Día 3

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Híbridos

Cuando eres un híbrido, durante tu niñez te acostumbras a los cambios de tu cuerpo, suceden cosas nuevas y tu vida cambia completamente. Roier conoce a algunos híbridos, ha visto como de un día para el otro sus cuerpos han cambiado a lo que ahora serian por el resto de sus vidas. Siempre deseó que ese momento llegara para él, ¿Qué similitudes tendría con las arañas? El único rasgo con el que ha nacido son sus ojos, dos pares de ojos posicionados debajo de los principales, siendo los únicos por los que realmente puede ver sin la molesta miopía de las arañas; sin embargo, ha sido lo único con lo que ha nacido, no era nada tan resaltante y quiso más.

Los híbridos le parecen impresionantes, hasta que ha visto con sus propios ojos como es el desarrollo de estos.

Spreen siendo un híbrido de oso, ha nacido con las orejas e incluso la pequeña cola de oso que siempre esconde luego de recibir muchos comentarios sobre lo tierno que era —lo mismo sucedió con sus ojos, los cuales ocultó con unos lentes oscuros para así poder verse más intimidante—. Por su parte jamás pensó que el pelinegro pudiera tener otro cambio, ante los ojos de cualquiera era obvio que el chico era un oso, pero no fue hasta los quince que terminó por desarrollar su parte animal, justo un día explorando el bosque, buscando algo con lo que entretenerse.

Había caído la noche cuando el pelinegro estaba retorciéndose en el suelo entre gritos de dolor, con largas garras raspando el suelo de tierra mientras su boca sangra por la forma abrupta en que sus colmillos crecieron. Pasan horas en las profundidades del bosque hasta que el fuerte dolor parece calmarse, pero permanecen sentados en la tierra, por su parte acariciando la espalda del mayor como consuelo mientras este luce mareado por los fuertes olores que ahora puede percibir con su olfato.

Ninguno de los dos habla de ese día, pero desde entonces, el híbrido de oso aprendió a vivir con ello mientras por su parte, deseó no desarrollar más partes de su lado animal. Pero no todos los deseos se cumplen, aun cuando creyó que sería así debido al año de atraso que tuvo su desarrollo, el día lastimosamente llegó y fue mucho peor de lo que imaginó.

Pero no lo atravesó solo.

Fue una coincidencia que justo ese día se hubiera juntado con Spreen, tenían pensado discutir sobre cocina en la casa del último mencionado, así que ese día se levantó para prepararse para la reunión, ignorando la picazón en sus encías y los pinchazos en su espalda; jamás pensó que esas serían las primeras señales de que su día se iría al carajo, partiendo a la casa del pelinegro y siendo recibido por este.

Es a mitad del día, cuando ambos están cubiertos de harina por un desliz de su parte que los pinchazos en su espalda duelen más, sintiendo su mundo dar vueltas por unos instantes y tropezando con sus propios pies, sabiendo que caería de bruces al suelo de no ser por los rápidos reflejos del híbrido de oso al sujetarlo. No registra mucho sus palabras, pero intuye que le pregunta por su bienestar y sólo asiente torpemente; el mayor no le cree, pero continua en la cocina ahora teniendo un ojo encima suyo. Pero la molestia no disminuye, sintiendo como le hace falta el aire mientras se apoya en una de las encimeras, escuchando como la preocupación del contrario aumentaba y no podía hacer nada para tranquilizarlo.

Fue cosa de unos segundos, patas arácnidas salieron de su espalda abriéndose paso por su piel sin importar lo doloroso que fue; por su parte no podía registrar lo que pasaba, sólo sabía que los pinchazos finalmente consiguieron su cometido y salieron al exterior, muy concentrado en el dolor que ni siquiera notó la sangre que emanó por aquella acción hasta que sus ojos se enfocaron en la sangre que manchó el suelo bajo suyo.

Pero eso no fue todo cuando algo creció en sus encías, sintiéndose incapaz de cerrar su boca por más que se derramaba la saliva que se acumulaba mezclada con la sangre, bastante asqueroso pero estando lo suficientemente perdido como para enfocarse en algo así. ¿Cuánto tiempo estuvo de esa forma? Sus partes híbridas ya habían terminado de salir, pero sabe que estuvo en el suelo por un buen rato mientras registraba muy apenas la voz de Spreen. Aun cuando el dolor fue más tolerable, estaba claro que no había regresado a sus cinco sentidos, sintiendo como el cansancio lo dominaba y caía sin más en la oscuridad de la inconsciencia.

Cuando despierta, está en la cama del híbrido de oso, colocándose de pie mientras tiene esa extraña sensación de que su cuerpo no es del todo su cuerpo. Una vez se acerca a un espejo y puede mirarse, casi grita de la impresión mientras retrocede un par de pasos, tardando unos segundos en asimilar los nuevos cambios en su cuerpo; hay grandes colmillos que sobresalen de su boca, le recuerdan mucho a las arañas y le dan una apariencia aterradora, pero en su espalda se encuentra lo más destacable de su nueva apariencia, girando un poco su cuerpo para ver como de su piel salen patas de araña lo suficientemente grandes como para alzar su cuerpo.

Es ciertamente impresionante, pero no sabe si le gusta mucho; honestamente no cree que ninguno de sus amigos quiera acercarse ahora si luce de ese modo, se siente como un monstruo.

Se pregunta en dónde está Spreen, puede ver parte de su camisa algo enrojecida y seca por la sangre, pero la zona donde salen sus patas está completamente limpia, sin rastro alguno de la molesta sangre y podría decir casi lo mismo de su boca, no hay nada en su rostro, pero aún puede sentir algo del sabor metálico, por lo que traga sin más. Pasa con cuidado una de sus manos por una de sus patas arácnidas, la sensación le agobia unos segundos, así que retira la mano y evita cualquier contacto de momento.

Pero el sonido de pasos llaman su atención, y finalmente puede ver a Spreen entrando a su habitación con su celular en la mano, suspirando aliviado para acercarse un poco a su persona; a Roier le da la impresión de que no quiere molestarle, pero su mente inevitablemente distorsiona las cosas y se pregunta si ahora el oso teme de él.

¿Cómo andás? — la pregunta es suave, por una vez en su vida siente que el mayor está seleccionando con cuidado sus palabras, bajando sus orejas de oso hasta que se pierden en sus rulos oscuros — Llamé a tus viejos y me dieron instrucciones sobre qué hacer, pero igual...

Está preocupado, sus manos están inquietas y probablemente estaría mordiendo sus uñas de no ser porque se ha propuesto dejar ese hábito. Se siente estúpido, Spreen y miedo son dos palabras que definitivamente no van juntas, el pelinegro no le teme a nada, excepto quizás que sus amigos de pronto griten de dolor y pierdan grandes cantidades de sangre; por un lado puede comprender ese miedo.

Ya no me duele nada, pero si me cagué — y suelta una pequeña risa, extendiendo sus brazos para acercarse y abrazar a su amigo, necesitándolo; sabe que el híbrido de oso no le gustan mucho esas muestras de afecto, pero lo ve bajar sus hombros cuando la tensión se ha disipado y acepta con gusto el abrazo, correspondiendo pero teniendo cuidado de no tocar su espalda — Creí que me iba a morir.

Lo sé — guarda silencio unos segundos antes de separarse del abrazo — Pero después vale la pena, ¿No? 

Parpadea confundido antes de mirar su reflejo nuevamente; sus colmillos han desaparecido en algún momento, su rostro ha vuelto a ser el de antes, y cuando su mirada va a su espalda, puede ver como sus patas se retraen hasta desaparecer por completo. Recuerda entonces que Spreen es capaz de retraer sus garras y reducir el tamaño de sus colmillos por voluntad propia, aunque tardó un poco en controlarlo, por ende, cree que podría llegar a mover sus patas por voluntad propia cuando aprenda a controlarlas y lo mismo va para sus colmillos.

Ciertamente sus partes híbridas podrían representar una ventaja una vez aprenda a controlarlas tal y como lo hizo el híbrido de oso, por lo que después de todo, quizás no era tan malo.

¿Crees que tenga veneno en mis colmillos de araña?

Ni en pedo lo probás conmigo.

Sproier WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora