Capítulo 6: Empezamos mal

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Okay, empezamos mal… ¡Bien mal!

***

Zefirio, Nicola, Aitana y yo corríamos desesperados por el gran bosque, y detrás de nosotros ¡una horda de seres monstruosos que solo pensaban en comernos! Quizás yo no podría estar más estresado, bueno, eso si las cosas salieran como uno quisiera, puesto que una de esas cosas saltó sobre mí y empezó a morderme toda la cara.

—¡Ahhh! ¡Pta madre que asco! — Grité fuertemente, pues, ¡Toda su saliva estaba en mi cara! Y de seguro que vomitaba en cualquier momento.

—¡Ayúdenme que me come! —Pedí ayuda, a lo que Aitana le dio varios latigazos con su magia de agua para que me soltara.

—¡Si no te suelta con eso me puedes ir diciendo que flores te gustan! —Me gritó Aitana, y en lo que entendía la indirecta ya había vomitado como tres veces.

Todos estaban intentando sacármelo de encima, ¡pero no me soltaba! Estaba empezando a fastidiarme, el desagrado que estaba sintiendo en ese momento era extremo… pensé que me moría.

—¡A lo mejor le gustas! —Soltó Nicola, mientras lo halaba de un brazo que me desgarraba parte de mi hombro, y de la nada todos apoyaban su idea.

—¡No jodas! ¡Quítenmelo ya!

Y con eso mi amuleto brilló y uno de mis ojos cambió a un rojo intenso, con lo que colocando unas manos en la cabeza del bicho feo, lo quemé hasta que ya no quedo nada, y pude respirar correctamente cuando eso pasó.

Todos se quedaron mirándome como si hubieran visto un fantasma, y yo solo podía pensar en que no iba a comer como por tres días.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —los miré mal, Nicola y Aitana parecían estar conteniendo la risa— No es que esté muy feliz con ustedes, mentirosos.

—Vamos, Arthur… tienes que entender —la peliazul puso una mano en mi hombro, tratando de consolarme, pero no podía tomarla en serio al ver la pequeña sonrisa en su cara— Tuvimos que hacerlo por tu bien.

—Ajá, ¿y qué más? —la fulminé con la mirada, y adelante mi paso— Vámonos antes de que venga otro monstruo de esos. Tenemos que llegar al corazón del reino Stelar antes del amanecer. Luego, debemos seguir nuestro camino y salir de aquí.

Zefirio adelantó su paso, y caminó junto a mí. El hombre miraba al suelo, hasta que decidió hablarme—: Oye, no deberías ser tan duro con ellos. Son tus amigos después de todo, ¿no?

Me enserié al escuchar lo que me dijo—: Ellos me conocen desde hace años, y saben todo lo que sufrí por el tema de mi magia, ¿por qué guardaron ese secreto si me hacía tanto daño?

—Bueno, ni siquiera los has dejado explicarte —me sonrió un poco— confía en ellos, a pesar de que los conozco hace muy poco, nunca he visto tanta amabilidad como la de Aitana, ni tanta lealtad como la de Nicola. Yo creo que esta situación tiene una razón.

Era verdad. Me había adelantado a los hechos y había supuesto muchísimas cosas sin darle lugar a mis amigos para poder explicarse, ¿acaso nuestra amistad no valía nada? Al menos por los años que teníamos juntos, debía permitirles una oportunidad.

—Bien, tú ganas —dije de mala gana. Zefirio me sonrió un poco— Pero cuando lleguemos al reino Stelar. Por ahora, los haré sufrir un poco —sonreí malvadamente.

El pelirrojo levantó una ceja—: Vaya, eres malo.

Caminamos un rato más por el bosque, unos cuantos monstruos por aquí y por allá, pero nada que no se pueda solucionar. Cuando anocheció paramos debajo de un árbol para poder descansar y comer algunas de nuestras provisiones. A todo esto, Zefirio volvió a hablar.

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⏰ Última actualización: Sep 21 ⏰

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