Una Misión y una Recompensa o un Castigo

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Fue una tarde en la que recuerdo como una de las primaveras más hermosas de Trollberg hace poco más de 13 años.

No hacía mucho calor y el fresco del invierno pasado se respiraba aun, casi como un fantasma estorbando en la nariz.

Llegué a la ciudad como siempre solía hacerlo de joven en ese tiempo, en espera de todo sin tenerlo nada.

Apenas conseguí un cuarto de media renta y mintiendo de que pagaría a fin de mes, en un lugar que al menos tenía ratas no agresivas, así que en dos días ya estaba viviendo como un habitante más.

Conseguí trabajo en el muelle donde cargaba y descargaba embarcaciones, lidiando con uno o dos marineros ebrios que enfrentaban sus propias batallas en la taberna.

Si, ya sé que eso no les interesa, pero si he de vender mi vida, necesito tiempo para contarlo de la mejor manera.

Una tarde especialmente fresca note que mi chaqueta desgastada ya no pasaba como vintage, si no que ya caía en el término de pobre-miserable y fue el motivo que me orilló a ir al centro de la ciudad. Decir que nunca hubiera querido ir al centro ese día sería mentira, como mentira sería decir que no amo a Hilda, aunque ustedes, brujas no me crean nada en lo absoluto.

Ella estaba hermosa, castaña, piel clara, ojos grandes y una sonrisa que destilaba misterio y además estaba allí, frente al bazar de ropa de segunda mano donde yo ya había escogido una chaqueta nueva.

Nunca he sido de difícil coquetear, así que le hablé del clima de Trollberg y ella fue cortés. Luego le invité un café con el dinero que iba a ser para mi chaqueta, y ella no aceptó.

Y... eso fue todo; no estaba sorprendido en verdad, nunca espere un si como respuesta, pero no iba a dejar pasar mi oportunidad de hablarle a alguien tan hermosa como ella.

Partí con una chaqueta nueva y con el alma igual que siempre. Nada que no fuera mi vida cotidiana. Nunca dije que coquetear me resultara.

Lo que jamás espere fue lo que vino después ya que, desgraciadamente, las cosas cambiaron a partir de allí. Cambiaron muy para mal.

Comencé a tener pesadillas recurrentes con sombras que me seguían a todas partes, que me observaban desde cualquier penumbra. Y al principio eran sueños.

Sinceramente creí que me estaba volviendo loco luego de que me percaté que me comenzó a suceder de igual forma en el transcurso del día: detrás de las puertas, manos y rostros y risas. En los reflejos de los cristales: Rostros...manos...

...un espanto entre cualquier sombra de la ciudad.

Decidí ignorar todo, y me estaba resultando, hasta que un día, así de pronto, se volvió el infierno cuando mi nombre sonó como un murmullo a través del espejo enmohecido de mi cuarto.

Andersss...

Grité tanto que mi casera fue a recordarme que tenía que desalojar en 3 días si no pagaba la renta.

Y entonces, así como cuando enciendes la luz, apareció él.

Supongo que no les interesa, pero si digo su nombre me condeno a muerte, ya que él me matará. Sin embargo, ustedes son expertas en torturar ya que lo sufrieron de primera mano así que, al no tener elección, elijo evitar el dolor más próximo a cuenta de lo que venga. Al final sabía que esto me mataría.

El espectro usaba una capucha café oscuro por lo que no vi su rostro en ese momento. Era alto, muy alto. Ya luego deduje que, con ese aspecto, todo lo que quería era aterrorizarme, y la verdad, lo consiguió.

Diario de un HadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora