Desde ese día en el puerto ya nada fue lo mismo... Dazai lo sabía desde antes pero creía que fuera tan pronto. En medio de una misión, en medio de un enfrentamiento con un grupo armado... Su teléfono sonaba insistentemente con el tono único para una persona que en este momento debía estar en la oficina de su "trabajo" o simplemente en casa.
—¡Dazai, contesta de una buena vez!— Grito Kunikida mientras se defendía de un hombre que lo amenazaba con golpes con la pistola en su mano.
Dazai se quito de encima a otro tipo y tomo su arma apuntandole y ordenando que se arrodillara cuando saco el teléfono de la gabardina y contesto.
—¿Me das un momento? Es importante.— Le dijo Dazai al hombre enmascarado arrodillado frente a él y asintió.
—Toma tu tiempo...
—Gracias.— Contesto con rapidez y espero la bomba. —Chibi~ ¿Qué necesitas, mi babosa?— Su tono de voz se volvió mucho más melosa de lo normal y todo quedó en pausa. No hace mucho estaba peleando con unos tipos y ahora estaba contestando tan meloso como podía exagerar. Incluso Kunikida volteo a mirarlo estupefacto.
—Alitas de pollo, helado de vainilla y mayonesa. Ahora.— Fue lo que se escuchó con el auricular al otro lado del teléfono, seguido de ellos colgaron la llamada. Dazai miro la pantalla un momento y asintió como si lo vieran.
—Pon las manos en la nuca y... Saben el procedimiento ¿Verdad?¡Háganlo!— Exclamó Dazai y tres de los sujetos obedecieron sin dudarlo mucho, uno de ellos incluso se le acercó a Dazai y lo tomó del hombro.
—Te deseo suerte, se convierte en una pesadilla cuando empiezan los antojos.— Dazai lo tomo en cuenta asintiendo y viendo como el hombre se arrodillaba con las manos en la nuca.
—Kunikida-kun, te dejare el resto a ti. Nos vemos.— Y salió con rapidez de la escena.
—¿Qué?¡Oye, no!¡Maldito Dazai!— Escuchó el castaño a lo lejos mientras buscaba la tienda de conveniencia más cercana.
Podría ser curiosa la manera en la que actuaba, cualquiera pensaría que evitaría todo contacto con Chūya por un tiempo como siempre hacían, sin embargo ahora tenía ganas de gritarlo a los cuatro vientos, se sentía extrañamente emocionado por todo esto. Inexplicable pero de alguna manera sentía que todo estaba en su lugar al fin y tenía que hacer algo con esa vida, se lo prometió a Oda hace unos días cuando fue a visitar su tumba y a contar la buena nueva. Esa noche que la doctora confirmo la condición de Chūya le dijo que lo llamara para lo que necesitara, que no importaba la hora o el lugar y con aquello lo confirmo, Chūya lo tomo enserio y ahí estaba, llendo hacia el departamento de Chūya en cuanto le dijo que lo vería ahí.
Dos noches pasaron de aquella llamada y una madrugada de clima especialmente frío el teléfono de Dazai volvió a sonar con el mismo tono característico, esa noche lo invadía el insomnio y lo contesto en seguida.
—Hola, Chibi.— Dijo con su típico tono meloso y con algo de somnolencia. —¿En qué le puedo ayudar la... Madrugada de hoy?
—Ja ja, que gracioso, momia.— Le respondió del otro lado de la línea. —Oye... ¿Tienes algún lugar cerca que tenga comida con wasabi? Ahora realmente quiero algo picante... Y piña.
—Bueno... Ahora ya está cerrada pero puedo ir a buscar piña a la tienda de conveniencia si quie...—
—¡Hazlo! Y trae salsa picante, no lo olvides.— La voz de Chūya sonaba un poco apurada así que Dazai se levantó de inmediato y tomo su gabardina.
—¿Dónde te veo?— Cuestiono mientras se colocaba los zapatos.
—En el parque frente al arcade.— Dijo de inmediato y colgó para dejar a Dazai un poco confundido y molesto. Chūya seguía en la sede a esas horas de la madrugada.
En cuanto tuvo todo lo que le pidieron -aunque la piña solo la encontró enlatada- se dirigió con rapidez hacia donde le dijeron, una vez ahí se fijo en el paisaje oscuro y desolado del parque. Los faros alumbraban un poco el camino enlozado con piedras y algunas bancas y los juegos infantiles al fondo. Sintió nostalgia, ese parque había sido escenario de muchas de las salidas fuera del trabajo en su adolescencia con su Chibi. Mientras caminaba por la vereda empedrada se fijó en uno de los árboles más alejados del camino principal y recordó cuando el y Chūya se dieron su primer beso, casi se mueren de vergüenza pero valió la pena. Sonrió ante el recuerdo y busco con la mirada una cabeza pelirroja, la encontró al fondo, con su portador sentado tranquilamente en un columpio dandole la espalda.
—¿Quien soy?— Le dijo mientras le cubría los ojos y hablaba con una fingida voz tenebrosa.
—Un idiota con vendas y cuerpo de jirafa.— Siguió el juego y quitó las manos de sus ojos, sonrió un poco ante el juego.
—Imagínate que tú hijo te escuche decir eso, me dirá idiota todo el tiempo.— Se quejo infantilmente y se sentó en el columpio junto a Chūya.
—¿No lo eres?— Respondió fingiendo inocencia. Soltó una risita ante la expresión ofendida de Dazai.
—Eres malo... Y yo que te traje lo que me pediste.— Levantó la bolsa hacia el frente de la cara de Chūya y el la tomo abriéndola y sacando la lata de piñas para abrirla de inmediato.
—Es lo mínimo que puedes hacer por tu chiste.— Respondió tomando con la mano desnuda una rebanada de piña y comiendola con gusto.
—En mi defensa, ninguno de los dos esperaba algo así...— Dazai se balanceo un poco en el columpio mientras veía como Chūya bañaba de salsa picante la piña.
"Reporte mental de cambios: Hasta ahora los antojos no son tan raros" Pensó. Se quedaron en silencio después de esas palabras, Chūya comenzó a comer más despacio y suspiro volteando al cielo con nubes y estrellas.
—¿Esto está bien de verdad?¿No crees que... Tal vez no es lo correcto?— Chūya no lo miraba pero en cambio Dazai estaba embobado viendo lo hermoso que se veía viendo el cielo, sus ojos siempre fueron brillantes pero últimamente se veían más vivos. El mismo se sentía más vivo últimamente.
—Yo... Realmente lo no se...— Chūya al fin lo miro, su rostro era un libro abierto para Dazai. Entonces lo entiendo. —Pero... Sea o no lo correcto, no pienso irme de tu lado de nuevo. Somos el duo más poderoso de Yokohama ¡No!¡Del mundo!— Exclamó abriendo los brazos al cielo. —Somos un gran equipo, está vez estaremos juntos en todo lo que pase, Chibi.
La expresión de Chūya cambio, ahora sus ojos se abrieron con sorpresa y sonrió tan lindo como solo Chūya Nakahara podía, estaba tranquilo y la misión de Dazai estaba cumplida.
—Prométeme entonces que seguirás aquí muchos años más...— La súplica estaba pintada en su rostro.
—Bueno... Puedo posponer planes un largo, largo tiempo.— Respondió y Chūya por fin pudo respirar más tranquilamente.
—Esta bien. Es una promesa entonces.
Su puño izquierdo quedó extendido y Dazai sonrió ante el gesto. Así siempre habían cerrado una promesa. Choco su propio puño con Chūya y en cuanto estaba alejando la mano, Dazai la tomo y le dió un suave beso en el dorso.
—¿Te digo un dato curioso? Hay un Chibi que es muy enojón y ama el vino pero yo lo amo mucho más a él.
Chūya rodó los ojos con gracia y soltó una risa sarcástica. Dazai jamás se cansaría de verlo sonreír.
—Eres pésimo haciendo piropos...— Chūya se acercó un poco más en el columpio y puso su cabeza en su hombro para entonces entrelazar los dedos de sus manos. Unidas. —Pero ese Chibi también te ama muchísimo.
Y el corazón de Dazai se derritió de amor. Se sonrojo mientras apretaba un poco el agarre de sus manos.
—Quiero una tortilla de arroz con chocolate...
"Reporte mental de cambios: Empezó el reto. Repito. Empezó el reto."
—Te lo compraré mañana.
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La gran aventura del Soukoku
Hayran KurguEran la pareja del doble negro. Hacían estrategias en segundos, acabaron con una organización entera en una sola noche, eran diamantes en bruto que cuando chocaban revelaban el fulgor del otro, siempre el dúo mas poderoso de Yokohama y atrevidamente...