Cap. 39

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—Buenos días. Llamo porque me gustaría pasar dentro de un rato afelicitarle las fiestas a Sandra Aguilar. 

Está llamando al centro para comprobar que lo que dice Dominick es cierto. 

—Lo siento, señor. Sandra se fue ayer para celebrar la Navidad consus hijos. 

Cierro los ojos porque no puedo creer que sea verdad. Pero ¿quépretenden hacerle a esa pobre mujer que está postrada en una silla de porvida? 

—Claro, ¡qué cabeza la mía! Seguramente Luigi fue a por ella y heolvidado que me lo comentó —miente, intentando justificar el hecho de nosaber que no está allí. 

—No pasa nada, pero fue Anthony quien la recogió, por si eso lo ayuda. 

Gracias a la incompetencia de la mujer, que está dando más informaciónde la que debería, hemos confirmado que Dominick nos ha dicho toda laverdad. 

—No sabe cuánto. 

Hugh finaliza la llamada y Luigi comienza a golpear el reposacabezasque tiene delante como un loco. Intento que pare, que se tranquilice, perono lo logro, así que finalmente me aparto para que se desahogue. 

—Señor, tenemos que movernos rápido. 

—Ve a la mansión. 

Hugh lo mira por el retrovisor, muy serio. 

—¿Cree que...? 

—Mi hermano no es capaz de orquestar todo esto solo. 

¿El señor Collins? ¿Ese hombre es capaz de atentar contra la vida de supropio hijo y también contra la de su exmujer? Aunque mi sentido comúnme obliga a pensar que no es posible, el mero hecho de recordar su frialdad,lo que me hicieron Charlotte y él para chantajearme, me hace replantearmemis convicciones y asumir que puede ser cierto. 

—Vamos.Aunque Luigi haya pedido que no se avise a la policía para que no llegueantes que nosotros, pues desea llegar primero y arreglarlo a su manera,tengo la sensación de que esta vez no debo seguir sus órdenes, haciendoalgo que sin duda desaprobaría... pero recuerdo el presentimiento queHelena tenía y lo sumo al mío de ahora, que es idéntico. 

—Espera, me pondré de copiloto. ¿Te importa?—me dice, y me miraesperando mi conformidad, y le hago un gesto para que sepa que, porsupuesto, que estaré bien. 

Mientras ellos hablan delante, cojo mi teléfono sin que me vean y buscoen mi agenda el número de la inspectora López. Deseando no equivocarmecon esta decisión, tecleo: 

Sé quién está detrás de todo lo que ha ocurrido: su padre,el señor Collins. Si quiere atraparlo, vaya a la mansión en laque vivían cuando estaba casado con la madre de Luigi.Nosotros estamos de camino. 

En el momento en que lo envío aparece como conectada, está en línea.Sin embargo, antes de que me llegue su mensaje de respuesta, decidoapagar el móvil y centrar toda mi atención en Luigi, así que lo guardo en unbolsillo y miro por la ventanilla, nerviosa, mientras Hugh conduce a todavelocidad, alejándose del centro en dirección a las afueras. 

Luigi sigue sin dar crédito a lo que ha averiguado y comienza a unirtodos los cabos sueltos en voz alta. Estaba más que seguro que iba pordelante de su padre, que estaba destruyéndolo poco a poco; lo que no sabíaera que él estaba haciendo lo mismo, pero de una forma tan maquiavélicaque nadie sospechó de sus artimañas. 

Espero que la inspectora haya creído mis palabras y esté organizando unequipo para acudir en nuestra ayuda, porque lo último que quiero en mivida es tener más sustos como los que ya tuvimos. 

Luigi no tiene limites...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora