❝ - Todos esos años solo... Debió afectarte la cabeza...
- Bueno... No estuve solo.
- Oh... ¿Con quien?
- Su nombre era Delores. ❞
...
Una historia donde Delores... Nunca fue un simple maniquí, ni una simple jugada de la mente p...
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El sol de la tarde bañaba la huerta de fresas con una luz cálida y suave. Cinco estaba concentrado en regar las plantas, asegurándose de que cada una recibiera el agua necesaria para mantenerse viva en esa línea temporal que habían decidido llamar hogar, al menos por un tiempo.
Delores, por su parte, observaba a Cinco desde la distancia, con una sonrisa traviesa en el rostro. De repente, sin previo aviso, empezó a arrancar algunas fresas y se las lanzaba una por una. Finalmente el levantó la vista.
—Si sigues así, no dejaremos fresas para el invierno. — Dijo mirandola con una leve sonrisa
Delores se rió, ignorando la advertencia, y lanzó otra fresa, esta vez apuntando a su pecho. — Creo que estás exagerando — dijo entre risas mientras se acercaba lentamente a él, lanzándole más fresas con cada paso.
Cinco suspiró, fingiendo exasperación, pero su sonrisa lo delataba. — Muy bien, tú lo pediste — dijo, dejando la regadera a un lado. Y antes de que Delores pudiera reaccionar, él la atrapó en sus brazos, haciéndole cosquillas sin piedad.
Delores estalló en carcajadas, tratando de zafarse de su agarre, pero Cinco la sostenía con firmeza, disfrutando de su risa contagiosa. Mientras forcejeaban juguetonamente, sus movimientos fueron disminuyendo hasta que se encontraron uno frente al otro, con sus rostros peligrosamente cerca. La risa de Delores se apagó lentamente, y en su lugar, una tensión suave y cálida se apoderó del momento.
Cinco la miró a los ojos, perdiéndose en su profundidad, y sin pensarlo dos veces, la besó. El beso fue suave al principio, pero pronto, el beso se intensificó, como si ambos estuvieran buscando consuelo y pasión en el otro, olvidando todo por un instante.
En cuestión de segundos, lo que había comenzado como un juego inocente en la huerta de fresas se convirtió en algo más profundo. Cinco, con una pasión contenida durante mucho tiempo, la llevó suavemente hacia la casa, sin romper el beso. Delores lo siguió, con su cuerpo en sintonía con el de él.
Una vez dentro, dejaron que sus emociones los guiaran, llevando ese momento a otro nivel.
...
La vida en esa casa, había adquirido una rutina tranquila y casi idílica. Cada mañana, el sol se filtraba a través de las cortinas, llenando la habitación de una luz dorada y suave. Cinco era el primero en levantarse, disfrutando de la serenidad de los primeros minutos del día. Se dirigía a la cocina, preparando café para ambos, el aroma llenaba la casa mientras el agua hervía.
Delores solía despertar con el sonido suave de la cafetera y el susurro de los árboles afuera. A veces, se quedaba en la cama un poco más, disfrutando del calor de las sábanas, otras veces, bajaba las escaleras para encontrar a Cinco sentado en la mesa, con una taza de café en las manos y un libro en la otra.
Cada día se turnaban las tareas del hogar a realizar, unos días Cinco se encargaba de la cocina y Delores de la huerta. Y otros días Cinco se encargaba de la huerta y Delores de la cocina.
—¿Cómo está? —le preguntó Delores, observándolo mientras él probaba un bocado de alguna nueva receta.
— Delicioso, como siempre —respondía él, y ella sonreía, satisfecha.
Por la tarde, después de haber cumplido las tareas del día, solían sentarse en el porche, uno al lado del otro, disfrutando de la vista del jardín y el sonido de las hojas mecidas por el viento. A veces hablaban de lo que harían si alguna vez lograban regresar a su línea temporal original, pero otras veces simplemente disfrutaban del momento, sin preocuparse por el pasado o el futuro.
La casa, aunque era solo un refugio temporal, había comenzado a sentirse como un hogar. Las paredes estaban decoradas con dibujos que Delores había hecho en sus ratos libres, bocetos de los lugares favoritos de ambos en su otra línea temporal para no olvidarlos. En la sala, un pequeño estante albergaba los libros que habían logrado reunir, algunos traídos de otras lineas temporales, y otros encontrados desechados en la estación.
...
Cinco, entraba a la huerta con lo que había cazado en el día
— Oye, alguien lo hizo bien hoy. — Dijo ella al mirarlo regresar con dos presas grandes
— Fueron las trampas que hiciste. — Cinco colgó los animales muertos y luego se dirigió a ella — Excepcionales.
Cinco se sentó junto a ella mirandola con una sonrisa — Oye, conozco esa mirada, sueltálo — Dijo ella
— Bueno.— Dijo el dándole algo envuelto en una tela
— ¿Qué es esto?
— Mira dentro.
— ¿De dónde sacaste esto? — Dijo Delores con una sonrisa sacando una pulsera
— La hice yo.
Delores lo miró con una sonrisa y se acercó a besarlo, sus labios se encontraron en un suave y dulce beso
— Estás lleno de sorpresas. — Dijo ella riendo leve mientras el le colocaba la pulsera
— Mi objetivo es complacer.
Ella lo miraba con una pequeña sonrisa, acaricio su mejilla y lo miraba fijamente a los ojos — Aún hay algo que no dices... Sueltalo.
El se le quedó mirando en silencio y porfin habló — Bueno yo... — Él hizo una pausa aún pensandolo — Delores... — comenzó, su voz era suave pero llena de emoción. — Angelo mio, Non ci sono parole per descrivere quello che provo per te. Ogni giorno al tuo fianco è stato un dono che non avrei mai immaginato di ricevere. Ne abbiamo passate tante, a volte perse nel tempo, ma ritrovandoci sempre, non importa quanto siamo distanti.
(Traducción: Angel mio, no hay palabras para describir lo que siento por ti. Cada día a tu lado ha sido un regalo que nunca imaginé recibir. Hemos pasado por tantas cosas, a veces perdidos en el tiempo, pero siempre encontrándonos el uno al otro, sin importar cuán lejos estemos.)
Delores lo miró con ternura, sus ojos brillaban con curiosidad y amor.
— Quiero que sepas — Continuó Cinco — que no puedo imaginar mi vida sin ti. Quiero que seas mi compañera en cada aventura, en cada desafío, en cada momento de nuestras vidas. Quiero que estés a mi lado, siempre.
Se arrodilló lentamente frente a ella, sacando un pequeño anillo que había guardado con cuidado.— Delores, ¿te casarías conmigo? Mi renderesti l'uomo più felice del mondo essendo mia moglie(Traducción: ¿Me harías el hombre más feliz del mundo al ser mi esposa?)
Delores, sorprendida y con lágrimas de felicidad en los ojos, asintió rápidamente, apenas pudiendo contener su emoción. — Sì, Angelo mio, certo che sì (Traducción: Sí, Angel mio, claro que sí) — respondió mientras él deslizaba el anillo en su dedo. Se abrazaron con fuerza, ambos sintiendo que, en ese instante, el tiempo finalmente había encontrado su lugar perfecto para ellos.