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"Ahora son 99"


Kai, vestido con una camisa blanca y pantalones sin nada, se sentó en la silla mientras Nathan se paraba a su lado horrorizado, presenciando la masacre frente a él.


"¿Por qué no te quedas ahí?", ordenó Kai al único miembro de la pandilla que quedaba, que temblaba de pie sobre montones de cadáveres de sus compañeros.


Desde su perspectiva, todo había sucedido en un instante.


Como cualquier otra noche, acababan de recibir un cargamento de armas que estaban boxeando, y al día siguiente casi todos fueron masacrados sin poder emitir un solo grito, sus cuerpos cortados por la mitad.


Los pocos que quedaron se quedaron agarrándose las heridas, jadeando, con los ojos abiertos de terror mientras se desangraban en el frío suelo de cemento. La habitación apestaba a sangre y miedo, el hedor era abrumador.


Entonces, el hombre con tatuajes locos y una sonrisa malvada entró mientras le ordenaba al hombre a su lado que le trajera una silla, después de lo cual fueron atormentados con diferentes formas de muerte como si todo fuera solo un juego para él.


—¿Lo rompí? —preguntó Kai, inclinando ligeramente la cabeza mientras observaba al pandillero tembloroso. El hombre apenas se mantenía firme, el sudor le caía por la cara y sus ojos se movían rápidamente por la habitación como si buscara una vía de escape que no existía.


Nathan, de pie cerca, apenas podía ocultar su horror y disgusto. Nunca había visto tanta brutalidad de cerca, y la absoluta naturalidad con la que Kai despachó a estos hombres era profundamente inquietante.


Kai suspiró y se levantó de su silla. —Dije que te movieras un poco a la derecha.


El pandillero se tambaleó para obedecer, sus rodillas casi cedieron debajo de él, sus ojos ya no reflejaban ninguna emoción.


—Bien —Kai agitó su dedo mientras cortaba la viga de metal sobre la cabeza del pandillero con un movimiento preciso, haciendo que colapsara con un estruendo ensordecedor sobre el hombre mientras moría instantáneamente.


Puntos de muerte: 100/100


—¿Te gustaría recuperar un dedo ahora? La voz del sistema resonó en su cabeza mientras Kai sacudía la cabeza.


"Hmm... así que incluso las muertes indirectas causadas por mí cuentan", reflexionó Kai en voz alta, con una sonrisa satisfecha extendiéndose por su rostro.


Nathan, todavía conmocionado, apenas podía procesar lo que acababa de suceder. La finalidad de la muerte del último miembro de la pandilla, aplastado por la viga que caía, era casi demasiado para él.


"¡Vámonos!", ordenó Kai, alejándose de la masacre que había causado.


Nathan, todavía temblando, se apresuró a seguirlo, lanzando una última mirada horrorizada a la carnicería detrás de ellos. El almacén, una vez lleno del zumbido de la actividad ilícita, ahora era una tumba silenciosa. El aire, cargado con el olor a sangre y muerte, parecía aferrarse a él mientras salía al aire fresco de la noche.

Marvel: Yo soy SukunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora