Día Uno

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---¿Qué hiciste qué Hanna?...--preguntó con el ceño fruncido por la evidente molestia---... ¿Con qué derecho?...---siguió reprochando al teléfono, mientras apretaba el puente de su nariz con sus dedos y trataba de mantener la calma---...¡no tengo por qué estarte informando si tengo sexo o no, ni con quien!...---la vena de su sien estaba a punto de explotar---...no me interesa Hanna, anula eso ¿Qué? ¿Una semana?...---dijo con ojos desorbitados al tiempo que se levantaba de la silla ejecutiva---...¡Por dios, tu demencia ha sobrepasado todo límite!


De pronto, la voz de su secretaria se dejó escuchar por el intercomunicador.


---Señor Park, un joven lo busca, dice que tiene una cita con usted señor, pero no lo tengo anotado en su agenda...---dijo la chica.



---Si no está en mi agenda, no pienso recibir a nadie...---contestó el rubio, pasando sus manos por su cara con frustración.



---Dice que viene de parte de la señora Hanna, señor Park...---habló de nuevo la secretaria.



---Hanna ¿te atreviste a darle la dirección de mi oficina?...---casi gritó al teléfono---...si, es obvio que está aquí, no Hanna, ¿Aló?...---colgó, tirando después el teléfono hacia el elegante sofá de cuero negro.



---Señor Park, con respecto al visitante...--preguntó la secretaria.



---Hágalo pasar...---respondió el rubio volviendo a su escritorio, para seguir en lo que estaba antes de la llamada de su muy "querida" madrastra.



Unos ligeros toques a la puerta lo alertaron de que su "visitante" había llegado, dando paso a Lisa, la rubia secretaria, seguida de un chico delgado pero de cuerpo fornido, con una exuberante cabellera verde.



Jimin lo inspeccionó de pies a cabeza sin mucho disimulo, para luego centrar su atención en los papeles que revisaba.



---Lo dejé pasar para informarle, que no sé qué clase de trato hizo usted con mi madrastra, pero no tengo ninguna intención de aceptarlo...---informó Jimin, con su atención enfocada en sus dichosos papeles---...así que, no le quitaré más su tiempo, puede retirarse.



---No me quita nada...---dijo aquel pálido chico mientras miraba como un gatito curioso, todo a su alrededor---...mis servicios fueron pagados con anticipación, sea que los tome o no, igual estaré aquí.



Jimin lo miró y frunció el ceño cuando aquel chico, sin mucho problema, se acomodó en el elegante sofá y empezó a hojear una de las revistas colocadas sobre la mesa ratona.



Tenía tanto trabajo sobre el escritorio, que perder el tiempo discutiendo con un desconocido, era una acción innecesaria.



Una hora pasó sin que Jimin lo hubiera notado siquiera, hasta que aquel peli verde se levantó de donde había estado sentado la última hora y se dirigió a la puerta.


---Que tenga una hermosa tarde, señor Park, vendré de nuevo mañana...---dijo el peli verde.



---Como sea...---respondió Jimin entre dientes sin levantar la mirada.



Cuando el peliverde salió de la oficina, Jimin se quedó muy pensativo con aquel aparente regalo que le había hecho su madrastra.



Pero ¿quién era ella para decidir que él necesitaba tener un poco de "diversión" en su vida?







Olis, revisando mis historias, me di cuenta de que nunca subí esta historia aquí. 

Espero que la disfruten, es muy muy cortita, así que no les llevara mucho leerla y sera enviada a borradores el 19 de septiembre.



-bais

Seolmae

𝓢𝓸𝓵𝓸 𝓼𝓲 𝓽𝓾 𝓺𝓾𝓲𝓮𝓻𝓮𝓼...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora