La cereza del pastel

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"Te extrañe"

Fueron las palabras que escuché, y que él muy idiota volvió a repetir al ver que yo no reaccionaba de mala forma al respecto.

A su alrededor, comencé a ver nubes de color rosado, mariposas volando por los alrededores y fuegos artificiales iluminando la escena.

-¿Escuchaste eso, Kayla? ¡Nuestro mate nos quiere! - Dijo con ilusión mi loba mientras saltaba de alegría en mi interior.

Me estaba perdiendo en la atmósfera que se estaba creando en mi mente. Mis ojos no se apartaba de Eylan. Llevaba una camiseta blanca que hacía resaltar la belleza de su rostro y que le hacía remarcar los músculos de sus brazos. Sus labios se veían más rosados y apetecibles. Con solo su sonrisa, podría derretirme allí mismo.

Dios, creo que no siento las piernas.

-Hay te voy san Pedro...- Dijo Megan.

-Extrañe tu horrenda y redonda cara paseando por los pasillos de la universidad. No tenía a quien molestar.- Volvió a hablar, rompiendo toda la burbuja que habia creado en mi cabeza.

¿Que?

-¿Que?... -Pregunto mi loba. Su voz sonaba ahora apagada.

¿Horrenda?

La pequeña sonrisa que había querido aparecer en mis labios, ahora se trataba de una mueca de disgusto. Al verme, Eylan y sus amigos comenzaron a reírse.

¿Desde cuándo estaban allí?

-¿Que pasa? ¿Por qué cambias esa cara? Te van a salir más arrugas si sigues haciendo ridículas muecas. Ya es suficiente con que seas gorda.

No quise responder. Lo mejor para mí corazón, era simplemente ignorarlo y tratarlo con indiferencia.

Realmente no era gorda. Si lo fui en gran parte de mi niñez cuando me conoció, Pero al crecer, se volvió mi pequeña inseguridad no dicha a nadie. Ahora tenía un cuerpo un poco voluptuoso, pero intentaba mantenerme delgada lo mejor que pudiera.

Me giré para seguir con mi camino y poder irme a mis clases, Pero al dar dos pasos, Eylan me detuvo.

-¿A dónde crees que vas?- Su mano me agarró del brazo con fuerza y me jaló, hasta arrinconarme en una de las paredes.

Colocó su otra mano al lado de mi cabeza, quería intimidarme y parecer malote delante de sus amigos, pero lo único que me hacía sentir era anhelo y desprecio al mismo tiempo.

-¿Ahora que quieres, Maclover? -Hable con indiferencia. No estaba de humor para sus juegos.

-Alguien despertó de malas por lo visto... Me enteré que ya tienes a tu loba. ¿Ya encontraste a tu mate?

-¿Y eso a ti que te importa?

-Claro que no me importa, pero quiero estar presente para cuando aquel hombre te rechace. Estaré en primera fila y con palomitas a la mano, disfrutando del espectáculo. No quiero perdermelo. -Sus palabras iban como dagas, directas a mi corazón. Él hablaba con toda la intención de hacerme molestar, pero a diferencia de antes, ahora sí me estaban doliendo sus palabras.

Mis manos se apretaron en puños al escuchar sus palabras. Quería cachetearlo y humillarlo delante de sus amigos, pero me contuve.

Luego buscaré una venganza más apropiada para él.

-No pensarás rechazarlo, ¿Verdad?... Eso nos haría mucho daño también a nosotras.

No respondí.

La campana sonó en ese momento, anunciando la entrada a clases. Sus amigos comenzaron a caminar y nos dejaron a solas. Ambos seguíamos parados en el mismo lugar, sin apartar la mirada del otro.

A quien menos imaginé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora