El ocaso

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Capitulo 15

El tren se había puesto en marcha finalmente. Y ella observó con lágrimas en los ojos, como Becky le daba la espalda. Como no quería mirarla ni siquiera en los últimos segundos de vida.

Cuando la puerta tras ella estalló otra vez, se reprochó el no haber visto a Mon y haberle explicado las cosas. Era una niña muy inteligente después de todo y su hija, la persona que le estrujaba el corazón tanto como su esposa con sus acciones o palabras.

Freen quitó su pistola y bajó la mirada a detallarla. No iba a tener el valor de hacerlo, pero debía. Llevaba cinco minutos con la mordida en su brazo y bastarían otros más para comenzar con la asquerosa transformación y ser parte de la horda que esperaba por ella afuera.

Sollozó, deseando que todo fuese un sueño y poder seguir los pasos de su familia.

Sin embargo, el tren empezaba a alejarse y no volvería por ella ni muchos por su estado.

Alzó su brazo y la puerta se abrió tras ella. Con el temblor en su muñeca, cerró los ojos y un disparó retumbó en sus oídos.

Los abrió, asustada y giró, observando cómo un infectado cayó justo sobre sus talones y luego otro más.

- ¿Freen? - escuchó una voz aislada, atrapada y haciéndose eco en un pequeño lugar. Conocía esa voz y, cuando iba a preguntar por él, Tee salió de un pequeño cuarto - ¡Freen! - a unos metros y al costado de la puerta, el pequeño cuadrado que se conocía como boletería había sido el lugar de refugio, al parecer, de su jefe y compañero.

- ¿Tee? Qué...- él le disparó a otro infectado tras ella y juntos se apresuraron a echarse contra las puertas y volver a cerrar - ¿Qué estás haciendo aquí?

- Esperando por ti- respondió con esfuerzo mientras intentaban cuidar la entrada - te envíe una coordenada y aquí estás

- ¿De qué hablas? Creí que era para...

- También- sonrió él - no creí que nuestro trabajo mataría personas, pero... ¿Qué tienes en el brazo? ¿te han herido?

Ella tragó saliva. Si le decía la verdad, Tee no dudaría en dispararle y acabar lo que ella no tuvo el coraje de hacer.

Tenía miedo. Estaba aterrorizada, a decir verdad, pero no podía ponerlo en peligro por lo que, totalmente nerviosa, asintió y sus ojos volvieron a nublarse.

- Me mordieron- murmuró.

- ¿Hace cuánto?

- Menos de diez minutos. Quizá- él se irguió de repente y cambió el cartucho de su arma. Freen apretó los ojos y aguardó, pero él tomó su mano y la jaló.

- Vaya que eres una mujer con suerte- bromeó guiándola escaleras arriba.

Ella se dejó arrastrar, entre la oscuridad de ese piso vacío y frío y corrió, cuando Tee lo hizo y juntos llegaron a un cuarto, al fondo del lugar.

Él retiró unas llaves de su bolsillo y abrió la pequeña puerta, adentrándose sin miedo y el corazón de Freen se paralizó. Allí, a unos metros de ella, Thomas Shulz estaba dormido sobre una silla de ruedas, pero con una media sonrisa, como si no entendiera lo que pasaba afuera.

- Qué... Tee qué es esto

- Te dije que estaba solo porque no sabía quién te acompañaba cuando vieras el video. Me importaba que llegaras a mí y a él también... Thomas, despierta- susurró su compañero con una suave sacudida al hombro del científico y ella se acercó un poco más - en la caja gris tras de ti, hay jeringas y el frasco rojo es el antivirus. Debes inyectártelo cuánto antes

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