Humor.

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-A veces eres tan amargado, Lou. No entiendo. Yo soy gracioso. Podría jurarlo. Soy un chico con mucho sentido del humor. Pero tu... tu no te ríes con nada. La verdad no se si es porque eres tímido y además de no hablar no te ríes, o porque en verdad soy muy malo para hacerte reír.
Eres malo. Decía la nota que Louis escribió para mostrarle. Había comenzado a entrenar su mano izquierda para poder comunicarse de alguna forma con H, lo cual era sumamente encantador y el otro, a pesar de no decirlo, estaba muy orgulloso y conmocionado.
-¡Ay, cállate Louis!
Yo no hablo, lo olbidas?
-Se escribe con v corta. Bobo. Soy chistoso. Muy divertido. Deberías conocerme cuando hago payasadas, soy el alma de las fiestas.
Me imagino que siempre te invitan a las fiestas. Escribió Lou con una sonrisa en el rostro.
-No te burles de mi incapacidad para congeniar con la gente popular. Si me invitaran a fiestas, sería sin dudas el más alocado.
Como digas, H. Luego de eso H le mostró el dedo medio al castaño, eso lo había aprendido de él.
La curva pronunciada en los labios de Louis no se iba. No era que fuera un tipo duro y no riera nunca, el hecho era que, al igual que su voz, odiaba su risa, y era lo suficientemente introvertido para dejar que el resto del mundo la oyera.
Un fin de semana pasó, hasta que volvieron a reunirse en ese sitio sucio y con luces intermitentes. Esta vez fue H quien esperó escondido en el cubículo que siempre Lou usaba. Estaba entusiasmado por hablarle una vez más a ese misterioso chico que lo traía loco.
Leía cada mensaje escrito en la puerta de aquél sitio, sonriendo cada vez que notaba que Louis comenzaba a mejorar incluso en ortografía. Pero no notó aquella pequeña nota que alguna vez el niño de ojos azules había escrito.
Se asustó tras el sonido de la puerta, sabiendo bien que era Louis quien ahora se hallaba al otro lado.
-Hola, Lou. Tengo una sorpresa para ti. Espero que te guste. Seguro si, pero no se, es raro y difícil complacerte.
Que es?
H se había molestado en pasar todo el fin de semana recopilando una serie de chistes para contarle a su amigo. Había buscado en Internet y ese mismo día fue a imprimir a la sala de computación un par de papeles donde estaban los chistes más estúpidos pero que a él le parecían muy chistosos.
-Tengo cientos de chistes para hacerte reír de una vez por todas. Escucha.- Antes de que comenzara a leer se oyó el ruido de las hojas y un movimiento nervioso mientras H revolvía los papeles. -Bien. ¿Porqué las focas de circo miran par arriba?- Se rió él solo antes de responderse a si misma ya que no habría un obvia respuesta por parte de Louis. -¡Porque arriba están los focos!- Esta vez si risa inundó la habitación, sin embargo Lou no se río, solo cursó sus labios feliz por el humor de su amigo desconocido. -Por favor Lou, fue bueno.
No.
-Veamos con este. Primer acto: una banana no acepta dinero. Segundo acto: una banana no acepta dinero. ¿Cómo se llama la obra?- Una risita obviamente forzada a ser callada por su propia mano, se contestó a si mismo luego. ¡Plata-no! ¿Entiendes? Plátano, Plata-no.- Se rió muy fuerte.- Dios, eres un aburrido.
No era que Louis no fuera divertido, solo le gustaba fastidiar a H. Era genial saber que se esforzaba y fallaba, Lou era algo duro con él.
Siguió contándole chiste tras chiste, riéndose de su propia elocuencia. Maldiciendo por lo bajo algunas veces al notar la falta de humor en su amigo. Eso también lo había aprendido de él.
-Me rindo. No puedo hacerte reír. Eres un aburrido. Te odio.
Yo puedo hacerte reír. Y no mientas, me adoras. Escribió con una mejor caligrafía y ortografía.
-Adelante, señor chistoso.
Porque las gallinas quieren tanto a sus pollitos?
-Siento que no me va a gustar la respuesta.
Cállate.
-¿Porqué?
Porque les costo un huevo tenerlos.
Esta vez fue la risa del castaño la que llenó de alegría todo el sitio. Un mar de emociones se despertó en el cuerpo del otro muchacho. El sonido de su carcajada lo hizo sentirse de maravilla, incluso se le erizó la piel. Sonrió satisfecho por el placer de haber escuchado ese sonido tan majestuoso que venía del interior de Louis. H rió entonces. Su felicidad mezclándose en un arrebato de afecto. El hecho era que H comenzaba a enamorarse de la espontaneidad del otro. Cada detalle de Louis lo hacía quererlo en demasía, desde sus errores con las palabras que escribía, hasta su risa recientemente descubierta.
-Tienes una risa hermosa.
Te dije que tenía buen humor.
-Amo tu risa, Lou. Es... Te adoro, es verdad.
Lo se. Siempre lo supe. Louis no eliminaba esa curva perfecta en siu rostro, y esperaba no borrarla jamás.

Siento molestastarlos con mis notas, pero era solo para deciles que esta nove corta consta de solo 15 capítulos más un epílogo... Y este es el cap 10... Y perdonen por este capítulo cortito.
Si quieren agregarme a face haganlo, es una orden.
Y si quieren mi cel para hablar o boludear pídanmelo.

Amor se escribe con H. (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora