Hostil.

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No era que el hecho de que no llegara lo hiciera enfadar, no, solo lo decepcionaba. Quizás, y muy posiblemente, H se sintió de esa forma en el primer recreo. Y ahora tomaba venganza no reuniéndose con Lou en el último. Pero todo había sido culpa del castaño de baja estatura.
Todo tu culpa. Se dijo algo triste al salir del baño para cursar la última hora de clases.
Se sentó en su pupitre, deseando volver el tiempo atrás para no cometer el mismo error de dejar a su amigo.
Estuvo culpándose durante toda la semana, sintiéndose un idiota, sabiendo muy bien que era uno.
Y esos días fueron detestables. Llegaba al baño y aguardaba cada recreo, con la ilusión de oír una vez más a H. Pero solo se escuchaban sus sollozos. Jamás alguien se hubiera imaginado que Louis lloraría por esta razón, ni siquiera él se lograba comprender. ¿Porqué H era tanto para su persona? Y cada vez que se lo volvía a plantear se encontraba hecho un mar de lágrimas, que inundaban su mundo, acompañadas de miles de carilinas.
Pero no perdía las esperanzas, si se le puede llamar así a las ganas de encontrarse con alguien que en verdad quieres.
Era un viernes. Era su último recreo, y los últimos gramos de paciencia que le quedaban estaban por agotarse, llevándose sus ansias por escuchar al muchacho del baño. Salió al patio, compró un dulce y fue a su sitio especial, algo exhausto, algo triste, algo deprimido.
Es extraño que un chico de esa edad se sienta de esa manera y prefiera la soledad, escondiéndose en un asqueroso cubículo de un toilet venido abajo. Pero eso era lo mejor que él podía hacer, esconderse. No le gustaba congeniar con los demás, porque sabía muy bien que al resto no le gustaba congeniar con él. Y así estaba bien, alejado del mundo, retraído, sin amigos, ahora que H se había ofendido.
Se sentó y comió el caramelo. El sonido de la puerta abriéndose lo hizo sobresaltar, provocando que su azucarado alimento cayera al suelo.
-¡¿Cuántas veces tengo que decirte que me des el dinero, maldito gay?!- Una voz que inmediato reconoció por haber sido victima de aquél chico y sus abusos.
-Emm... Pe-pero yo no-no tengo.
-No te pases de listo conmigo, idiota.¿Te crees que no se que tu papito tiene suficiente dinero para comprar el colegio?
-Eso no es cierto.- Dijo ya sin temblar. Y ahí fue cuando el mundo de Louis se vino abajo. Supo bien que ese era H siendo atacado por un brabucón.
Los insultos, amenazas y golpes continuaron, y sin embargo él seguía allí sin saber que hacer y, obviamente, sin poder hablar.
El llanto de H lo desconcentraba de su tarea de pensar una solución para vencer a aquél hostil individuo.
Tomó un pedazo de papel y escribió en él.
Trata de zafarte y esconderte en el baño.
Pero ni él sabía que hacer luego de que H lograra hacerlo. Parándose de puntas de pie azomó la hoja por la parte superior de la puerta, y H logró verla reflejada en el espejo.
Un forcejeo, más insultos y el ruido de una puerta desvencijada y oxidada cerrándose, fueron las señales que Louis recibió para saber que H estaba ahora a salvo en el cubículo de al lado.
-¡Que marica eres! ¿Porqué no vas corriendo a llamar a tu papi? Ah, me olvidaba que esta muerto y lo único que tienes es un padrastro.
-¡Cállate!- H estaba ahora como un mar de lágrimas.
-Pero que suerte tienes que este padrastro tuyo tenga tanto dinero...
-Él dijo que te calles.- Louis había salido de su escondite tras un feroz arrebato de locura y valentía, y cierto afecto profundo por su compañero.
-¿Tomlinson? Vaya voz de niñita tienes. Con razón no hablas.- La hostilidad y arrogancia del chico lo había cansado, y su siguiente movimiento fue levantar su puño y dirigirlo al feo rostro del muchacho irritante.
Un golpe fuerte justo en su nariz que lo derribó y casi que lo hizo sangrar. Cuando comenzó a levantarse, el castaño lo miró con severidad y le hizo un gesto obligándolo a salir de allí. Y eso hizo el otro. Tapando su machucada nariz se arrimó a la puerta.
-Ni creas que esto se va a quedar así.- Salió tras un portaso.
Se tiró luego, apoyando su espalda sobre la puerta del baño donde H se había resguardado. La mano que había utilizado para golpear le dolía un poco. La adrenalina del momento comenzaba a irse y se sentía un idiota, porque sabía bien que tarde o temprano lo golpearían a él.
-Gracias.- Su voz seguía quebrada. Se hizo un silencio sepulcral a causa de la incapacidad para hablar de Louis y el tonto orgullo de H. -Lo siento.- Admitió al fin. -He sido un completo torpe. Estuve queriendo evitarte toda la semana. Es que... tenía miedo. Y-y ya no se que pensar. Me había lastimado que no vinieras y se sintió tan extraño sentirse así por una persona que... me acobardé porque no quería sentir eso...
Te perdono. Decía el papel.
-No puedes ser tan bueno, Lou. No puedes ser así. Eres perfecto y eso me aterra.
No hablo. Eso me hace una basura.
-¿Bromeas verdad? Eso te hace aun más perfecto.
El tonto te lastimo?
-Algo. Pero voy estar bien. ¿A ti?
No, pero me duele la mano que uce para golpearlo.
Apoyó la mano derecha que le dolía en el piso. De repente unos dedos acariciaron dulcemente los suyos. H era tímido y no se atrevía a tomar su mano. Jugaba delicadamente, proporcionándole calor y felicidad a todo el cuerpo del castaño. Sus ojos azules brillantes no hacían más que observar esos dedos delgados y cómodos. Despacio y dudando, H se armó de valor y coraje para entrelazar su mano con la de Lou.

Perdón que tardé tanto en subir!! Las clases me están matando!

Amor se escribe con H. (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora