Marvel: Yo soy Sukuna

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Después de un largo viaje de regreso desde Afganistán, Kai, Tony y Yinsen, que se encontraba ilegalmente en los Estados Unidos, se subieron a un coche que Nathan ya había preparado en el aeropuerto. Se dirigieron hacia la Mansión Stark en Malibú.

A pesar de las advertencias de Yinsen, Tony insistió en que podía ocuparse de sus problemas médicos él mismo. Kai, indiferente a la condición de Tony, se sentó en silencio, concentrado en el juego de su teléfono. Su mente estaba únicamente en adquirir la división de armas de Stark Industries y salir de este enredo.

El coche aceleró por la carretera costera, el paisaje se volvió borroso mientras conducían. Los pensamientos de Kai se desviaron hacia los documentos legales que ya habían preparado sus abogados. Todo lo que necesitaba era la firma de Tony para asegurarse el control.

A diferencia de su brutal adquisición de las operaciones de Fisk, tuvo que gestionar esta adquisición dentro de los límites de la legalidad. Abrirse camino a muerte en el negocio de Tony no era una opción; requería un enfoque más estratégico.

Nathan había sido una espina constante en su costado, regañando por la disminución de los fondos de la organización desde que Kai tomó el control y desmanteló la mayoría de las operaciones ilegales de Fisk. Adquirir la división de armas de Stark resolvería sus problemas financieros y le daría la influencia necesaria para silenciar las incesantes quejas de Nathan.

Al llegar a la Mansión Stark, Tony salió del auto primero, seguido por Yinsen y luego Kai. Nathan los recibió en la puerta, su expresión era una mezcla de alivio y frustración. Rápidamente tomó a Kai a un lado.

"Señor, ¿ni siquiera pudo dejarme tener un solo día libre?" Nathan siseó, en voz baja.

Kai le lanzó una mirada fría. "Deje de quejarse... He resuelto el problema que me ha estado molestando desde el primer día, así que ¿qué más podría pedir?"

Los ojos de Nathan se abrieron de par en par. "¿Hablaba en serio sobre eso, señor? No creo que vaya a ser tan fácil"

Kai sonrió. "Todo lo que necesito es la firma de Tony, ¿verdad? Y estoy seguro de que tú te encargarás del resto"

Nathan dejó caer los hombros solo de pensar en la cantidad de papeleo que se necesitaría solo para la transferencia y, sin mencionar, mantener a todos a bordo con los cambios y el turno era un desafío completamente diferente.

Pero no pudo evitar admitir que esto les daría los fondos para ejecutar su operación, de la que honestamente no estaba seguro de qué era ni siquiera la "operación".

Dentro de la mansión, Tony ya estaba en su estación de trabajo, examinando el electroimán improvisado en su pecho que Yinsen había instalado para evitar que la metralla llegara a su corazón.

"Necesito actualizar esto", murmuró Tony, más para sí mismo que para cualquier otra persona. "Algo más poderoso y sostenible"

Yinsen observó con preocupación. "Tony, necesitas atención médica adecuada. Esto es más que peligroso"