DÍA 23: CÓLICOS

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Los días pasaron con rapidez, sin mucho más que pudiera significar algo realmente. Dazai fue algunas veces a la oficina y Chūya seguía al pie de la letra las instrucciones de Yosano y tomaba los tés de Kouyou. El bebé seguía siendo el centro de atención de sus padres y los miraba con sus ojitos brillantes. Hasta ese fatídico día...

—Chūya, ¿Por qué llora tanto?¿Estás seguro de que está bien?— Dazai lo tenía en brazos y el bebé soltaba llantos atronadores, para ser un pequeño de un mes y medio tenía la voz de un tenor bien entrenado. —Ya lleva así dos horas...

Los padres ya no sabían que más hacer, desde el desayuno de esa mañana no paraba de quejarse y llorar. Después de dos horas lloraba tan fuerte que la taza de café frío sobre la mesa de Dazai se estremecía por el sonido. Chūya incluso se sentía adolorido del pecho de lo fuerte que lo mordió mientras intentaba darle de comer. Dazai lo mesia de un lado a otro y le daba golpecitos en la espalda para calmarlo pero definitivamente se quedaría sordos si el bebé seguía llorando de esa manera.

—No se que le pasa...— Respondió afligido el pelirrojo sin hacer más que hundirse un poco en el sillón. Ya estaba preocupándose de lo que ocurría.

—¿Te poseyó un espíritu maligno, Taka-chan?— Trato de bromear Dazai y en cuanto dijo aquello por un segundo el bebé dejo de llorar pero inmediatamente siguió llorando y con mas fuerza aún. Dazai pensó que lo habría logrado.

—Idiota, lo asustas.— Regaño Chūya levantándose del sillón con premura y viendo como el pequeño comenzaba a apretar la camisa de Dazai con todas sus fuerzas. Dazai reía bajito y volvía a meserlo.

—¿Qué más quieres que haga? No para de llorar, mira si carita de tomate.— Dijo con cierta ternura y el pequeño aumento el volumen de su desgarrador llanto.

—Eres un idiota de primera, dámelo para acá.— Chūya tomo al pequeño en sus brazos y trato de recargarlo en su pecho como siempre hacia para calmarlo pero está vez el pequeño empujó con sus pequeñas manos su cuerpo y el de Chūya.

—Vaya, eso sí es odio.— Burlo Dazai y le costó un buen golpe en la nuca.

—¡¿Quieres cállarte?!¡Te odia más a tí que lo olvida en la cocina!— Dazai puso su mejor expresión de ofendido y llevó su mano al lado izquierdo de su pecho.

—¿En verdad quieres discutir eso frente a nuestro hijo?— Susurro y Chūya lo miro retador.

—¿Qué si no me importa que escuché lo desobligado que eres?— Respondió con rapidez volviendo a meser al pequeño con fervor.

—Tu solo quieres hundirme... Y ponerme encontrá del escuichi.— Dazai volteo la mirada y comenzó la actuación. Chūya rodó los ojos y arrullo un poco al pequeño en sus brazos.

—Ni que me fuera a importar tanto.

El bebé seguía llorando, desconsolada y desgarradoramente. Con padres divididos y un hogar quebrado... O bueno, así lo pensaba Dazai repitiendo en su mente una y otra vez que era demasiado cómico ver a Chūya y a su pequeño irritados y con el puchero en sus rostros. Los molestaría a ambos en el futuro, de eso estaba seguro.

—Llamaré a la Yosano-sensei. Ella sabrá cosas de esto seguramente.— Dijo Dazai fuera de la broma que tenía entre manos pero decidió que se cocinaría un poco más.

Chūya lo miro extrañado por la nula contestación a la provocación pero acepto sin quejarse más. Estaba de acuerdo con que llamara a la doctora de una vez.

—Son cólicos.— Dijo con un aire de ironía que los hizo sentirse a ambos algo ignorantes. En su defensa, toda su vida los educaron diferente.

La gran aventura del SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora