Hamor.

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Era difícil pasar esos últimos días de clase sin la compañía de esa voz tan familiar. Pero de una forma u otra, Louis era quien ahora no quería verlo, ni oírlo. Su corazón se había hecho añicos en el momento que H lo rechazó por completo. Había dado absolutamente todo, incluso había hablado, para que el chico al cual amaba aceptara ir con él al baile de fin de curso.
En la escuela evitaba ir al baño, o al menos a ese toilet donde se solía encontrar con H. Y en su casa solo escribía ideas y frases para el discurso que leería otro compañero en la entrega de diplomas.
Pero eso era una tarea dura. Louis era bueno narrando, pero su ortografía... Había mejorado eso era innegable, sin embargo continuaba teniendo ciertos errores.
El profesor de Lengua le preguntaba siempre para saber como iba ese trabajo, y Louis mentía sonriendo y mostrando su pulgar. Los días pasaban y no sabía exactamente de que trataría el discurso.
Y ahí estaba ahora, en un recreo dentro del aula, para poder concentrarse sin el ruido del exterior.
-Tomlinson, no puedes quedarte aquí, debo cerrar con llaves.- Dijo el preceptor enseñando un manojo de llaves. Nadie podía quedarse jamás en el curso, porque si luego se producía un hurto le echarían la culpa a esa persona.
Se fue del aula, sin saber a que lugar podía ir para trabajar sin distracciones, pues faltaban a penas dos días para el acto y él, digamos, que estaba en cero.
Una idea loca se cruzó por su mente. Un lugar inhóspito al que nadie iba, que podía funcionar para escribir en plena tranquilidad.
Se dirigió entonces al baño, al cual no iba desde hace una semana, por miedo a sufrir pena.
Entró, y como esperaba, o deseaba, estaba vacío. Se sentó en ese cubículo y con el lápiz en su mano izquierda y el cuaderno sobre sus rodillas, empezó a escribir.
Las palabras surgían tras un cierto lapso de inspiración, aunque él no supiera que era lo que lo inspiraba.
Suspiró al notar las marcas que había dejado alguna vez en la puerta, y en la pared... Hace unas semanas había escrito como un loco acto de amor una frase indicando que H siempre estaría en su corazón, y ahora solo deseaba borrarla.
Terminó el recreo, y con eso su discurso.
Solo quedaba entregarlo al profesor para que lo corrija, y terminar de una vez por todas con ese fastidio que llamaban secundaria. Y eso hizo al otro día.

Llegó al colegio como el resto de los alumnos del último año, vestido de traje y corbata, pues en la entrega de diplomas se debían vestir de forma elegante. Sonrió de manera histérica y falsa, pues ninguna de las personas que estaban ahí le agradaba y estaba algo nervioso por el acto.
Hicieron un ensayo, practicando el momento en el que los llamaban para entregarles sus diplomas con alegría. Todo parecía ir de maravillas.
-Tomlinson, Louis.- Él era siempre uno de los últimos, y eso se debía a que estaban en orden alfabético. Simularon entregarle el papel y él luego se alejó de la fila.
Estaba ansioso de terminar todo. Había decidido no ir al baile de graduación, pues la única pareja que quería lo había deshecho y no quería ir solo.
El acto estaba por comenzar. Los padres estaban ya tomando asientos en las butacas y preparando las cámaras de fotos.
-Esto es en verdad impresionante, Louis.- Dijo el maestro de literatura con el manuscrito del muchacho. El castaño sonrió al profesor, para luego desviar su vista al chico que lo acompañaba. -¡Ah, si! Él es Harry, mi hijo... hijastro.- El chico morocho, levantó la cabeza, dejando ver sus ojos verdes. Sonrió tímidamente, sus hoyuelos se marcaron, y a Louis le pareció lo más tierno del mundo. -Él fue quien se encargó de corregir el discurso. ¿Cierto, Harry?
-Si.- Contestó con un susurro inaudible.
-Bien, los dejo un segundo. Debo hacer unas cosas antes de que empiece todo esto.- El maestro se alejó dejando al egresado de ojos azules con un completo desconocido.
-Escribes bien.- Halagó el rizado.
-Gracias, y gracias por corregirme.
-No hizo falta, la verdad es que no tenías muchos errores. Has mejorado, Lou.- Se alejó luego de una última sonrisa cargada de vergüenza. Sin que Louis siquiera reconociera su voz.
El acto inició con las conmovedoras palabras del director del instituto. Él estaba sentado en la tercer fila de alumnos.
De repente se acercó el profesor de literatura y lo llamó chistándole. Le hizo señas para que se acercara. Se paró, y llevando por delante a varios compañeros, llegó al pasillo lateral donde lo esperaba el maestro.
-Tenemos un ligero problema.- Louis levantó la ceja en señal de confusión. -Quien iba a leer el discurso se niega a hacerlo. Vas a tener... Tu debes leerlo.
-¿Qué? No puedo hacerlo. No enfrente de todos.
-Louis, por favor. Se que te va a salir bien.
Lo tomó del hombro y lo empujó despacio tras bambalinas. Los nervios se habían intensificado. Le faltaba poco para tener que leer lo que él mismo había escrito y hasta ese momento no había pensado en lo cursi que era todo eso que estaba en la hoja que el profesor le había devuelto. Tenía las correcciones de Harry, su hijo, en rojo. Leyó sus errores, verificando todo y repasando. Pero algo, una corrección, le llamó la atención.
En una frase donde simplemente había puesto que sentía un profundo amor por el colegio, Harry había puesto de manera torpe una h donde no debía.
Que estúpido. Amor no se escribe con h. Pensó.
Era su momento de subir al escenario. Su corazón comenzó a latir más fuerte por la adrenalina. La adrenalina producida por haber resuelto ese rompecabezas.
H, ¿era Harry? Las piezas encajaban a la perfección y ese error adrede en la corrección del discurso... Había sido tan perfecto.
Dio un paso atrás antes de subir. El profesor que estaba cerca le sonrió. Y Louis supo y comprendió que le daba su consentimiento para salir con H. Le hizo una seña y salió corriendo...
Sabía perfectamente donde hallar a Harry.
Llegó al segundo piso agotado, sudando e intentando volver a respirar con normalidad.
Abrió la puerta del baño y como supuso, ahí estaba. Volteó a verlo y sus ojos verdes se iluminaron. No importaba el sitio en el que estaban, solo ellos viéndose, de manera figurada, por primera vez. El silencio predominó en el baño destartalado. Ninguno sabía que decir ni que hacer.
Puede que H no fuera ese chico de ensueño que Louis se imaginaba, pero era mucho mejor. Alto, delgado, con una figura esbelta. Era el hombre perfecto, incluso más perfecto que el rubio con el que alguna vez Louis soñó.
Harry tenía un obsequio para Louis. Se lo entregó con mucho entusiasmo, esperando que lo abriera. Desenvolvió el paquete y se encontró con una cajita de marcadores de colores.
-Es para que puedas escribirme todo lo que quieras. Siempre y cuando lo hagas sin errores de ortografía.- Su adorable risa se oyó y quedaba perfecta para su bello rostro.
-Te amo, H.- Dijo eliminando de a poco la corta distancia. -Lo he dicho, y ya no necesito estos.- Les dejó sobre el lava manos, y por fin terminó con aquello que los separaba.
Sus labios se tocaron, haciendo que nada más se oyera. Ni siquiera H se escuchó. Un beso suave y silencioso, como a ambos les gustaba. Juntos, como debieron estar desde un principio, recordando que ahora esa puerta que siempre los había dividido ya no estaba.
Se separaron un instante, con la sonrisa de ambos de por medio.
Harry se acercó al lavatorio y tomó uno de los marcadores, y bien grande en el espejo y con errores escribió.
Te hamo Louis Tomlinson.

Amor se escribe con H. (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora