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El demonio dejó al bebé en la cuna, y Jimin lo observó, todavía sorprendido por la calma que ahora reinaba en la habitación. Aunque su vida estaba llena de incertidumbres, en ese momento, sintió que quizás, solo quizás, no tendría que cargar con todo solo.

Jimin observaba a Yoongi mientras este dejaba al bebé suavemente en la cuna. Todavía sentía el calor de sus propias lágrimas en las mejillas, pero ahora, en el silencio que había reemplazado al llanto, su respiración comenzaba a calmarse. El alivio se mezclaba con una extraña sensación de gratitud hacia Yoongi, quien se había mostrado más comprensivo y humano de lo que Jimin había esperado de alguien como él.

—No puedo seguir así. —dijo Jimin en un susurro, la voz apenas audible en la calma de la habitación. —No sé cómo hacerlo, cómo ser un buen padre… de un niño como Jungkook.

Yoongi giró hacia él, sus ojos oscuros suavizados por una expresión que Jimin solo había visto unas pocas veces antes. Había algo en su mirada que no era simplemente compasión, era una comprensión profunda, casi dolorosa.

—Ser padre no es fácil, Jimin. —respondió Yoongi con voz baja, acercándose nuevamente a él. —Nadie tiene todas las respuestas, y lo que estás sintiendo es normal, es agotador, es frustrante, pero no significa que no estés haciendo un buen trabajo.

Jimin agachó la cabeza, sus manos temblorosas jugueteaban con el borde de su camiseta. Las palabras de Yoongi le llegaban, pero la culpa y el miedo seguían pesando en su pecho.

—Siento que estoy fallando… —confesó Jimin, su voz rota por la duda. —Cada vez que llora y no sé cómo calmarlo, siento que no soy suficiente y… luego te llamo, y tú lo arreglas tan fácilmente.

Yoongi lo tomó suavemente por el mentón, levantando su rostro para que sus miradas se encontraran.

—No pienses ni por un segundo que has fallado, llamarme no es un signo de debilidad, Jimin. —Yoongi dejó que sus palabras flotaran en el aire por un momento, asegurándose de que Jimin las comprendiera. —Todos necesitamos ayuda a veces, incluso tú, lo importante es que estás aquí, intentando y eso es lo que te hace un buen padre.

Jimin cerró los ojos, permitiendo que la calidez de la mano de Yoongi en su piel lo reconfortara. Estaba agotado, no solo físicamente, sino emocionalmente. Pero, en ese momento, en la tranquilidad de la habitación y con el bebé finalmente dormido, se permitió creer que tal vez estaba haciendo lo mejor que podía.

—Tú siempre sabes qué decir. —dijo Jimin finalmente, una pequeña sonrisa asomando en sus labios. —Aunque seas un demonio idiota.

Yoongi soltó una risa suave, casi inaudible, y se sentó a su lado en el suelo, apoyándose en la pared.

—Quizás ser un demonio tiene sus ventajas. —Su tono era ligero, pero la mirada que compartía con Jimin estaba llena de algo más profundo.

El silencio los envolvió una vez más, pero esta vez era un silencio pacífico. Ambos se quedaron ahí, sentados juntos, observando al bebé que dormía plácidamente. Jimin apoyó su cabeza en el hombro de Yoongi, sintiendo cómo la tensión de su cuerpo finalmente se disipaba.

—Gracias por estar aquí. —murmuró Jimin, su voz apenas un susurro. —con nuestro hijo.

Yoongi no respondió de inmediato, pero deslizó su brazo alrededor de los hombros de Jimin, estrechándolo contra él.

—Siempre lo estaré. —respondió finalmente, su tono más suave de lo habitual. —Siempre que me necesites.

Sweet Demon [Y.M] [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora