Día cuatro

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Una idea había comenzado a rondar en la cabeza de Jimin desde el día anterior. Aunque no quería meditar y darle vueltas al asunto, esta molestosa idea seguía revoloteando en su mente una y otra vez.



¿Cómo había encontrado Hanna este servicio de "chicos de compañía"?

¿Sería posible que Hanna fuera una cliente de aquel peliverde?


Solo pensarlo lo estremecía,  la vergonzosa posibilidad de compartir cama con alguien que primero había estado con su madrastra le generaba desasosiego . Y no es que juzgara a Hanna si eso fuera cierto, él más que nadie conocía la clase hombre que era su padre, y el tipo de relación que mantuvo con ella. Por algo el hombre iba ya, por su tercer matrimonio.


¡Sería como hacer un trío, aunque de manera indirecta!


Tan concentrado, o más bien desconcentrado estaba, que no se dio cuenta de las continuas llamada de su secretaria, ni de los golpes a su puerta, hasta que ella entró de sopetón en su oficina, seguida de aquel peliverde quien lo miraba con gran preocupación.


---¡Oh por dios, señor Park! ¿se encuentra bien?...--preguntó Lisa observándolo con insistencia.



---¿Sí?...---dijo extrañado por las miradas que le lanzaban aquellos dos---...¿qué sucede?...---dijo mirando de reojo al peliverde.



---Llevo varios minutos llamándole señor y no me contestaba, luego toque a su puerta y...---decía Lisa agitada---...pensé que le habría ocurrido algo.



---Estoy bien...---carraspeo su garganta Jimin ante la mirada sin disimulo del pálido---...quizás solo estaba algo distraído...---bajó la mirada y empezó a mover los papeles sobre su escritorio ¿por qué de repente se sentía tan nervioso?



---Bien...---lanzó un suspiro Lisa---...el señor...---dijo señalando al peliverde---...estaba esperando ser recibido, pero le dije que...



---Está bien Lisa, puedes retirarte...---la interrumpió Jimin y la chica, mirando de nuevo al peliverde, salió de la oficina.



---Yo estaba preocupado...---le dijo el peliverde acercándose al escritorio donde estaba Jimin.



---No veo la razón...---contestó Jimin esforzándose por no ponerse nervioso, bajo la intensa mirada de aquellos ojos felinos.


---La última vez que le vi, no se encontraba muy bien y pues...---dijo el peliverde mientras Jimin se levantaba de su silla y caminaba hasta el archivo para sacar algunos papeles.



---Pues como puede ver estoy...---decía Jimin cuando al girar, chocó contra el cuerpo del peliverde, quien sin dudarlo, posó las manos en sus caderas, sin apartarle la vista ---... perfecta.... perfectamente...---casi susurró intentando soltarse, pero el chico lo pegó más a su cuerpo.


El aliento mentolado del peliverde era embriagador al mezclarse con el aroma cítrico y maderado de la colonia que usaba, inmovilizando a Jimin, y llevándolo a dejarse llevar por aquel momento.


Lentamente, el peliverde rozó con su nariz la nariz de Jimin, haciendo que el rubio cerrara los ojos y dejara caer los papeles al suelo, para aferrarse con todas sus fuerzas a los brazos chico.


---Escuche, escuche, señor...---le decía Jimin extasiado por sentir aquel cálido aliento en su cuello.


---Llámame Suga...---susurró en el oído del rubio, con aquel tono grave que hizo erizar cada fibra del cuerpo de Jimin.



---Muy bi-bien Suga, yo...---balbuceaba Jimin cuando aquella lengua recorrió su cuello---...yo necesito aclarar...---El rubio hizo un tremendo esfuerzo por separarse, hasta que finalmente lo logró---...necesito aclarar algo, algunas cosas.



---Claro...---contestó Suga volviendo a ese cuello, que desde su primer encuentro se había convertido en su debilidad, cuando lograba arrancarle al rubio pequeños gemidos, al momento de besarlo.


---Por favor...---decía Jimin en medio de un lijero jadeo, al sentir como las manos del peliverde recorrer su espalda, mientras buscaba la fricción de sus entre piernas---...basta, deténgase...---exclamó separándose agitado y respirando profundo hasta dejarse caer sobre su silla, aflojándose la corbata---...yo necesito saber que clase de trato hizo usted con Hanna...---soltó Jimin tratando de no mirar al peliverde y enfocándose en los papeles sobre el escritorio.



---Puedo asegurarle que soy un profesional...---dijo Suga mordiéndose el labio ante el deseo imperioso de lanzarse sobre el rubio y comerle la carnosa boca.


---No dudo de su experiencia ¿fue así que conoció a Hanna? ¿es una clienta suya?...---preguntó el rubio mirando esta vez al peliverde.



---¿Importa mucho?...---dijo Suga caminando hacia Jimin quien se mostró nervioso, cuando el peliverde se puso de rodillas frente a él.

---Sé perfectamente, el tipo de relación que ella tiene con mi padre, así  que, no la juzgaría, si un día salió a buscar atención en otra parte...---comentaba Jimin sin levantar la vista de los papeles que ni siquiera leía.

---¿Que hace?...---dijo sorprendido el rubio, intentando levantarse de la silla, pero el peliverde lo detuvo tomando su pie y quitándole el zapato.


---Debe tomar las cosas con calma Jimin, está muy cargado de estrés y eso puede afectar su salud...---le decía Suga, mientras empezaba a masajear, los pies del rubio.


---Oh cielos, eso se siente tan bien...---exclamó Jimin, dejándose sumergir por completo, en aquel  momento.


No supo cuanto tiempo, aquellas manos masajearon sus pies, tobillos y pantorrillas, pero definitivamente sentía su cuerpo más liviano.


No fue hasta que aquellas manos detuvieron su trabajo, que el rubio abrió los ojos para encontrarse de nuevo con la cara de Suga muy cerca de la suya, mientras se apoyaba en lo reposabrazos de la silla.


---Ya llegó la hora de irme cariño...---le dijo Suga, y aquella última palabra vibró en el pecho del rubio estremeciéndolo.


Lentamente, Suga se acercó para dejarle un pequeño beso, apenas un roce sobre los labios. Y acomodando su ropa, se marchó

bais.
Seolmae

𝓢𝓸𝓵𝓸 𝓼𝓲 𝓽𝓾 𝓺𝓾𝓲𝓮𝓻𝓮𝓼...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora