niño? ¿Dónde estaba el pequeño angelito?

EL PRÍNCIPE FUGITIVO ━━ [En curso] 《41》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora