El día del concierto de Amaia estaba cada vez más cerca, y la ansiedad de Juanjo y Martin crecía con cada amanecer. Los días se volvieron un torbellino de preparativos y emociones, de mensajes llenos de anticipación y llamadas en la madrugada. Era como si sus corazones latieran en un solo ritmo, esperando el momento en que finalmente se encontrarían en persona.
Ambos chicos se encontraban en sus respectivos espacios, nerviosos y emocionados a partes iguales. Cada vez que intercambiaban mensajes, sentían la electricidad de la expectativa. A veces, el nerviosismo los superaba, pero recordaban su promesa: cuando se vieran, no habría más dudas.
**DM de Martin:**
**Martin**: ¿Estás listo para esto? No puedo dejar de pensar en cómo será verte en persona. Quiero abrazarte tan fuerte que me duelan los brazos.
**Juanjo**: ¿Listo? Ni siquiera puedo dormir de la emoción. Pienso en ese abrazo todos los días. Sé que cambiará todo para nosotros.
Decidieron mantener sus tradiciones hasta el final. Vieron más películas juntos; esta vez, fue "Mamma mia" la que se convirtió en el fondo perfecto para su última videollamada antes del concierto. La voz de Juanjo cantando junto a la de Amanda Seyfried hizo que Martin se riera y llorara al mismo tiempo.
**Martin**: Eres demasiado bueno. ¿Sabes lo que haría ahora por estar contigo y cantar juntos?
**Juanjo**: Lo sé. Yo también, Martin. Pero esta espera valdrá la pena ¿verdad?
Ambos chicos pasaron las noches que quedaban hablándose hasta tarde, más tarde que nunca antes. El cansancio se hizo evidente en sus voces, pero ninguno de los dos quería colgar primero. Necesitaban la cercanía, sentir que el otro estaba ahí, incluso si solo era a través de una pantalla.
Finalmente, la noche antes del concierto, Martin propuso algo diferente.
**Martin**: ¿Qué tal si esta noche dormimos juntos de nuevo? Pero esta vez, quiero verte hasta quedarme dormido, y no quiero apagar la cámara. Quiero que tu cara sea lo último que vea antes de dormir y lo primero al despertar.
Juanjo dudó un segundo, pensando en lo cargado que estaba de emociones el aire entre ellos, pero luego sonrió.
**Juanjo**: Me parece perfecto. Me encanta verte dormido. Aunque, para ser sincero, también me encantaría verte despertar.
Esa noche, ambos se metieron en sus camas, con las pantallas del teléfono apoyadas en sus almohadas, mirándose fijamente. No había necesidad de palabras. La intimidad de ese momento, de estar juntos a través de la distancia, los llenaba de una mezcla de nerviosismo y calma.
Juanjo observó a Martin cerrar los ojos lentamente, con una pequeña sonrisa en sus labios. Martin, por su parte, no pudo evitar abrir un ojo de vez en cuando para asegurarse de que Juanjo seguía ahí, mirándolo con esa mezcla de cariño y deseo que tanto le gustaba.
El sol comenzó a asomar en sus respectivas ciudades, bañando sus habitaciones en una luz suave y cálida. Martin fue el primero en despertar y ver a Juanjo todavía dormido. Algo en su pecho se comprimió; era una mezcla de amor y miedo, pero más que nada, una sensación de completa entrega. No pudo evitar que una lágrima solitaria se deslizara por su mejilla.
Juanjo, sintiendo el cambio de luz, comenzó a despertar también. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue a Martin mirándolo con ternura, la lágrima aún fresca en su mejilla.
**Juanjo**: ¿Estás bien, Martin?
**Martin**: (limpiando rápidamente la lágrima, sonriendo) Sí, sí. Es solo… Es solo que no puedo creer que después de hoy, realmente te veré. Siento tantas cosas al mismo tiempo. Es como si mi corazón no pudiera soportarlo.
**Juanjo se incorporó un poco, sus ojos llenos de preocupación y amor.**
**Juanjo**: Lo sé. Pero vamos a estar bien. Hemos llegado hasta aquí. Y cuando nos veamos, todo tendrá sentido.
Ambos decidieron levantarse y prepararse para sus respectivos viajes. Martin cogió un tren temprano de Bilbao a Madrid, mientras que Juanjo tomó un autobús desde Zaragoza. En sus respectivos transportes, se mantuvieron en contacto, mandándose mensajes y fotos del trayecto. La emoción era palpable en cada texto, en cada emoji enviado.
**DM de Juanjo:**
**Juanjo**: Estoy llegando a la estación. ¿Tú dónde estás?
**Martin**: Estoy a 15 minutos. No puedo creer que esto esté pasando. :)
Cuando ambos finalmente llegaron a Madrid, sus corazones latían frenéticamente. El estadio Santiago Bernabéu se erguía majestuoso ante ellos, lleno de fans de Amaia que iban y venían, hablando emocionados del concierto que estaba a punto de comenzar.
Finalmente, a solo unos metros de la entrada, se vieron.
Martin fue el primero en divisar a Juanjo entre la multitud. Sintió cómo su corazón se detenía por un instante antes de acelerar de nuevo. Juanjo estaba ahí, de pie, con una camiseta de Amaia y una sonrisa nerviosa, buscando a Martin con la mirada.
Cuando sus ojos se encontraron, todo el ruido del mundo se desvaneció. No había más multitudes, ni más ansiedad. Solo estaban ellos dos, en medio de todo.
Martin corrió hacia él, y sin pensarlo dos veces, lo envolvió en un abrazo que parecía capaz de borrar cualquier distancia que hubieran sentido hasta ahora. Juanjo lo sostuvo con fuerza, sintiendo por primera vez el calor del cuerpo de Martin contra el suyo.
"No puedo creer que finalmente estés aquí" dijo Martin emocionado.
"Yo tampoco. Pero no me sueltes aún, ¿vale?" reprendió Juanjo con una sonrisa evidente.
Ambos se quedaron así durante lo que pareció una eternidad, aferrándose el uno al otro como si fueran a desaparecer si se soltaban. Cuando finalmente se separaron, fue solo lo suficiente para verse a los ojos, y sonrieron.
"Vamos a entrar. No quiero perderme ni un segundo de esto contigo." dijo Martin rompiendo el silencio.
Se dirigieron al estadio, tomados de la mano, sus dedos entrelazados con fuerza, como si temieran perderse en medio de la multitud. Se acomodaron en sus asientos, emocionados y nerviosos, esperando que Amaia saliera al escenario.
Cuando las luces se apagaron y el primer acorde de la guitarra resonó en el aire, ambos supieron que estaban exactamente donde necesitaban estar.
La voz de Amaia llenó el estadio, y Juanjo y Martin se miraron. No necesitaban palabras; la música hablaba por ellos. Cantaron juntos, sus voces mezclándose con las del resto de los fans, pero para ellos, era como si estuvieran en un mundo propio.
Durante una canción particularmente emotiva, Juanjo se giró hacia Martin y comenzó a cantar suavemente solo para él, cumpliendo el primer deseo que habían compartido en esa videollamada. Martin, con lágrimas en los ojos, se unió, sus voces encontrándose y fundiéndose en una melodía perfecta.
Y entonces, en medio de esa canción, sin dudarlo más, Juanjo se inclinó hacia adelante y besó a Martin. Fue un beso suave, lleno de todas las palabras que no se habían atrevido a decir antes. El estadio se desvaneció a su alrededor, y por un momento, solo existían ellos dos y la promesa que se habían hecho: sin miedo, sin dudas.
El beso se profundizó, y ambos sintieron cómo el peso de la distancia, de la espera, se desvanecía. Estaban juntos, finalmente, y nada más importaba.
Cuando el beso terminó, ambos se miraron, respirando profundamente, sus frentes tocándose. Martin sonrió, una sonrisa llena de amor y gratitud.
"Sabía que valía la pena esperar. Sabía que tú valías la pena"
Juanjo sonrió, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.
"Siempre valdrás la pena, Martin." Siempre.
La noche continuó con más música, más risas, más momentos compartidos que ambos sabían que recordarían para siempre. Habían encontrado algo especial el uno en el otro, y nada, ni siquiera la distancia, podría quitarles eso.
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Cosas interesantes para decir
Short StoryUna historia que comienza con un tweet, una entrada de sobra y un amor compartido por Amaia Romero.