Capítulo 5: Pasado y determinación.

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Ese día... puede catalogarse como el peor de mi vida. 

—¡Muy bien niños! ¡Todos hagan lo que yo les diga para que podamos ver su elemento! —fue dicho por una mujer de pelo castaño y corto, ojos jade y un vestido color marrón claro.

Ese día... mi vida se derrumbó en un segundo.

—Todos concentrence en dejar fluir su sangre por todo el cuerpo y especificar donde quieren que se concentre el maná. —Dijo la mujer cerrando los ojos.

El grupo de pequeños le hizo caso a su maestra, ahí estaba yo incluido.

—Mmn —temblé al intentarlo y no pude conseguir el resultado esperado. Mi maestra me ayudó, pero de todos los presentes... Yo no desperté mi magia.

—¡Es un idiota, ni siquiera puede despertar su poder!

-Pobre. Vivirá la vida como un mediocre.

—Es alguien que no merece vivir en este mundo.

Más y más horribles comentarios sobre mí me carcomían la conciencia. Empecé a llorar de la impotencia y salí de allí. Mis días no mejoraron, sólo fueron empeorando, suerte que tenía a Aitana y Nicola, sino, ¿quién sabe que me hubiera pasado?

Pero, eso fue en el pasado, y me prometi a mi mismo no volver a llorar por cosas innecesarias. Me convertiría en alguien fuerte, aunque no pudiera ser a través de la magia.

No volvere a llorar, esta vez mi determinación alcanzará la expectativas... ¡Y las va a sobrepasar!

***

“Has despertado tu poder” esas palabras resonaron en mi cabeza. No pude evitar quedar impresionado ante tal afirmación. Inmediatamente, me eché a reír.

—No sabía que podías bromear —reí un poco, todavía anonadado.

Nicola y Aitana nos miraron con escepticismo. Pronto, la peliazul habló— Zefirio, ¿esto es una broma?

—No estoy bromeando —dijo con total seriedad, yo alcé una ceja.

—¿Entiendes que es literalmente imposible que manifieste mi poder? No lo hice a la edad que todos lo hacen, mucho menos lo haré ahora.

—¿Cómo explicas eso? —Nicola señaló mi amuleto de maná, que continuaba brillando insistentemente.

—No sé. Debe de ser un efecto del sol, yo en realidad no tengo poder, y así será para siempre —expliqué, y de pronto una pequeña llama de fuego se apareció en uno de mis dedos. Queda de más decir que la sorpresa fue evidente.

Zefirio sonrió, orgulloso— Te lo dije, niño. Has manifestado tu poder. Un poco tarde, a mi parecer. ¡Pero puedes controlar el fuego!

Nicola se acercó hasta a mí y me examinó como si fuera una de sus creaciones. Aitana, al igual que yo, parecía sumida en sus pensamientos. ¿Qué rayos había pasado? ¿Y cómo, sobre todo? Me había acostumbrado a vivir sin un don.

—Me pregunto que magia derivada podrás tener —Nicola alzó una ceja, analizando mi poder.

—¡Ya basta, Nicola! —Aitana se exaltó. Su pecho subía y bajaba, como si estuviera muy furiosa— Arthur no es un juguete, es nuestro amigo, ¿no te das cuenta de lo difícil que es esto para él? ¡Toda su vida se creyó que no tenía poder!

—Estoy consciente de ello, Aitana. — Aseguró Nicola, para calmar al manojo de nervios que era su mejor amiga.

—Me preguntó si su poder será un derivado del fuego o el mismo fuego. — Se pregunto así mismo Zefirio.

Tárikh: la primera guerra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora