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Camino en dirección a Alex. Al principio, él está inmerso en su teléfono, pero cuando levanta la vista y me ve, levanta una mano en señal de saludo y empieza a caminar hacia mí. Al principio parece tranquilo, pero al ver mi cara, su expresión cambia a preocupación y acelera el paso.

"Amigo, ¿estás bien?" pregunta cuando está cerca de mí.

"Para nada, vayamos a mi casa, necesito un lugar tranquilo para pensar". "Claro, déjame pedir un taxi para llegar antes", dice mientras extiende la mano para detener un taxi que se acercaba.

El trayecto transcurre en silencio. Durante todo el viaje, el taxista parece tener ganas de decir algo, tal vez sobre el par tan curioso que estaba llevando.

Llegamos a mi casa. Entramos en silencio, me siento en el sillón con la mente en blanco. "Ahora sí, ¿me dirás qué pasa?" pregunta Alex. Intento hablar, pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta, saliendo apenas como pequeños sonidos ahogados.

"¿Gab?" pregunta Alex, inclinándose un poco para ver mi rostro. Es en ese momento cuando el nudo en mi garganta se deshace y las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas. Al principio, es un llanto silencioso, pero rápidamente se convierte en algo más profundo. Mis hombros comienzan a temblar.

El aire se me escapa en jadeos entrecortados mientras lucho por respirar, como si cada bocanada de aire fuera demasiado pesada para mis pulmones. Mis manos se aferran al sillón, los dedos clavándose en la tela en un intento de aferrarme a algo, a lo que sea que me mantenga conectado a mi antigua realidad.

Alex se queda a mi lado todo el tiempo, en silencio, sin decir una palabra, solo estando allí, siendo mi ancla mientras el mar de emociones me arrastra. Cuando finalmente el llanto comienza a calmarse, solo quedan las lágrimas secas marcando su rastro en mi piel, y una sensación de vacío que se instala en mi pecho.

Con la voz aún temblorosa, empiezo a hablar. "Al parecer, el cambio no solo es físico. Cualquier duda que tenga, aunque no sea sobre mi identidad, puede causar cambios que posiblemente sean irreversibles. No sé qué voy a hacer. El simple hecho de que me derrumbara en este momento y empezara a llorar de esa forma ya me está cambiando más". Alex me observa atónito por un momento, reflexiona un poco, se levanta del sillón y dice mientras se estira, "Así que, ¿necesitas mantenerte distraído para no dudar y no dejar de ser tú para siempre?" Lo miro y asiento. "Ok, vuelvo en una hora", dice mientras sale de la casa y me deja en silencio.

Me hago un ovillo en el sillón, abrazándome a mí mismo, y cierro los ojos, esperando que vuelva. Aún siento el rastro de las lágrimas, un recordatorio amargo de la realidad que intento evadir, pero hago todo lo posible por calmarme para no empeorar la situación.

Cuando empezaba a dormitar, la puerta se abre. Alex entra con algunas bolsas y se dirige a la pequeña mesa entre el sillón y la televisión. "Bien, haré un esfuerzo para ayudarte a seguir siendo tú. Ya se me ocurrirá algo, pero por lo mientras distraigamos tu mente", dice mientras vacía las bolsas que contenían botanas y dulces.

"Escoge una película mientras voy a lavarme las manos", dice, caminando hacia el baño. Sin decir una palabra, elijo una película al azar en una plataforma de streaming. La pauso antes de que inicie y Alex regresa para sentarse a mi lado.

"¿De qué trata?", pregunta señalando la televisión. Levanto los hombros, indicando que no tengo idea. Pasa la primera parte de la película y no me entero de nada, hasta que el ambiente se empieza a sentir más tranquilo y logro relajarme. La película termina entre el sonido de risas repentinas de parte de Alex.

"Al parecer es una trilogía, ¿quieres seguir viéndola?", pregunta Alex. "Sip", alcanzo a articular.

Ponemos la secuela, y mientras la película avanza, el ambiente en la sala se va tornando más acogedor. A medida que la noche cae y el clima se enfría, me acerco instintivamente a Alex, buscando un poco más de calor. Mi cabeza encuentra un lugar sobre la suya, y siento cómo la tensión en mi cuerpo comienza a disiparse. Termina la segunda película y casi sin darme cuenta, cuando empieza la tercera, mi cabeza ya descansa sobre sus muslos, y de alguna forma se siente natural. Nos quedamos así, en silencio, dejando que el tiempo pase hasta que, con un suspiro, Alex menciona: "Ohhh, ya es bastante tarde, debo volver a casa", mientras aparta gentilmente mi cabeza de su regazo.

"Está bien, muchas gracias por ayudarme hoy. Significa mucho para mí", digo, sintiéndome mejor.

"No te preocupes, eres mi mejor amigo. Es lo menos que podría hacer".

Alex camina hacia la puerta y, al verlo alejarse, una ola de pánico me invade. Sin pensarlo, me lanzo hacia él y lo abrazo por detrás, apretándolo con fuerza. "Amigo, debo irme", dice, claramente desconcertado, mientras intenta soltarse. "Lo sé", murmuro, mi voz tiembla mientras lo giro bruscamente hacia mí. Me agacho para compensar la diferencia de altura y, en un impulso frenético, le doy un beso en la boca. En el instante en que nuestros labios se tocan, me siento paralizado, la realidad del momento me golpea. Con una mezcla de vergüenza y confusión, lo empujo hacia la puerta, la abro de golpe y lo saco de mi casa, el peso de lo que acabo de hacer me abrumando mientras cierro la puerta detrás de él.

Camino sin nada en la cabeza, intentando ignorar lo que acabo de hacer. La fuerza en mis piernas se agota, así que caigo al suelo y empiezo a llorar incontrolablemente, sin saber que los cambios solo estaban comenzando.

Mirror ComplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora