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Yoongi observaba con atención cómo Jimin, de vuelta en la florería, organizaba cada flor con delicadeza. Era evidente que le iba bien en su negocio, y aunque los resentimientos aún estaban frescos, una parte de Yoongi se alegraba de verlo así, prosperando a pesar de todo.
Cuando finalmente anocheció y terminaron en el departamento de Jimin, Yoongi tuvo que quedarse afuera, esperando mientras Jimin limpiaba con minuciosidad las líneas de sal en la entrada. Era un recordatorio claro de que aún no confiaba en él; la sal era un límite, una barrera que evitaba que Yoongi cruzara la entrada sin permiso.
Con un suspiro resignado, Yoongi esperó en silencio hasta que Jimin terminará. Al verlo abrir la puerta y hacer un gesto para que entrara, no pudo evitar sentir una pequeña chispa de esperanza.
—Gracias por dejarme entrar. —murmuró Yoongi, consciente de que aún había mucho que reconstruir.
Jimin no le respondió de inmediato; simplemente lo miró, con una mezcla de desconfianza y cansancio en sus ojos. Pero esa mínima concesión, esa apertura, era un paso que Yoongi no iba a dar por sentado.
—No creas que esto significa que confío en ti. —dijo Jimin con voz baja, pero firme. —Lo hago por Jungkook... solo por él.
—Lo entiendo. —respondió, decidido a demostrar que no iba a desperdiciar esta oportunidad, por pequeña que fuera. —Park Jungkook es un buen nombre.
—¿Esperabas que le pusiera tu apellido? —se rio Jimin. —no seas estúpido.
Después de unos minutos, el sonido suave de un llanto los interrumpió desde el dormitorio. Jimin soltó un suspiro cansado, dejando a un lado lo que hacía y dirigiéndose a la habitación donde Jungkook descansaba. Yoongi observó la escena con un nudo en el pecho. Sentía una mezcla de culpa y ternura al escuchar ese llanto.
Cuando Jimin volvió con Jungkook en brazos, el bebé parecía haberse calmado un poco, aunque sus ojos aún estaban húmedos. Con cuidado, Jimin lo acunó, murmurando palabras suaves hasta que el niño empezó a relajarse en sus brazos.
—¿Puedo...? —preguntó Yoongi, extendiendo una mano hacia el pequeño, ansioso, pero consciente de que necesitaría el permiso de Jimin.
Jimin lo miró, evaluando la sinceridad en sus ojos, antes de asentir con un leve gesto. Con cuidado, Yoongi tomó a Jungkook en sus brazos, sintiendo su calor y su suavidad, tan pequeño y vulnerable.
El niño miró a Yoongi con curiosidad, como si reconociera en él algo familiar. Yoongi sintió un peso indescriptible en su pecho, como si, por primera vez, entendiera realmente la magnitud de lo que había perdido.
—No voy a lastimarlo, Jimin. —murmuró, mirándolo a los ojos. —Quiero... quiero hacer las cosas bien, por él y por ti.
Jimin lo observó en silencio, sin una respuesta inmediata. En su mirada había un atisbo de duda y dolor, pero también una chispa de esperanza, casi imperceptible, que Yoongi prometió proteger a cualquier costo.
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Sweet Demon [Y.M] [#1]
FanfictionNadie puede tocar a Park Jimin, nadie a menos que quieran pasar toda una eternidad de sufrimiento en el inframundo, pues ese tierno y para nada religioso chico le pertenece al príncipe del infierno. Min Yoongi es el heredero al trono del inframundo...