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Preparar galletas era de lo más sencillo, básico e incluso divertido que se podía aprender como introducción a la panadería, incluso a los niños pequeños les gustaba hacer galletas

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Preparar galletas era de lo más sencillo, básico e incluso divertido que se podía aprender como introducción a la panadería, incluso a los niños pequeños les gustaba hacer galletas. Pero claro, a veces se necesita un poco de vocación.

Su clase del domingo por la mañana había sido un desastre, es decir, ¿era realmente tan difícil entender lo que él trataba de explicar?  Estaba seguro de haber explicado todo con lujo de detalles, repitió el procedimiento al menos seis veces, incluso se había ofrecido en ayudarles a preparar la masa si se sentían inseguros acerca de la consistencia, y aún así, hubieron muchas inconformidades.

Se repitió a sí mismo que era por esa razón que evitaba los grandes grupos: nunca se tiene a la gente conforme.

Estaba seguro de que al menos diez personas se darían de baja en el transcurso de la semana.

Se encontraba en el salón, estaba esperando a que la clase A llegara mientras repasaba por enésima vez todo lo que tenía qur decir. Tal vez, al final, ChangBin tenía razón: era malo explicando esa clase de cosas.

Siendo la una y treinta de la tarde, la chica del día anterior llegó al salón, saludó educadamente y se sentó nuevamente en el asiento delantero, definitivamente, era del tipo diligente.

Estuvieron solos al menos quince minutos, después de eso, todos los demás comenzaron a llegar, algunos en grupo y otros solos, pero ahora el lugar estaba lleno nuevamente.

Se sintió nervioso por un momento, de alguna manera sentía que era una pésima idea continuar, sería mejor si solo reembolsaba el dinero a todos y les decía que los cursos estaban cancelados, se ocuparía el mismo de su negocio y dejaría de trabajar cuando el estrés fuera tanto que lo dejara en el hospital. Un final demasiado realista.

Su depresiva ensoñación se terminó cuando un muy alegre Lee MinHo tocó su escritorio, el chico le sonrió grande antes de hablar.

— Buenas tardes, profesor Han, esto es para usted.

Colocó una barra de chocolate en la mesa, llevaba pegada una notita en la parte de abajo.

— Buen día, MinHo, muchas gracias.

— No hay de qué, permiso.

El chico se dirigió a su lugar, siendo seguido por su amigo. Tomó la nota y leyó en ella "buena suerte en su primer clase práctica"; si bien no era la primer clase práctica que daba, de alguna manera, se sentía un poquito más motivado con ese pequeño mensaje y el grato gesto del chico.

Al menos debía intentarlo.

Al menos debía intentarlo

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