❛1. Autodestrucción❜

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Alban esbozó una sonrisa de alivio cuando Luna lo ayudó a estabilizarse tras su salida de la chimenea

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Alban esbozó una sonrisa de alivio cuando Luna lo ayudó a estabilizarse tras su salida de la chimenea. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en un callejón lleno de chimeneas. Mon Dieu, qué raros son los ingleses, pensó, asombrado por la presencia de esas chimeneas en un lugar tan común. Pero se distrajo cuando Luna tomó su mano con una mezcla de firmeza y delicadeza, comenzando a guiarlo a través de lo que parecía ser Hogsmeade. Sus ojos se abrieron con asombro mientras avanzaban por las calles adoquinadas. Las tiendas mágicas, vibrantes y chispeantes, parecían palpitar de vida, como si fueran seres vivos.

A pesar del bullicio que reinaba en Hogsmeade, Alban percibía una calma peculiar en la manera en que Luna se movía. Era como si ella flotara más que caminar, su presencia etérea aportando una serenidad que contrastaba con el dinamismo del lugar.

Ce pays est vraiment étrange – murmuró Alban, aún cautivado por la mezcla singular de magia y vida cotidiana que lo rodeaba. Cada esquina y cada tienda parecían ocultar secretos esperando ser desvelados, y aunque había pasado toda su vida en Francia, el mundo mágico inglés le resultaba tan novedoso como fascinante.

Mientras observaba atentamente cada tienda y rincón, no podía evitar comparar lo que veía con le Passage Enchanté, el callejón mágico más célebre de Francia, donde había pasado tantas horas de su juventud.

En le Passage Enchanté, la atmósfera era diferente. Las tiendas, aunque igualmente llenas de maravillas mágicas, desprendían un aire de discreción y elegancia. Los edificios estaban adornados con detalles artísticos, como enredaderas encantadas que florecían con rosas doradas y vitrinas que exhibían objetos mágicos como si fueran piezas de arte en una galería. Todo allí parecía diseñado para inspirar admiración en lugar de abrumar los sentidos.

En cambio, el callejón Diagon vibraba con una vida más cruda y enérgica. Las tiendas se apiñaban una al lado de la otra, con carteles de colores brillantes que parpadeaban y cambiaban de forma para atraer la atención de los transeúntes. Los aromas se entremezclaban en el aire, desde el dulce perfume de la manteca que emanaba de una taberna cercana hasta el humo de los fuegos artificiales que brotaban de una gran tienda naranja con el nombre 'Sortilegios Weasley'. La energía era casi palpable, como si el mismo callejón estuviera en un constante torbellino de movimiento.

– ¿Decías algo? – preguntó Luna, girando la cabeza con una distracción juguetona pero con una chispa de curiosidad en sus ojos. Alban se sorprendió al notar la belleza de Luna: sus ojos azules brillaban con la intensidad de dos gemas preciosas y su cabello rubio, en rizos despeinados, enmarcaba su rostro de manera encantadora. El castaño se preguntó si estaba en presencia de una vidente, pues la mujer tenía una presencia muy peculiar a su alrededor.

– Solo 'staba... admirando lo diferente que es todo aquí – respondió él su marcado acento francés, esperando que sus palabras si se entiendan– Hasta la arquitectura pa'ece tener vida propia.

❛ 𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄𝐒 ༄ 🌿                    Harry Potter x Male!ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora