Una mejor Luna

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–Bienvenidos a IceWords ¿Que desean?

Al entrar en la heladeria, el frío del lugar me envolvió. El local era acogedor y bonito. El lugar perfecto para comer helados tranquilamente.

Me distraje con las decoraciones del local y con los diferentes sabores que se veían a través del cristal, no sabiendo cual elegir realmente. Rubén pidió por ambos y luego nos fuimos a sentar a una de las mesas pegadas a la ventana.

–¿Enserio te pondrás a hacer la tarea aquí? –Ruben sacó su libreta, calculadora y lápiz. Comenzó a escribir en su cuaderno mientras esperábamos nuestros helados. Luego de salir de clases, no me había dirigido la palabra en todo el camino.

–Tengo que hacerlo. Aún no e terminado, y luego de que nos llamarán la atención está mañana, la profesora Ayla me pidió que le entregue las ecuaciones resueltas después de el entrenamiento de esta tarde.

–De verdad lo siento. Fue mi culpa que hayamos llamado la atención... Déjame ayudarte, así será más rápido.

Negó con la cabeza, sin levantar su mirada hacia mi.

–No es necesario. Quiero demostrar que no soy un bruto resolviendo estos ejercicios yo mismo.

–¿Desde cuándo estás tan interesado en entender matemáticas?– Pregunté un poco burlona, pero Rubén no sonrió ni se movió. Solo siguió escribiendo.

Me incliné hacia adelante, colocando mis manos encima de la mesa y apoyando mi barbilla en ellas para mirar a Rubén resolver cada ecuación con cuidado de no equivocarse. Desde afuera, el calor del sol seguía atravesando un poco la ventana, pero la temperatura era ideal para estar tranquila.

–Quisiera ir al bosque a correr y luego a acostarme en el pasto a descansar y relajarme – La imagen creada en mi cabeza me gustó. Megan en medio del bosque, acostada en el pasto mientras un rayo agradable del sol nos iluminaba y nos brindaba calor a la vez.

–No sería mala idea. Me gusta mucho el bosque.

–A mi me gusta el olor a pinos de nuestro Mate...

La imagen en mi cabeza volvió a cambiar al recordar a ese hombre-lobo. Seguí anhelando su aroma a pinos y a tierra mojada, pero intentaba no pensar en ello.

El no nos merece.

–Aqui tienen sus helados, espero que lo disfruten.– Dijo una chica.

–Gra...–

Me giré para agradecerle por su trabajo y tomar nuestros helados, Pero al verla me quedé un poco paralizada.

Cabello cobrizo, ojos verdes, bonita sonrisa y un rostro de porcelana.

-¡Es ella!– La voz de Megan no se escuchaba muy agusto al reconocerla.

Inmediatamente recordé la escena que miré el día de mi cumpleaños. Ella sentada en la fuente junto a Eylan en medio de la manada, mientras él la besaba con bastantes ánimos.

Mi pequeña sonrisa del principio fue decayendo gradualmente mientras la seguía observando. Ella me miró de igual manera, confundida por mi cambio repentino de actitud.

–¿Estás bien? ¿Hay algún problema con sus helados? – Dijo ella mientras seguía sosteniendo los helados en sus manos, observandolos atentamente, preocupada de que haya algún error.

Su linda voz me hizo sentir más miserable. Mientras más la miraba, más me daba cuenta de lo hermosa que era en todos los sentidos.

"Tu horrenda y redonda cara"

Recordé sus palabras hirientes.
Realmente odiaba sentirme así. En otro tiempo, antes de saber que él era mi mate, no me hubieran importado cada uno de sus comentarios. Siempre he sido una chica que no le presta atención a nadie, solo a mis seres cercanos y queridos: Papá, mamá, Killian y Rubén. No hay nadie más.

–Kayla, ¿Estás bien? – La voz de Rubén me saco de mis pensamientos.

Rápidamente recobré la compostura, dándome cuenta de que me había quedado nula por mucho tiempo mientras observaba a la chica. Mis mejillas se sonrojaron un poco y me disculpé con ella.

–¡No!... Digo, si. Estoy bien. Lo siento. –Hable torpemente.

A la chica no pareció importarle mi comportamiento. Me tendió mi helado y luego me sonrió amablemente.

–Tranquila. No todos los días son buenos, creeme. Trabajar de cara al público te enseña a empatizar con ellos en muchas ocasiones... También suelen hacer que quieras arrancarte el cabello debido a la desesperación, pero eso es solo habeces.

Su carisma y simpatia me hizo soltar una pequeña sonrisa al principio. No sé veía como una mala persona, pero no podía parar de recordar a Eylan besándola.

Tal vez ella sería mejor Luna que yo...

Ese y muchos más pensamientos autodestructivos venían a mi mente. La chica se fue de nuestro lado para seguir con su trabajo. Era dedicada y social con los clientes. Una chica simpática.

–¿Que te ocurre? –Ruben volvió a sacarme de mis pensamientos. Había guardado sus apuntes y demás cosas en su mochila. Ahora solo se comía su helado mientras me miraba extrañado.

–No fue nada.– Respondí mientras evitaba su mirada.

–Te quedaste mirando a Rosa como si fuera un espanto o algo así.

–¿Rosa? –Pregunte confundida al ver que se sabía su nombre.

–Es la chica que nos atendió. También estudia en nuestra universidad, pero  lo hace los fines de semana debido a su trabajo.

Analice esta pequeña información en mi cabeza. Trabajar y estudiar a la vez no era algo sencillo pero supongo que a podido encontrar la manera de hacerlo. Me comí el helado en silencio mientras observaba hacia la carretera.

–Parece que la conoces bien. Pareces todo un detective, por no decir chismoso.

–No soy chismoso... Solo escuché a Alessandro y a Eylan hablar de ella hace un par de días en los vestidores del campo de entrenamiento... –Confeso con tranquilidad, despertando mi interés.

Me senté derecha en mi asiento, intentando parecer natural para no llamar mucho su atención.

–Oh... Tal vez al pequeño Alfa le guste y quiere ligarsela. Está información puede ser de utilidad para molestarlo un poco– Seguí comiendo de mi helado con tranquilidad mientras mostraba una sonrisa malvada.

Rubén se rió ligeramente al escuchar mis palabras.

–Tal vez... Pero recuerda que no debes de rebajarte a su altura. Tu solo llámame si vuelve a molestarte y no te acerques a él. No quiero que te metas en problemas.

–Si supiera que ya tenemos la pata metida a mitad del fondo– Comentó Megan mientras suspiraba.

Luego de eso, cambié el tema de conversación para no parecer sospechosa. Aún no quería admitirle que Eylan era mi mate y que no sabía que hacer al respecto.

Rubén me contó un poco de lo que haríamos está tarde en los campos de entrenamiento. Debido a que ya tenía a mi loba, tenía que ir de forma obligatoria para aprender a luchar y a dominar mis instintos. Estás prácticas las implementaban en caso de emergencia. Si en algún momento alguien quisiera venir y atacar a la manada, ya nosotros estaríamos listos y preparados para defendernos y luchar por nuestro hogar.

Se supone que somos la próxima Luna de la manada. Ellos deberían de protegernos a nosotras– Se quejó mi loba.

–Eso nadie lo sabe Megan, y muy probablemente no lo sepan nunca.

–Es nuestro derecho, Kayla.

–Un derecho que no pienso aceptar. Así que vete haciendo a la idea de que no vamos a vivir una vida de amor y lujos al lado de nuestro Mate, Megan.

A quien menos imaginé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora