Después de aquella exposición de arte, Cinco y Delores continuaron viéndose con frecuencia, por meses, explorando juntos los rincones más interesantes de la ciudad. Sus citas eran siempre espontáneas y divertidas, pero una en particular terminó siendo más especial de lo que ambos esperaban.
Un sábado por la tarde, Número Cinco invitó a Delores a visitar un mercado de antigüedades en un barrio antiguo de la ciudad. El mercado era famoso por su mezcla ecléctica de objetos, desde muebles antiguos hasta discos de vinilo, y Delores, con su aprecio por lo retro, no pudo resistirse a la invitación.
Caminaban juntos por los estrechos pasillos del mercado, rodeados de estantes llenos de recuerdos del pasado. Delores se detenía cada pocos metros, fascinada por algún objeto curioso: una máquina de escribir antigua, un gramófono que aún funcionaba, o una colección de relojes de bolsillo.
— Este lugar es como un museo, pero mucho más divertido — dijo Delores, levantando una cámara Polaroid que había encontrado en uno de los puestos. — ¿Te imaginas las historias que podrían contar todos estos objetos?
— Siempre me ha intrigado eso — respondió Cinco, mirando un mapa antiguo del mundo. — Es como si cada cosa aquí tuviera su propia vida secreta.
Siguieron explorando, riendo y compartiendo anécdotas. En un momento, llegaron a un puesto que vendía viejos libros y revistas. Delores, siempre curiosa, comenzó a hojear las páginas de un libro de poesía, mientras Cinco se entretenía con una colección de postales antiguas que mostraban paisajes de todo el mundo.
— Estas postales son increíbles — comentó Cinco, enseñándole una a Delores. — Es como ver el mundo a través de los ojos de alguien más, en otra época.
Delores sonrió, observando la imagen de una playa en blanco y negro. — Es hermoso, ¿verdad? Me hace desear haber vivido en esos tiempos, aunque solo sea por un día.
Continuaron caminando, hasta que finalmente, Delores se detuvo frente a un tocadiscos antiguo. Sus ojos brillaron con entusiasmo.
— ¿Crees que funcione? — preguntó, mirando a Cinco con una mezcla de curiosidad y esperanza.
— Solo hay una manera de averiguarlo — respondió él, buscando entre las pilas de discos que había al lado.
Encontró uno que parecía estar en buen estado, lo colocó con cuidado en el tocadiscos, y lo puso en marcha. Después de unos segundos de estática, la música comenzó a sonar: una melodía suave y romántica que llenó el pequeño espacio con su nostalgia.
Delores sonrió al reconocer la canción y, sin pensarlo dos veces, extendió la mano hacia Cinco. — ¿Bailamos?
Cinco dudó solo un instante antes de tomar su mano. Allí, en medio del mercado, rodeados de antigüedades y curiosidades, comenzaron a bailar lentamente. No importaba que la pista fuera el suelo de madera desgastada, ni que los otros compradores los miraran con curiosidad, para ellos, solo existía la música y el momento que compartían.
A medida que se movían al ritmo de la música, la cercanía entre ellos se fue acentuando. Al principio, sus manos estaban entrelazadas con una suavidad cautelosa, pero poco a poco, Cinco sintió que Delores se acercaba más, como si la música estuviera guiándolos hacia una mayor intimidad. Sus cuerpos comenzaron a rozarse ligeramente, y ambos compartieron una mirada, un cruce de ojos que hablaba de un entendimiento silencioso.
La música parecía ralentizarse, envolviéndolos en una burbuja de tiempo que les pertenecía solo a ellos. Sus respiraciones se mezclaban, y cada paso que daban juntos los acercaba más. Cinco podía sentir el calor del cuerpo de Delores, y en su mente, un recuerdo lo asaltó de repente.
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𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋𝐎 𝐌𝐈𝐎 | Una historia de Cinco Hargreeves y Delores
Fanfiction❝ - Todos esos años solo... Debió afectarte la cabeza... - Bueno... No estuve solo. - Oh... ¿Con quien? - Su nombre era Delores. ❞ ... Una historia donde Delores... Nunca fue un simple maniquí, ni una simple jugada de la mente p...