Hubo días en los que no tuvo oportunidad de escuchar la voz de H, ni recibir un mensaje en un papel del chico. Esos días fueron horribles.
Era extraña la sensación que sentía. Siempre había anhelado tener un amigo, alguien con quien poder tener una conversación sencilla, reír un poco. Ser sincero con esa persona respecto a sus sentimientos. Tenía tanto dentro. Tanto, que ocultaba tras una simpática sonrisa. Era cerrado con el resto. No dejaba ver su interior, ni a su familia, ni a nadie.
Cada vez que llegaba a su casa y preguntaban como había sido el día, él fingía que todo estaba bien. Que su vida era perfecta, mientras que por dentro se estaba desmoronando. Atareado por la tarea, molestado por sus compañeros, menospreciado por los profesores, y aun así sus labios se curvaban y dejaba ver sus dientes.Y así lo consideraban la mayoría de las personas, como un individuo feliz. Incluso sus compañeros a veces se molestaban porque, a pesar de sus abusos, él seguía con esa maldita comisura en alto.
Era orgulloso. Por eso no lloraba en público. Por eso reservaba sus lágrimas para ese baño en el segundo piso.
Todos creían que estaba bien así, pues Louis jamás se quejaba.Terminó el examen de Lengua antes que el resto, y, acostumbrado a que el profesor los dejaba salir antes a los primeros, fue al kiosko. Saludó con su mano envuelta en un guante al muchacho amable que atendía.
El invierno hacía que todo fuera más difícil. Su cuerpo estaba congelado a pesar de las miles de capas de abrigos que llevaba encima. Eran tantos los sweaters, camisetas, y buzos que tenía que parecía una gran pelota. Y su aspecto hizo que riera el kioskero.
Señaló un chocolate que estaba en la repisa más alta, queriendo pedir ese dulce. El hombre volteó y tomó uno, muy distinto al que Louis quería. Negó con la cabeza, entonces. Volvió a levantar su índice enguantado, indicando el chocolate de almendras, de la marca favorita de Louis.-¿Cuál es el que quieres?- Preguntó un poco disgustado. El niño rodó los ojos, y con sus manos hizo varias señas. Hasta que por fin, entendió cual era el que Lou deseaba. -Son $9,50.
Entregó el billete y se marchó, antes de que iniciara el recreo. Subió las escaleras a toda velocidad, para entrar en calor. Sus piernas eran cortas, y el peso que cargaba con la ropa hacía que a pesar del esfuerzo se moviera con lentitud.Llegó al segundo piso entre jadeos. Respiró profundo, justo cuando sonó el timbre de inicio de tiempo libre. Los chicos salieron de sus aulas, y a tropezones logró ir hasta el pasillo angosto en penumbras. La puerta del baño estaba abierta, y eso, que jamás sucedía, lo sorprendió. Hasta llegó a ilusionarlo.
Se metió en el cubículo y esperó un tiempo. Esperó sentándose en el inodoro cerrado. Estaba aguardando que ese chico que desconocía pero era amable con él apareciera.
Miraba el techo, intentando divertirse o pasar el rato. Frotaba sus manos para calentarse, al igual que las piernas. No vendría mal una estufa en ese sitio, pasa que no consideraban necesario poner una allí ya que nadie (excepto Louis) iba a ese baño. Se lamentó un poco que sea tan desolada esa zona.
Se escuchó el sonido de la puerta principal golpeando la pared al quedar completamente abierta, y el castaño dio un respingo, acompañado de un ligero escalofríos. No dijo nada, y la razón esta vez fue que tenía miedo y no quería saber quién era el que estaba en ese momento del otro lado de su puerta.
-¿Louis? ¿Estás aquí?- Casi como un susurro se oyó la voz cálida de H. Una sonido que, además de darle felicidad le proporcionaba calor a su cuerpo congelado.
Se apresuró a escribir en un papel un gigantesco SI, y deslizarlo bajo la abertura.
-¡Que bien! ¿Cómo te fue en el examen? Seguro que bien... Aunque considerando tus faltas de ortografía, yo si fuera el profesor te pondría un ce...
Sus palabras se interrumpieron por su propia carcajada. El que estaba en el baño había asomado su mano enseñando el dedo medio de esta.
-No me hagas "fuck you". Yo hablo en serio, Lou. Eres un completo bruto.
H siguió hablando pero aquél muchacho de ojos azules estaba en otra cosa. Había sacado de su bolsillo ese chocolate que había comprado en el kiosko. Quería envolverlo, como si fuera un bonito obsequio. No fue la mejor de sus ideas, pero tomó el rollo de papel higiénico y comenzó a cubrir el regalo para H con eso.
-... Y no estuve viniendo estos días porque tuve gripe, este clima me pone muy mal. Mi nariz esta toda roja, y ni hablar los mocos que se me caen... ¡Oh, gracias, Lou!- El chico que estaba encerrado en el baño había asomado el dulce envuelto. Aunque obviamente, H no sabía que era lo que tenía dentro. Creyó que era un papel para sonarse la nariz. Se escuchó el ruido que provoca esta acción acompañado de una queja por parte del muchacho apodado con una letra. -¿Qué es esto?- Empezó a romper la blanca cubierta, hallando un chocolate. -¿Para mi? No era necesario.
H se sentó en el suelo, Louis tuvo la oportunidad de sentir como iba acomodándose para quedar de cara a la puerta, frente a frente con él, de no ser por esa división.
Abrió el paquete del dulce y dio un mordisco.
-Esto es horrible Louis.- Dijo en voz alta, levantándose y yendo a escupir el trozo.
El timbre sonó en ese mismo instante, y H se despidió rápidamente, para poder así correr y desaparecer. Haciendo que Louis, otra vez, no tuviera chance de verlo, y se quedara con la duda respecto a como sabía que había tenido un examen.
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Amor se escribe con H. (Larry Stylinson)
Hayran KurguLas cosas importantes, las únicas cosas importantes que existen en el mundo, se escriben con H, y, por el contrario, se escriben sin ella las infinitas cosas que no tienen importancia. Basta con repasar el diccionario. Busquemos las cosas trascenden...