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Una bolsa plástica con el logo de una farmacia yacía en alguna parte del colchón, su contenido estaba desordenado sobre la cama y revelaba un paquete de preservativos y una botellita de lubricante semi-abierta, mismo que se encontraba disperso sob...

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Una bolsa plástica con el logo de una farmacia yacía en alguna parte del colchón, su contenido estaba desordenado sobre la cama y revelaba un paquete de preservativos y una botellita de lubricante semi-abierta, mismo que se encontraba disperso sobre los dedos de un apuesto pelinegro con el propósito de facilitarle la tarea de preparar a un muy sensible castaño, que usaba sus manos para apretar la sábana bajo él en respuesta a la sobre estimulación que recibía del contrario.

¿Cuántos orgasmos llevaba? Dos malditos orgasmos, como si fuera un adolescente precoz.
¿Cuántas veces le había hecho el maldito oral? Tres contando esa, sentía que simplemente no podía más, estaba sintiendo demasiado.
¿Se quejaba? Sí, ya no podía más, necesitaba sentirlo dentro, profundo y completo, no solo a sus dedos.

Sintió un leve espasmo en sus piernas, estas reposaban sobre los hombros de Han mientras él se dedicaba a chupar su miembro con la misma dedicación que la primera vez, sentía que se correría pronto y ni siquiera llevaban tres minutos en esa posición. Todo un puberto precoz.

— Han... — su espalda se arqueó levemente por un escalofrío que recorrió su cuerpo, lo que colaboró en llamar la atención del mayor —. Hannie~

Él se retiró de su tarea, haciendo un sonido curioso al separar sus labios, relevó la encomienda a su mano desocupada mientras su boca se dirigía a los divinos muslos del chico.

— ¿Qué necesitas? — llevaba el tiempo suficiente en silencio para que su voz saliera más profunda y ronca de lo normal, lo que era otro estimulante para MinHo.

— A ti, t- te quiero a ti.

Su erección, que aún estaba apresada entre su ropa interior, sintió palpitar ante el tono de voz suplicante del menor, delicado pero cautivador, frágil pero demandante.

Se puso de pie con la intención de terminar de quitar su bóxer, que era la única prenda que cubría aún su desnudez. En medio de la poca lucidez de su mente y su casi nula capacidad de raciocinio, MinHo logró concluir que el momento era demasiado memorable como para quedarse acostado viendo al techo mientras cierto alguien sacaba a relucir su tesoro oculto; juntó toda la fuerza restante de su cuerpo y se apoyó sobre sus codos en la cama para tener una perfecta vista de lo que describiría en su diario personal como la mejor escultura de estilo renacentista jamás antes presentada.

Miguel Angel, ¿quién te conoce?

El verdadero monumento era Han JiSung, deslizando su bóxer azul oscuro hasta que cayera a sus tobillos con una mano, mientras con la otra esparcía un poco de lubricante y colocaba un condón en lo que fácilmente podría clasificar como un arma mortal. ¿Era siquiera legal tener ese tamaño?

— Tienes que estar bromeando... — fue el suave murmullo que acompañó la mirada excesivamente sorprendida de Lee.

— ¿Por qué?

— Eso no cabe ahí.

Han rió con ganas.

— ¿Cómo no va a caber? Ya te aflojé lo suficiente, sí puedes.

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⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

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