Epílogo: Una vida llena de cosas interesantes para decir.

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Habían pasado cinco años desde aquella mágica noche en el concierto de Amaia. Juanjo y Martin habían decidido vivir juntos en Madrid, en un pequeño apartamento en Malasaña que tenía un balcón con vistas a las azoteas de la ciudad. Después de que Martin terminara sus estudios en Dantzerti, se mudó definitivamente a Madrid, donde comenzó a trabajar en varios proyectos artísticos, mientras Juanjo empezaba a hacerse un nombre en el mundo de la música.

La carrera de Juanjo había despegado de una manera que nunca había imaginado. Su decisión de mezclar el pop moderno con las raíces folclóricas de su pueblo le había ganado una base de fans leal y apasionada. Las canciones hablaban de amor, de lucha, de sueños y, siempre, de Martin. Había algo en su voz y en sus letras que resonaba con la gente, y pronto se convirtió en uno de los artistas emergentes más reconocidos en España. Su primer álbum, que incluía canciones inspiradas en su relación con Martin y su amor por Amaia Romero, fue un éxito rotundo.

El apartamento estaba lleno de vida. Las paredes estaban decoradas con fotos de sus aventuras juntos, desde su primer concierto hasta sus últimas vacaciones en la costa. Pero la mayor alegría del lugar era Pedro, un cachorro revoltoso que habían adoptado un año antes. Pedro era un terrier de pelo áspero, con orejas puntiagudas y una energía inagotable. Lo habían encontrado en un refugio de animales, y desde el momento en que lo vieron, supieron que era el compañero perfecto para su pequeña familia.

Esa mañana, Pedro correteaba de un lado a otro del apartamento, persiguiendo su pelota de juguete mientras Juanjo preparaba el desayuno. Martin estaba en el balcón, disfrutando del aire fresco y revisando su última pieza de teatro, una obra que él mismo había escrito y que estaba a punto de estrenarse en uno de los teatros más importantes de la ciudad.

"Oye, Pedro, deja de corretear por todas partes, que vas a tirar algo," —dijo Juanjo riendo mientras terminaba de hacer unas tortitas—. "¡Martin, el desayuno está casi listo!"

Martin entró al apartamento, con una sonrisa radiante

"Huele delicioso, como siempre." —Se acercó a Juanjo y lo besó suavemente en la mejilla—. "No sé qué haría sin tu cocina."

Desayunaron juntos, como cada mañana, hablando de sus planes para el día. Martin estaba nervioso por el estreno de su obra, pero Juanjo, como siempre, sabía cómo calmarlo.

"Va a salir genial. Confía en mí. Eres increíble en lo que haces, y la obra es fantástica. Vas a brillar. Lo sé porque la he visto unas... ¿qué? ¿Quince veces?"

Martin rió, dejando que la tensión se desvaneciera un poco.

Tienes razón. No hay nada que temer. Y tú… ¿listo para empezar la gira?"

"Más que listo. Pero sabes que lo mejor de cada concierto es volver a casa contigo."

Después del desayuno, salieron a pasear con Pedro por el parque. Era una mañana soleada y la ciudad estaba tranquila. Mientras caminaban, hablaban sobre el próximo gran paso en su vida. Habían decidido, hacía unos meses, que querían adoptar a una niña. El proceso no sería fácil, pero estaban decididos a formar una familia juntos.

"He estado pensando en nombres," —dijo Martin, mirando a Juanjo con una mezcla de emoción y nerviosismo—. "¿Qué te parece Alaska?"

Juanjo sonrió, encantado con la idea, recordando el inicio de su relación.

"Me encanta. Alaska. Suena perfecto."

Era un sueño que ambos compartían, y sabían que, con paciencia y amor, lo harían realidad. Sus vidas estaban llenas de momentos perfectos, de esos que parecían sacados de una película. Pero también sabían que no todos los días eran fáciles. Había desafíos y dificultades, pero siempre los enfrentaban juntos, con amor y comprensión.

Más tarde esa noche, se sentaron en su sofá con Pedro acurrucado entre ellos, viendo "Mamma Mia!" por enésima vez. Juanjo había logrado convencer a Martin de que esa película era la mejor elección para la noche, aunque Martin siempre preferiría "Call Me by Your Name". Pero lo que más importaba no era la película, sino el hecho de que estaban juntos, disfrutando de la simple felicidad de la vida compartida.

Al terminar la película, Juanjo tomó la mano de Martin y lo miró a los ojos, como lo había hecho aquella noche en el concierto de Amaia.

"Hemos recorrido un largo camino, ¿no es así?"

"Sí, y cada paso ha valido la pena. No puedo esperar a ver qué más nos espera."

Juanjo sonrió y, sin soltar la mano de Martin, se arrodilló lentamente, sacando un pequeño anillo de su bolsillo. Martin se quedó sin palabras, con los ojos abiertos de par en par, sin creer lo que estaba viendo.

"Martin, sé que no necesitamos un papel para confirmar lo que sentimos. Pero quiero pasar el resto de mi vida contigo, hacer de cada día una aventura. ¿Te casarías conmigo?"

Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Martin mientras asentía, incapaz de hablar por la emoción. Finalmente, encontró las palabras.

"Sí, sí, claro que sí."

Se abrazaron, rodeados de una felicidad que no se podía medir con palabras. Pedro ladró emocionado a su alrededor, como si entendiera la importancia del momento. Esa noche, hicieron planes para su boda, para su familia, para su vida juntos.

Con los años, sus sueños continuaron creciendo. Juanjo siguió componiendo canciones, cada una más hermosa que la anterior, inspirada por su amor y su vida juntos. Martin se convirtió en un respetado dramaturgo y director, creando obras que hablaban de amor, de pérdida, de esperanza. Se casaron en una pequeña ceremonia en la costa, con Amaia cantando en su boda, como un guiño al momento que los unió por primera vez.

Adoptaron a Pedro primero, y pronto, también a su pequeña Alaska, que trajo aún más luz y amor a su hogar. Sus vidas no eran perfectas, pero eran exactamente lo que siempre habían soñado. Juntos, construyeron una familia llena de risas, de amor, y de todas las cosas interesantes que aún tenían para decirse.

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⏰ Última actualización: Aug 31 ⏰

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