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Con cuidado, Jimin envolvió al bebé en una toalla limpia y se apoyó contra la pared, dejando que el agua fría corriera sobre ellos mientras el calor de la tormenta se disipaba en el interior de la regadera. La realidad de la herencia demoníaca de su hijo le pesaba, pero también sentía una renovada determinación. A pesar de las dificultades que enfrentaría, estaba decidido a ser el mejor padre que pudiera ser, enfrentando cualquier desafío que viniera con amor y valentía.

Mientras el bebé se calmaba en sus brazos, Jimin hizo una promesa silenciosa. Haría todo lo posible para proteger y cuidar a su hijo, sin importar lo que el futuro les preparaba. La tormenta exterior parecía apaciguarse, y en el pequeño y cálido rincón de la regadera, Jimin comenzó a imaginar un futuro en el que, a pesar de las circunstancias, encontrarán la fuerza y el amor necesarios para superar cualquier adversidad.

Después de dar a luz en la noche tormentosa, Jimin se las arregló para calmar a su bebé y ponerlo en la cuna que había preparado con tanto cuidado. La atmósfera en el apartamento estaba cargada de emociones y el silencio solo era interrumpido por el suave murmullo de la lluvia. Jimin estaba exhausto, pero también lleno de una determinación férrea.

Mientras se sentaba junto a la cuna, tratando de encontrar algo de paz en la situación, escuchó un golpe en la puerta. La tormenta aún rugía afuera, y el sonido de los truenos apenas cubría el ruido de los golpes. Jimin sintió una oleada de irritación y desconfianza. Con el corazón acelerado, se levantó y fue hacia la puerta.

Al abrirla, se encontró cara a cara con Yoongi, el demonio que había estado ausente durante todo el embarazo. Su presencia en la puerta era un recordatorio doloroso del pasado que Jimin había intentado dejar atrás. Yoongi estaba empapado por la lluvia, su rostro revelaba una mezcla de preocupación y culpabilidad.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Jimin, la voz temblando entre la rabia y el cansancio. —¿No te parece que ya es demasiado tarde para aparecer?

Yoongi parecía sorprendido y a la vez abrumado por la escena que se desarrollaba frente a él. No dijo nada al principio, simplemente miró a Jimin con una expresión de pesar y preocupación.

—Jimin, yo... —empezó a decir, pero Jimin lo interrumpió con una voz dura y llena de dolor.

—¡No! —exclamó. —Han pasado nueve putos meses, y ahora no tienes ningún derecho sobre este niño. —lo vio con dolor. —Decidiste irte y no apoyar a tu hijo ni a mí durante todo este tiempo, no tienes ningún derecho a aparecer ahora y esperar que todo esté bien.

La mirada de Yoongi se volvió más intensa, como si estuviera luchando con sus propias emociones y arrepentimientos. Sin embargo, Jimin estaba decidido a no dejarse ablandar por sus disculpas o explicaciones.

—Por favor, vete. —dijo Jimin, su voz más calmada pero firme. —Este es mi hogar ahora, y he trabajado duro para construir una vida para mi hijo y para mí y no quiero que tu presencia altere lo que hemos logrado.

Yoongi miró la cuna y luego a Jimin, su rostro reflejando una mezcla de arrepentimiento y dolor. Finalmente, con un último suspiro, asintió lentamente, dándose cuenta de que no había mucho que pudiera decir o hacer para cambiar la situación.

Se dio la vuelta y salió del apartamento, dejando a Jimin con sus pensamientos y emociones abrumadoras. La puerta se cerró detrás de él con un sonido definitivo, y Jimin se permitió un momento para respirar, su corazón aún acelerado por la confrontación.

Volvió a la cuna y miró a su bebé, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio. Aunque la noche había sido larga y llena de desafíos, estaba decidido a seguir adelante, protegiendo a su hijo y construyendo el futuro que ambos merecían.

Sweet Demon [Y.M] [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora