Habían pasado siete y ocho meses dese que vio a Chūya por última vez, había dejado que parecieran vacaciones como le había dicho al jefe. No quería levantar sospechas n con mensajes ni con llamadas, se había reservado todo tipo de contacto. Pero ese día se había levantado particularmente nostálgica. Hace mucho renunció al amor, a una familia y a todo contacto humano con demasiado apego, con sus aprendices directos era un poco diferente porque confiaba en que les enseñaba tan bien como para sobrevivir por mucho tiempo. Chūya fue de los primeros que acepto, el conoció a la Kouyou Ozaki que aún tenía el dolor de una herida fresca y pago por sus arranques de ira varias veces, pero ni eso logró apartarlo de ella. Los que siguieron después de que Chūya llegará a ejecutivo tuvieron mucha más suerte, entre ellos su favorita era Kyoka, una pequeña que todavía tenía la inocencia de una vida sin sangre, corromperla y arroparla con su cariño era como hacer un castillo de arena y dejar que se lo llevaran las olas una y otra vez, con ella el deseo de cuidar a más niños como ella se intensificó. Ella quería una familia real, que fuera suya, no una que vendiera su lealtad por negocios a la menor provocación. La Port Mafia era su hogar, su refugio de a luz pero sabía perfectamente que ahí no sobrevivían semillas de corazón blando que querían familias. Ella se estaba marchitando entonces.
Cuando se enteró de que su pequeño hermano Chūya tendría un hijo de sangre (Aunque fuera del bastardo traidor) se alegro demasiado por el, aunque no sabía como era posible eso no importó, estaba aliviada de que su hermanito conociera la felicidad a la que ella había renunciado hace tanto.
Por eso protegió ese deseo, por Chūya y por su propio deseo. Lo encubrió y lo puso fuera del ojo de todos, escondido en el bosque para que nadie lo dañara, podría odiar a Dazai por ser un cobarde desertor y provocarle tanto dolor a Chūya con su partida, pero pensó que si se habían vuelto a ver era porque ambos así lo querían y confiaba en que lo protegería de cualquier manera. Dazai era traidor, cobarde y con poco compromiso pero jamás le demostró que era poco confiable con Chūya, un pequeño punto para el. El muy maldito, como lo odiaba.
Mientras tomaba un té esa mañana y veía el paisaje desde el enorme ventanal de su penthouse su deseo por ver a su hermanito creció, quería saber como estaba, como iba con el embarazo y como lo estaba cuidando el inútil de Dazai. Así que, preparada para degollarlo si era necesario, terminó su té con prisa y se dispuso a arreglarse con una elegante blusa blanca y unos pantalones de seda negra, zapatos altos y refinados, cabello recogido en un broche, maquillaje discreto y una bolsa preparada con todas las tarjetas de las que disponía.
Si ese día no le compraba todo habido y por haber a su hermano y a su bebé no estaría tranquila el resto de su vida.
—Ane-san ¿Qué haces aquí?— Chūya la miro con sorpresa cuando abrió la puerta y lo primero que vio fueron los sofisticados zapatos y la fresca colonia carísima de Kouyou llegó a sus sentidos. Agradeció haber pasado la horrible etapa de las náuseas matutinas.
—¿Dónde está el inútil de Dazai, cariño?— Preguntó adentrándose en la casa y dejando en la entrada sus zapatos. Su bolso al codo y porte digno.
—¿Dazai? Ahmm... Sigue en la ducha.— Contesto un poco nervioso y acomodando su cabello un poco.
Chūya tenía el cabello desordenado y abrió la puerta con una bata de baño. Eran las once de la mañana y el parecía recién levantado. Kouyou concluyó que se lo había estado pasando bien con el traidor. Bastante bien por su expresión tranquila y pequeña sonrisa nerviosa.
—Necesito que te arregles y que vayas por el desperdicio. Iremos a la zona comercial a comprar cosas para el bebé. ¿Ya sabes dónde será su habitación?¿Tienes algún nombre en mente?¿Crees que sea niño a niña?— La pelirroja hablaba rápido y sin espacio a una divagación, Chūya supo que no escaparía está vez de ella.
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La gran aventura del Soukoku
FanfictionEran la pareja del doble negro. Hacían estrategias en segundos, acabaron con una organización entera en una sola noche, eran diamantes en bruto que cuando chocaban revelaban el fulgor del otro, siempre el dúo mas poderoso de Yokohama y atrevidamente...