Capítulo 8

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Mile observó con el rostro pétreo a Daniel durante todo el viaje a la mansión de los Romsaithong. Había dejado pasar el primer incidente del ascensor, pero el segundo ya era darle libertades al tipo para inmiscuirse en su vida privada.

Sí, tenía conocimiento de todo lo que sucedía con Apo porque estaba así de obsesionado con él. Incluso llegó al punto de vigilarlo por las cámaras de seguridad del edificio.

Daniel estuvo fingiendo demencia durante el trayecto, como si no pudiera sentir que le estaba abriendo un agujero en el cráneo con la mirada.

Mile comprendía que sus intenciones no eran malas, pero no le correspondía tomar partido en un asunto del cual fue explícitamente excluido por su propia orden.

—¿Tiene algo en mente?—dijo por fin el pelinegro, rompiendo el silencio incómodo en el auto—

—Solo estaba pensando en la manera más creativa de cortarte la lengua para que dejes de meter la nariz en donde no te llaman—contestó Mile con su característico todo frío. Por supuesto que no surtió efecto en Daniel—

—No sé de qué está hablando—

—No te quiero cerca de Apo—Mile lo miró a través del espejo—No lo mires, no le hables, ignóralo, bórralo de tu vecindad—

—No soy homosexual—fue la respuesta inteligente de Daniel—

—Estás muy gracioso últimamente, incluso para ti, Dan—

—Es bueno saber que no he perdido mi toque—

Mile entrecerró los ojos ante las bromas, para nada divertidas, del otro.

—Estoy hablando en serio. No vuelvas a dirigirle la palabra, incluso si tu intención es defenderme. ¿Quedó claro?—

—Bien—accedió el mayor y se estacionó en la entrada de la residencia de Mile—¿Pero no cree que este juego de tira y afloja se ha extendido demasiado?—

—Así es—admitió Mile—Me estoy cansando de  perseguir a mi propiedad, así que tomaré cartas en el asunto—

Daniel guardó silencio solo por unos segundos, pero como siempre, no pudo evitar aconsejar a Mile.

—No se vaya a exceder...—

—Bien sabes—interrumpió Mile—que mis métodos son un poco...salvajes—hizo una pausa y miró su sortija de matrimonio—Evidentemente no puedo permitir que la situación coja su propio curso, tendré que darle un pequeño empujón si quiero que todo resulte bien para mí—

—Si su madre se llega a enterar, ¿qué curso de acción debo tomar?—

—No te preocupes por eso, Dan. Lo sabrás en su momento—Mile se desabrochó el cinturón de seguridad y comenzó a salir del auto—Haz que venga a mí la señorita Bumprachom, tenemos negocios de los que hablar—

Mile se fue dando un leve portazo y el auto se quedó nuevamente en silencio. Daniel vio a su jefe, y probablemente mejor amigo, dirigirse conscientemente a la guarida del lobo.

Más tarde, esa noche, Natasha Bumprachom estaba cómodamente sentada en el sofá de dos plazas del despacho de Mile.

Si era sincera, la sorprendió gratamente el recibir la llamada del guardia personal de Mile. Aunque este expresó secamente que se trataba de una reunión de negocios, ella no podía negar que haría sus mejores esfuerzos por volver a conquistarlo.

Cualquier mujer en su sano juicio huiría de un hombre tan tóxico como él, pero la atracción de Natasha comenzó precisamente por la oscuridad y el misterio que lo envolvían siempre.

Dios de la codicia // MileApo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora