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"Achuu". "¿Un resfriado? ¿Con este calor? Siempre encuentras una forma de preocuparme", me dice con voz aún somnolienta mi mejor amigo Alex. "Debes cuidarte más y dejar de ser tan despreocupado siempre. Seguro ni siquiera estudiaste para el examen de hoy, ¿cierto, Gab?"

Es cierto, no estudié nada, lo olvidé por completo. Me desvelé jugando, pero claro que no le diré la verdad. "No te preocupes, te aseguro que pasaré la materia". Él únicamente me mira con ojos de 'no te creo'.

"Bueno, siéntense por número de lista, empezaré a repartir los exámenes. Yo les daré lápiz y papel para realizar sus operaciones. Tienen hora y media para terminar", dice la profesora de cálculo. "Listos, empiecen". Al terminar esta frase, puedo escuchar el característico sonido de las hojas dando vuelta y los lápices desgastándose contra ellas.

Han pasado 20 minutos desde el inicio del examen. Puedo ver a Alex escribiendo unas bancas delante de mí, y en una esquina algo alejada se encuentra Emily, de quien estoy enamorado. Una vez intenté declararme y fui rechazado. Desde entonces, no hemos intercambiado palabra. Siempre se pinta las puntas de su cabello; esta vez es de un azul oscuro pero brillante. Aunque solo veo su espalda y su hombro moviéndose mientras escribe, no puedo evitar sentirme cautivado únicamente por eso.

Mientras estaba inmerso en mis pensamientos, han pasado 20 minutos más y mi examen sigue en blanco. Me es imposible concentrarme. Algo va mal; mi cuerpo se siente caliente y mi vista está nublada. "Profesora, ¿puedo ir a la enfer...?". Antes de concluir la frase, todas mis fuerzas se van y lo último que sale por mi boca es un quejido. "¡Gabriel!", escucho a Alex gritar. Después, el sonido de su asiento retumba por el salón. Antes de perder la conciencia, puedo observar a Emily viendo de reojo la situación, para que después de soplar un mechón de cabello vuelva a su examen. Después de esto, todo se vuelve negro.

'Tic, Tac, Tic, Tac...', el sonido de las manecillas del reloj me despierta. Estoy en una cama. "Un techo desconocido", digo para mí mismo. "Despertaste, ¿te sientes mejor?", la enfermera dice mientras se acerca a mi cama con un termómetro. "37.5 grados. Te voy a mandar a casa; necesitas descansar. ¿A quién puedo llamar para que venga por ti?" "No hay nadie en casa. Mi hermana recién terminó la carrera y mis padres fueron de viaje con ella para festejar". "Hmm, correcto. ¿Crees poder ir solo?" Intento ponerme de pie, pero aunque estoy algo mareado, lo logro sin muchas complicaciones. "Al parecer sí. Muchas gracias", digo mientras camino en dirección a la puerta. "Espera, por rutina, debo sacar tu receta para que se la des a tu profesora y permita hacer tu examen después", me indica una báscula donde igual me puede medir. "1.85 cm y 67 kg", murmulla para ella misma, para después ir a su escritorio, hacer una receta y darme unas cajas con medicamento. "Ok, sigue las instrucciones. Cuando estés mejor, veremos sobre tu peso, ya que estás algo bajo en relación con tu estatura. Entrega la receta a tu profesora para no tener problemas", asiento con la cabeza y salgo de la enfermería.

El camino a casa fue horrible. Todo el tiempo sentía cada luz que llegaba a mis ojos como si alguien con fuerza quisiera metérmelos en el cráneo. Pero finalmente llego al hogar, vacío, como ha estado desde hace un mes y aún faltan dos para que vuelva mi familia.

Tomo un vaso con agua para tomar las medicinas y subo a mi habitación. Tomo dos de cada pastilla a pesar de que la receta dice que únicamente una, pero realmente estoy desesperado por sentirme mejor. Voy al baño y en mi espejo definitivamente he bajado de peso. Aunque es extraño; comúnmente como bien y voy al gimnasio. Mi cara se ve algo más delgada, pero más redonda. Asimismo, los dedos de mis manos se ven más delgados.

"Claro que me voy a desmayar si estoy bajando tan abruptamente de peso", pienso, para ser interrumpido por un dolor punzante en el pecho y la cabeza. Descansar sería lo mejor.

Envió un mensaje para reportarme al grupo familiar y, sin quitarme la ropa, al tocar la cama automáticamente me quedo dormido.

Escucho el despertador. Es como si el tiempo que dormí hubiera pasado tan rápido que ni descansé. Me siento agotado y, aparte de eso, me duele el pecho, como si hubiera hecho mucho ejercicio. Toco por encima de la playera que no me quité anoche y se siente inflamado. Me veo al espejo y he recuperado mi color.

Pero de alguna forma me siento mejor que el día anterior. Salgo para la escuela y me topo con Alex en el camino. "Buenos días, ¿te encuentras mejor?", dice con su cara preocupada de siempre. "Sí, siento preocuparte ayer. Espero pudieras terminar el examen". "Eso es lo de menos. Me preocupaba más cómo estabas, pero veo que tienes mejor color", dice mientras le cambia su expresión y también cambia el tema.

Llegamos a la escuela y voy directamente con la profesora a entregar la receta. Ella, muy comprensiva, me deja hacer el examen el día de mañana mientras 'me cambia más la cara'. Agradecido y sintiéndome mejor, paso el día repasando para el examen, ya que no había estudiado nada.

El día llega a su fin y, después de despedirme de Alex, quien se queda en su club de básquet, me dirijo a casa.

Utilizaré el tiempo que tengo antes del examen de mañana para prepararme más. Llego a las 3 a mi casa, así que hay suficiente tiempo para estudiar más y al menos pasar el examen con 6.

Dan las 9 de la noche. No he comido nada, así que decido pararme de la silla y tomar un descanso mientras ceno algo. Pero al levantarme, las piernas no me responden. Pierdo el equilibrio y caigo bruscamente al suelo. Mi cuerpo se empieza a calentar peor que ayer y mi vista está tan nublada que con trabajo distingo colores. Sin poder analizar mucho la situación, mi mente se desvanece. Aunque estoy inconsciente, siento dolor en mi cuerpo como si se estuviera 'moldeando', hasta que llega un punto donde mi mente se desconecta por completo.

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