Jatta - Agosto 2024

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Ser el futuro gobernador de Uziza conlleva muchas responsabilidades y acompañar a su padre en cada una de las actividades se ha convertido en su día a día. Las reuniones periódicas son la reina Yodit es lo que más le atrae, la corte con sus conspiraciones y secretos parecen llamarlo en susurros cada vez que atraviesa la puerta de palacio,

Aunque lo que más le gusta es visitar la capital cuando han cumplido con sus obligaciones. Desde que cumplió dieciocho años su padre le permitió acompañarlo, junto a un par de gobernadores más, al barrio donde mujeres de todas las edades y algunos hombres venden su cuerpo. Ha de admitir que estas últimas veces ha perdido el interés y apenas ha estado con un par de chicas de las que ni siquiera se ha sentido atraído. Su cabeza solo puede pensar en ella.

Es joven, demasiado para él, pero su conversación es refrescante a la vez que inteligente. Desprende aires de grandeza y poder, cosa que la hace destacar entre todas las demás. Jatta apenas ha intercambiado con ella más allá de un par de castos besos y algunas caricias. Pero no es el único que se ha percatado de su existencia. Su padre ha tomado aquel orgullo en su mirada como un desafío personal y está dispuesto a hacer que aquella mocosa se rindiese ante sus pies y bajase de aquel pedestal.

Aquella tarde, Jatta recibe órdenes concretas para encargarse de ciertas gestiones antes de reunirse con el resto. Al llegar y buscar a la joven, no la encuentra donde siempre: rodeada de otras chicas que la tratan como si fuera una reina. Tampoco ve a su padre, lo que empieza a inquietarlo.

Recorre el barrio preguntando a otras mujeres, pero ninguna sabe decirle dónde ha ido. Está a punto de desistir cuando un grito de dolor proveniente de un oscuro callejón lo hace pararse en seco. Se lleva la mano al bolsillo de su pantalón donde palpa el contorno de la daga que se obliga a llevar cada vez que viene a la ciudad y se interna en el callejón procurando no ocultarse entre las sombras y avanzar en silencio, pegado a la pared. Cuando un nuevo grito inunda sus oídos, no le cabe ninguna duda de que la voz es de ella.

Se apresura todo lo que puede sorteando charcos de agua estancada y pequeñas acumulaciones de basura hasta que las figuras de un hombre de gran envergadura y una niña se hacen visibles. El horror hace que su cuerpo se agite en cortos espasmos y la bilis le recorra la garganta en una oleada de calor ácido. Su padre golpea de nuevo con el puño el cuerpo encogido de la chica mientras profiere insultos entre dientes.

Todo sucede con demasiada velocidad, pero cuando se da cuenta, su mano está levantada por encima de la cabeza empuñando la daga desenfundada. Sin pararse ni un segundo a pensarlo, se la clava a su padre en la espalda que cae con un grito sordo en el suelo, casi arrastrando a la niña con él. Jatta jadea, se acerca a ella, se agacha a su lado y susurra:

—Nía, ¿estás bien?

Ella lanza una mirada de soslayo al cuerpo del hombre desplomado antes de esbozar una sonrisa de lado.

—Felicidades, Jatta de Uziza. Acabas de convertirte en el gobernador.

Jatta asume sus palabras. Mira el cuerpo de su padre y la sangre que se extiende sobre la camisa de colores. Observa el puñal, su puñal, que sobresale de su espalda y retrocede con el terror reflejado en el rostro. ¿Qué ha hecho?

Nía alarga la mano para tomar el puñal y lo arranca con una fuerza inesperada para un cuerpo tan menudo. Juega con el arma entre sus dedos y susurra:

—Deberías irte, Jatta de Uziza. Si ten ven, sabrán que has sido tú e irán a por ti.

—¿Y tú?

—A mi no va a pasarme nada—clava de nuevo el puñal con fuerza en el cuerpo del hombre. Una, dos, tres veces, antes de mirarlo—. Ni voy a inculparte. Marcha tranquilo.

—Yo... Gracias.

—Algún día, Jatta, te necesitaré. Espero que cuando llegue el momento no te olvides de esto.

Y apartando la mirada de él, vuelve a ensañarse con el cuerpo. Sin embargo, Jatta no se queda a ver más, se aleja tambaleante por el camino sin saber que sus caminos volverán a cruzarse dentro de poco y que no mucho tiempo después, Nía necesitará su ayuda y Jatta estará dispuesto a ayudarla.


¿Qué hubiera pasado si Jatta no hubiera ayudado a la chica?

Érase una vez... EbonmereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora