Capítulo 5: Encuentro Indeseado

27 3 6
                                    


    ~Thoma POV~

    No mentía cuando le decía a Eula lo feliz y cómodo que me sentía a lado de Ayato. A pesar de que no éramos exactamente una pareja en mi cabeza, de alguna manera, lo éramos. Sus detalles diarios y nuestras citas cada viernes a las 6:00 p.m. en el parque central lo hacían todo tan real que me preocupaba.
    Hacía tan sólo 4 semanas y días que habíamos empezado a salir y ya me había acostumbrado a él. Hablábamos todo el día sin parar, nunca olvidaba darme los buenos días, preguntarme durante cada comida qué alimentos había consumido, regañarme en caso de que no hubiese comido. Incluso, algunas veces bajaba al penthouse de Eula para verme y charlas durante media hora, salíamos al pasillo, hablábamos y luego él regresaba a su piso. Era demasiado perfecto para ser real.
    Desde el momento en el que me había burlado de él por ser demasiado sofisticado en su habla, había cambiado eso. Se veía más relajado conmigo ahora, como si, más que impactarme, quisiera simplemente pasar el tiempo conmigo hablando. Ya habíamos pasado, creía yo, esa etapa de "soy perfecto, por favor no veas mis errores ni quién soy verdaderamente", aunque claro, yo aún tenía que fingir, aunque a veces ya no lo hacía tan a menudo. Era normal, después de todo, que en una relación fueras mostrando tu "verdadero yo" lentamente.
    Hoy era jueves, faltaba sólo un día, y yo ya esperaba nuestra cita de mañana con gran entusiasmo. Me preocupaba la manera en la que contaba los días para verlo. Definitivamente enamorarme no era algo que yo quería, porque si algún encontraba la verdad de toda la situación, entonces perderlo me mataría. Pero no podía evitar estar yendo en picada hacia esas emociones.
    Recibí un mensaje de él mientras estaba preparando algo de comer para Eula. "Thoma, no creo poder verte esta noche :(. Ha salido un imprevisto y tendré que quedarme a hacer horas extras. ¿Me perdonas? :(". Mi corazón se contrajo. Realmente tenía el anhelo de verlo hoy como todas las noches, pero entendía que él tenía una vida ocupada, así que debía dejar mis emociones de lado. "No tengo problema, Ayato :). Mañana tendremos nuestra cita, así que mañana compénsame con un helado, ¿te parece?". Esperé durante algunos segundos su respuesta, pero simplemente me dejó en visto.
    Comencé a angustiarme. Ayato nunca solía dejarme en visto, pero ¿por qué lo hacía ahora? ¿Había algo mal? No sólo me había cancelado por primera vez, sino que ahora me dejaba en visto. ¿Estaba sobrepensando o en realidad había algo mal? No pude evitar comenzar a jalarme los pequeños pedazos de piel reseca de mis labios con mis dientes. Sabía que era un tic nervioso que tenía que abandonar, pero no podía evitarlo. Siempre terminaba haciéndolo cuando me ponía nervioso.
    —Thoma, —llamó mi nombre Eula—, ¿te encuentras bien? Parece que algo te tiene preocupado.
    —Ayato me dejó en visto, pero él no suele hacerlo, y también me dijo que no podría verme hoy porque tiene que trabajar horas extras.
    —¿De verdad? —Eula me miró con una ceja arqueada—. Es cierto, es extraño. Ayato viene todos los días por ti sin falta, y siempre está con esos ojos de cachorro cuando te ve. Pero, dijiste que tiene trabajo extra, así que tal vez se ocupó un poco y en un rato responderá, ¿no crees?
    Eula tenía razón, Ayato realmente parecía ser cuidadoso conmigo y sumamente atento. Su calidez se podía palpar desde la distancia. No debía dudar de él, sólo debía confiar en lo que él me había dicho. Sólo podía suplicar una cosa: que no se entere de mi engaño.
    —Sí, tienes razón. —Le apagué a la estufa—. La comida está servida, así que siéntate que voy a servirla.
    —Me encanta cuando cocinas, tienes un buen sazón. —Eula se sentó emocionada—. Gracias por preparar la cena.

    Después de haber comido, Eula tomó su siesta habitual. Ahora mismo se encontraba en su habitación, pero aún así, intentaba no hacer ruido. Me dirigí hacia la ventana que daba a la calle para ver si podía ver algún tipo de pelo azul celeste caminando por ahí. Una parte de mí sentía que era mentira y que lo que había dicho era sólo una excusa, pero otra parte de mí quería creerle.
    El frío ganó contra mí y no pude permanecer más tiempo junto a la ventana. Miré mi celular, el visto seguía en el mensaje, al igual que la duda seguía clavada en mi corazón. Fui a la habitación de huéspedes para ponerme un suéter. Quería estar tranquilo, pero no podía.
    —Ayato, ¿tú también tienes una doble cara como Pantalone? —musité mientras observaba la conversación—. ¿También me traicionarás y romperás mi corazón?
    En un arranque de desesperación, me decidí a bajar por algún postre a la tienda. Hice el menor ruido posible para no despertar a Eula; faltaban pocos minutos para que sonara su alarma, así que no quería que desperdiciara ese tiempo. Tomé las llaves del penthouse y bajé.
    Debido al frío, las calles estaban especialmente vacías hoy. La poca gente que se podía apreciar, iba en taxis o corriendo completamente abrigados. El gélido clima le impedía a la gente con sentido común salir, pero para alguien como yo, que no podía pensar con claridad por todo lo que tenía en la cabeza, salir ahora mismo era... refrescante.
    —Buenas tardes, —saludé al entrar—, ¿tiene cerveza?
    —Sí, está en el tercer refri al fondo.
    —De acuerdo, muchas gracias.
    Me dirigí hacia el tercer refrigerador, en donde se encontraban todas las botellas de alcohol. No solía venir a esta tienda, pero tal vez lo haría más seguido de ahora en adelante. Tenían todo tipo de alcohol, desde una cerveza, hasta sake, soju, baijiu, etc. Claro que también tenían cosas que regularmente se bebían en todo el mundo, como una cerveza.
    Escuché a algunos hombres entrar haciendo más ruido del normal. Parecían estar alcoholizados o incluso drogados. Me arrinconé un poco para evitar encontrarmelos de frente, no quería más problemas de los que ya tenía. Era probable que vinieran a asaltar la tienda, pero no tenía ánimos de ser un héroe. No quería terminar en una bolsa de basura negra, agusanado y produciendo un fétido olor.
    —Hey, Alexander, mi jefe me mandó a cobrar lo que debes.
    Su voz cargaba un aire de familiaridad. Escondido entre los anaqueles, me asomé ligeramente e intenté ver de quién se trataba. No podía ver sus rostros, ya que estaban de espaldas, pero su ropa... su maldita ropa pudo hacerme saber la información que quería. Debía huir.
    —Vladimir, ¿podrías pedirle a tu jefe que me dé dos días más? —La voz del encargado de la tienda sonaba temblorosa—. Hace tres días me asaltaron y yo...
    —¡¿Crees que esto es una puta broma para mí?! —dijo después de que un golpe interrumpiera al señor—. El dinero es pagado hoy o te arrancaré los dedos, Alex.
    —Por favor, no, se lo suplico.
    Mis manos y piernas temblaban mientras escuchaba la conversación. Realmente quería ayudarle a aquel señor, pero si era visto, sería llevado con Pierro. Sólo debía esconderme bien y nada me pasaría. Sólo debía permanecer oculto detrás de los anaqueles. Odiaba mi suerte, y sólo podía confiar en que un milagro sucedería y no sería visto.
    —Señor, —gritó una voz a mi lado—, tenemos una rata escondida detrás de los anaqueles.
    Me giré para mirarlo, no era un rostro conocido, así que no habría mayor problema si era el único tipo que me veía. Sólo Vladimir y Pierro conocían mi rostro, además de otros dos subordinados que siempre iban a cobrar a la casa de mis padres, pero desconocía sus nombres.
    Los pasos de Vladimir venían por el pasillo contrario al de este sujeto, pero no permitiría que él me viera el rostro, me levanté a prisa y empujé a ese tipo con tanta fuerza como pude. A parte de Vladimir, sólo había visto a otros dos sujetos, así que no habría problema, dado a que ya había tirado a uno de los tres. Corrí hacia la puerta con la velocidad máxima que me permitían mis piernas y tomé la manija, pero antes de que pudiera girarla, un balazo a la puerta me detuvo.
    —¿A dónde vas, ratita? —dijo con un tono cínico.
    Bajé mi rostro, mirando hacia el piso. De ser posible, evitaría a toda cosa que me viera el rostro. No podía caer en las manos de Pierro... no podía. Debía ser fuerte y pelear contra mi destino. No quería caer en un abismo interminable de sufrimiento eterno. Ya era lo suficientemente infeliz al saber que para mis padres sólo era un producto, así que ahora no podía permitirme ser un esclavo sexual de aquel desagradable tipo.
    —Lo siento, señor. —Hice mi voz más ronca—. Sólo venía por una cerveza, pero no quiero tener nada que ver con esto. Por favor, déjeme ir.
    —Pero ya has escuchado bastan...te. ¿Thoma? —Me giré para mirarlo, asustado—. JÁ, Thoma, Thoma, Thoma. No sólo eres una rata, sino una bastante escurridiza también.
    Vladimir me tomó del cuello del suéter con gran fuerza y me lanzó contra la puerta. Mi cabeza se azotó, produciendo que quedara sordo durante algunos segundos debido al pitido del estruendo, también me sentía muy mareado. Incluso el señor de la tienda parecía confundido.
    —Mi jefe te ha buscado por todos lados, ¿sabes? Ha estado bastante desesperado estos días. —Vladimir tiró de mi cabello, provocando que un gemido de dolor saliera de mis labios—. No te llevaré con él, no te preocupes. Por el contrario, sólo te contaré que a tu papito ya le faltan tres dedos. Cada día que pase, perderá otro dedo más. Si no quieres que tu papito siga perdiendo dedos hasta que tengamos que pasar a mutilar otras partes hasta que ya no quede más que la cabeza. Te recomiendo que te entregues.
    —¿C-Cómo? —Mi mente apenas podía procesar la noticia—. ¿Mi papá...?
    —Calla, ya te dije lo que debías saber, ahora lárgate y toma una decisión. —Me jaló nuevamente del cuello, abrió la puerta y me lanzó fuera del local—. Me pregunto qué preferirás, si un papá en una bolsa de basura o tu seguridad. Aunque, Pierro te encontrará tarde o temprano, ratita. Te quedarás sin padres y a lado de Pierro para siempre. Cierren la puerta.
    —¡Y esto por empujarme, idiota!
    El sujeto, al que había empujado antes para huir, me dio una patada en el rostro. Me sentí muy mareado, y veía borroso. Sólo pude verlo entrar nuevamente y cerrar la puerta detrás de él. Mi visión se nublaba más y más. Intenté levantarme, pero el mareo que estaba sintiendo me estaba venciendo. Mis oídos pitaban sin parar, mi visión estaba muy borrosa, y el sonido de lo que estaba a mi alrededor comenzó a apagarse lentamente hasta que todo se convirtió en miles de puntos negros cerrándose desde las orillas de mi vista hacia el centro. Entonces todo se nubló, incluido mi conocimiento.


Reditos de un Engaño || Ayathoma/Thomato AU ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora