Día Seis

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Jimin se sentía más agotado ese viernes, que cualquier otro día que hubiese trabajado 15 horas seguidas.

El constante pensar en aquel pálido peliverde, sumado a todo el trabajo acumulado por ser casi fin de año, lo tenían casi colapsando. Pero, en realidad, la situación con aquel chico de compañía, le afectaba más que cualquier otro aspecto.

Estaba empezando a molestarse consigo mismo, por verse tan afectado por alguien que, hasta hacía unos días atrás, era inexistente para su vida.


¿Por qué se sentía tan molesto?


Seguramente Suga había hecho muchos "tratos" con otros clientes durante los días que estuvo llegando a su oficina.


¿Por qué debía suponer que su "trato" era especial y único?


Él era solo cliente más, de aquella extensa lista que, sin duda, el peliverde tendría.


¿Qué relevancia tendría otro nombre más, aunque fuese el suyo?


Porque estaba más que seguro que aquel hombre era demasiado "popular" dentro de ese "ambiente".


Entonces ¿Debería solo tomar aquel presente que su madrastra le había dado y no poner tanta mente al asunto?


No, no podía, no cuando aquel peliverde despertaba aquellas sensaciones y deseos tan intensos.

Aunque tal vez era eso lo que necesitaba, dejarse llevar y acabar de una vez por todas con este asunto.


Esa mañana se sentía letárgico y hasta un poco sombrío, pues había pasado gran parte de la mañana, simplemente suspirando parado en la ventana.


---¿Señor Park? el señor Suga solicita verlo...---dijo la secretaria por el intercomunicador, sacándolo de su burbuja.


--Déjalo pasar...---respondió el rubio, acomodándose en la silla del escritorio mientras le daba la vuelta, dándole la espalda, pues no quería ver la cara del peliverde, al comenzar a hablarle, no quería perder su valor de hacerlo.


---Buen día, cariño...---escuchó a Suga saludarlo a sus espaldas y cerró los ojos imaginando su apariencia, percibiendo aquella esencia tan varonil que desprendía.


---Necesito solicitarle algo...---dijo Jimin haciendo una pausa---...necesito que deje de venir a mi oficina y no se preocupe por el pago anticipado, puedo decirle a mi madrastra que he tomado su loco obsequio, así no tendrá usted que reembolsarle y...


No se dio cuenta en que momento Suga había caminado hacía él y dio vuelta la silla para después besarle profundamente mientras se apoyaba en los posa brazos y Jimin se hacía pequeño ante él.


Jimin se sentía tan ligero ante tanto arrebato por parte del peliverde y se sintió extasiado cuando, en un pequeño jadeo suyo, aquel hombre introdujo su lengua, haciendo que el beso fuera más húmedo, más apasionado, más necesitado.

𝓢𝓸𝓵𝓸 𝓼𝓲 𝓽𝓾 𝓺𝓾𝓲𝓮𝓻𝓮𝓼...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora